Maria Schneider (1952-2011)

Uma pena morrer tão cedo. Maria Schneider, que morreu hoje aos 58 anos, estava há muito tempo doente. Suas fotos demonstravam. Era muito boa atriz, não obstante ter ficado famosa apenas pelo que representava como sex symbol dos anos 70. Seus trabalhos em duas obras-primas — O Último Tango em Paris, de Bernardo Bertolucci, e O Passageiro, Profissão: Repórter, de Michelangelo Antonioni — , não são nada esquecíveis. Fico autenticamente triste.

R.I.P., Maria.

Abaixo, a extraordinária e misteriosa cena final do filme de Antonioni.

httpv://www.youtube.com/watch?v=pvbqy8FZq8Y&feature=related

"Charla" com Pilar del Río sobre o filme José e Pilar

O El País proporcionou um chat de seus leitores com Pilar del Río. Eu achei interessante. Poderia corrigir os erros de digitação dos leitores e de Pilar, mas apenas acertei os mais evidentes. Admiro seu feminismo duro e articulado, se me entendem.

~o~

Leitor do El País: Hola Pilar, te escribo desde Euskadi. Un par de preguntas: ¿cuando dejaras de ser para los medios la viuda de José Saramago y pasarás a ser la Presidenta de la Fundación José Saramago (tengo el recuerdo del pie de foto del 50 aniversario de Santillana)?. Es conocido tu cariño y preocupación por la situación en Euskadi. ¿Cómo la ves en este momento? Pacto PSE-PP, tregua de ETA, movimientos de la izquierda abertzale… Gracias.

Pilar del Río: Fermín, no me dejan hacer un ensayo en esta sección… Espero que los medios de comunicación dejen de llamarme ‘La viuda de Saramago’ ya porque soy la mujer de Saramago o la novia de Saramago y desde luego soy la presidenta de la Fundación Saramago, cosa que no sé si por machismo o por frivolidad, algunos prefieren ignorar. En cuanto a lo de la paz en Euskadi y los pactos, hijo, a ver si os ponéis de acuerdo, lo solucionáis de una vez por todas que estamos hartitos todos de vuestros problemas y de vuestros sufrimientos. Solidarios, pero también hartitos. Vamos a hacer el futuro y a dejar de pensar en el pasado. El de Franco y el que no hemos sabido solucionar los que hemos venido después de Franco.

Leitor do El País: ¿Cómo recordará Saramago a Castril?

Pilar del Río: ¿No será mejor cómo recordará Castril a Saramago? ¿Se darán cuenta en el pueblo de mi madre que tuvieron el privilegio de compartir momentos de belleza y de intimidad, como nuestra boda en España, con uno de los hombres que más ha dignificado el siglo XX?

Leitor do El País: ¿Con qué cosas (actividades) se divertía más don José? ¿Qué cosas le causaban risa?

Pilar del Río: Todos los días se reía con el programa de El Gran Wyoming (‘El intermedio’). Le divertía el buen cine (Fellini o Bergman o Almodóvar, por ejemplo), las buenas series de televisión, vimos ‘El ala oeste de la Casa Blanca’ de principio a fin, le gustaban lo libros de ciencia ficción, la buena literatura también, nuestros perros, los solitarios, la música:sus últimos días, cuando ya no podía casi seguir una película veía y oía ópera en la sala de proyección que tenemos en nuestra casa. La belleza de Mozart y de Beethoven le dieron refugio en esos malos momentos.

Leitor do El País: ¿De qué manera cree que los años vividos en Lanzarote han influído en la obra y en la forma de ver la vida de su marido? Gracias

Pilar del Río: Sí. El dijo que hasta ‘El evangelio según Jesucristo’, había tratado de describir la estatua, que tal vez influído por la aridez de Lanzarote ahora lo que le interesaba era la piedra de la que estaba hecha la estatua.

Leitor do El País: He leido una hermosa entrevista suya al Subcomandante Marcos. ¿Sigue escribiendo?

Pilar del Río: No. No tengo medio donde publicar.

Leitor do El País: ¿Qué opinas de la reciente victoria de Cavaco Silva en Portugal?

Pilar del Río: Prefiero opinar del 53% de abstención. ¿Qué tipo de sociedad estamos haciendo para que el 53% de las personas se queden en su casa y no se tomen la molestia en emitir un voto que a su vez es una opinión?

Leitor do El País: En Cuadernos de Lanzarote, Saramago escribe sobre las intromisiones de EEUU en Portugal. ¿Que podríamos haber leido en el Cuaderno de Saramago acerca de Wikileaks? Un abrazo, y mi admiración por Saramago.

Pilar del Río: Nunca me atrevería a interpretar a Saramago. Lo siento, no puedo contestar a esta pregunta.

Leitor do El País: ¿Quiénes eran los escritores de cabecera de Saramago, los que más le marcaron?

Pilar del Río: Kafka, en el siglo XX, Borges y Pessoa. Cervantes, Gogol y el padre Vieiras, un jesuíta portugués, parecido a nuestro Bartolomé de las Casas, del que Saramago decía que nunca el portugués sonó tan bello y tan armonioso de como él lo escribió.

Leitor do El País: Por qué está exhibición de su vida personal que no interesa, o no debería interesar? Yo que José Saramago ha dejado una obra maravillosa que no necesita de esta publicidad como si se tratara de Angelina y Brad Pitt….

Pilar del Río: Me parece bien que a usted no le interese la vida de José Saramago, yo daría lo que no tengo por ver una película así de Cortazar, Proust, Borges… He visto ‘La última estación’ de Tolstoi emocionada y eso que Tolstoi estaba interpretado por un actor. Hay personas a las que sí nos interesan los autores que escriben los libros. Saramago abrió su casa en un gesto de generosidad, no su intimidad, sí su cotidianidad. Es una película para los amigos de Saramago. Simplemente.

Leitor do El País: He leido y visto en la pagina de la Fundacion Saramago q todos los 18 de cada mes se hace un homenaje hasta el noveno mes. ¿Que significado tiene eso? Gracias

Pilar del Río: Saramago decía que una persona no está muerta del todo hasta pasado nueve meses, como los nueve meses primeros no está vida del todo, por eso los días 18 de estos 9 meses nos reunimos amigos en distintos continentes y de distintas maneras pero siempre para brindar por la vida de Saramago. Hay música, hay lecturas de textos, se cuentan experiencias, y siempre, siempre, terminamos brindando por la vida de Saramago. El reunirnos con Saramago los 18 está sacado de una complicidad entre Pessoa y Ricardo Reis que Saramago cuenta en ‘El año de la muerte de Ricardo Reis’.

Leitor do El País: Hola Pilar! Pude ver el estreno del documental en el Maestranza. Sólo puedo decirte que me emocionasteis. No decaigas, que no te vengan los momentos de desánimo, que la palabra de José no puede caer en el silencio. Gracias a tí y a José.

Pilar del Río: ¡Qué bien que entendieras la película! Porque es una película de amor, el amor que se proyecta desde la pantalla y que abarca a los espectadores y el amor de los espectadores hacia Saramago. En todas las sesiones en las que he estado he sentido la emoción a parte de las muchas risas y alguno que otro sollozo contenido.

Leitor do El País: En mi opinión la obra de José Saramago, de la que soy un ávido lector y admirador, tiene una fuerte influencia del Quijote, especialmente podría decir en El Evangelio según Jesucristo, La intermitencias de la muerte o Caín. En ellas alcanza una maestría y una libertad en la escritura admirables, pero también un juego en la estructura, así del papel del que me recuerdan a la gran novela de Cervantes. Cuál es su criterio al respecto? gracias. Saludos Pilar, como si se dijera agua.

Pilar del Río: Lázaro Carreter, que fue presidente de la RAE, escribió un día que Saramago era el escritor más ‘cervantiano’ que existía en estos momentos. Es más, dijo que ‘La balsa de piedra’ era como un ‘El Quijote’ de ahora, esos personajes recorriendo La Mancha que es España, luchando con molinos de viento, llendo hacia América como Don Quijote iba hacia Dulcinea. Yo solo soy una periodista de provincias, nunca diría que Lázaro Carreter estaba equivocado.

Leitor do El País: Pilar , era Saramago feminista ????, Te seguía en tus ideas feministas que las percibo en la pelicula ???He visto la película y además de descubrir a Saramago que a través de sus libros lo intuía , te he descubierto a ti , una gran mujer .Que buena respuesta en Portugal , cuando te preguntan por la legalización del matrimonio entre parejas del mismo sexo , y el peligro de la familia ,y que grande tu respuesta en contra de la homofobia ……Saludos Y felicidades por la película .

Pilar del Río: Respondo a un periodista portugués que la legalización de los matrimonios homosexuales era la correción de un deficil democrático. Lo creo firmemente. En cuanto a si Saramago era feminista, respóndame usted. Mire como son los personajes femeninos en su obra. Y ya me dirá. En cuanto a la discusión sobre Hillary Clinton no deja de ser una anécdota. De la que, por cierto, no me apeo.

Leitor do El País: Siempre Saramago. Hola Pilar. Al final de su vida José apoyo pronunciadamente al juez Baltasar Garzón. ¿Cómo veía él lo que le está ocurriendo al juez?

Pilar del Río: El último artículo que José Saramago escribió en su vida fue sobre Baltazar Garzón y decía que ese juez era de los que demostraban que la justicia no ha muerto. El penúltimo artículo que José Saramago dictó porque ya no podía escribir fue viendo en el Telediario salir a Baltasar Garzón de la Audiencia Nacional expulsado por sus pares. Entonces dijo: “Las lágrimas de Baltasar Garzón son mis lágrimas.” Era un amigo, en Argentina consolaron juntos a las madres que les habían matado a sus hijos, en España recibieron juntos a los nietos que buscaban a sus abuelos para enterrarlos juntos a sus abuelas. Le respetaba y le quería. Garzón me acompañó la primera vez que entré en casa ya sin Saramago y ese gesto de amistad no lo olvidaré nunca. Quiero añadir también que lo último que Saramago dictó fue el 2 de junio, el murió el 18. Fueron solo dos palabras: “Gracias Mankell.” Cuando lo vio en la flotilla de la paz a la que Saramago estaba invitado pero que la enfermedad le impidió ir. Que un compañero de letras estuviera ahí le reconfortó en sus últimos días.

Leitor do El País: ¿Qué más le da fuerza para vivir hoy sin Saramago?

Pilar del Río: ¿Quién le ha dicho que vivo sin Saramago?

Leitor do El País: Esta pregunta va desde el cariño. Nunca he leido a José Saramago. Por favor, dígame una razón para ser su lector. Gracias.

Pilar del Río: Porque cuando acabe de leer a Saramago se sentirá más listo, más alto, más guapo, más rubio, más bueno. Porque se sentirá respetado como lector, porque tendrá que poner mucho de su parte para entender y se dará cuenta que usted es más sabio de lo que creía.

Leitor do El País: ¿Por qué ha pedido usted la nacionalidad portuguesa? Saramago es para nosotros algo más que un escritor ibérico, es “uno de los nuestros” sentimos mucho que se haya ido y ahora también nos apena que usted se vaya ¿Qué´va a ser del legado de Saramago en nuestro país? ¿No tendrá continuidad su obra? ¿No hay ninguna propuesta institucional para mantener su legado aquí?

Pilar del Río: No hay ninguna propuesta institucional para mantener el legado de Saramago en España, pero está mi firme voluntad de abrir la casa de José Saramago en Lanzarote el 18 de marzo para quien quiera entrar y respirar el aire de Saramago. Con toda la humildad que caracterizó Saramago y que nos caracteriza a su entorno pero con toda la ambición de quienes sabemos que solamente uniendo voluntades podremos conseguir objetivos grandes. He pedido la nacionalidad portuguesa, y ya me la han dado, porque era una forma de continuar a Saramago y porque quiero pertenecer al país que dio a un hombre tan cercano y tan maravilloso. Claro que todos somos ibéricos pero la tentación de ser portuguesa no me la he querido evitar.

Leitor do El País: Como periodista, ¿qué piensas de la profesión hoy en día?

Pilar del Río: Que la hemos prostituído entre todos. Las empresas convirtiéndose en negocio multimedia, los periodistas bajando la cabeza y siendo cínicos o sumisos. El periodismo ya difícilmente dará un García Márzquez o nos dará una satisfacción cívica tan grande como cuando a las seis de la tarde del 23F El País sacó una edición especial ‘El País con la democracia’. Hoy, todos los medios juegan con nosotros como si los ciudadanos fueran mercancían. No nos respetan y por ello venden menos.

Leitor do El País: Con todo lo que han viajado juntos, ¿qué han aprendido de nosotros, los humanos?

Pilar del Río: Hay una frase que Saramago repetía continuamente: “El otro es como yo y tiene derecho a decir yo.” Eso es lo más importante que he aprendido. Que todos somos iguales pertenezcamos al continente que sea, a la etnia que sea, a la clase social que sea, independientemente del nivel intelectual que tengamos. En cuanto personas, ningún tipo de Wall Street, ningún Presidente de Gobierno, ningún sabio, es más que el minusválido que está pidiendo limosna en la puerta de la FNAC.

Leitor do El País: ¿Eres atea, al igual que José Saramago?

Pilar del Río: Lamentablemente, no podría ser otra cosa que atea. Porque si pensara que existe un Dios tendría que llevarlo a los tribunales por permitir que pasen las cosas que pasan. Prefiero pensar que no existe a que sea tan malo.

Leitor do El País: Si el cielo no existe, tal y como comenta Saramago en el documental, ¿dónde está Saramago ahora?

Pilar del Río: En los libros, que el decía que cuidáramos cada libro que abrieramos porque contenía dentro a una persona, está en la música que oyó, en los cuadros que miró, en los libros que acarició y, con perdón, también está en mi cuerpo.

Leitor do El País: ¿Cómo logró el realizador llegar a ese nivel de complicidad con vosotros? ¡A veces parece que no existe la cámara!

Pilar del Río: Es que la cámara no existía. Hicimos un pacto: ellos no interferirían en nuestra vida y nosotros tampoco en la suya. Acabamos amigos pero cada uno en su casa.

Leitor do El País: Una de las escenas que más me impactó del documental es cuando José está rodeado de bailarines saltarines y de fotógrafos. Te busca con la mirada y grita tu nombre medio asustado. ¿Cuál es tu escena favorita de la película?

Pilar del Río: José me busca en esa escena porque estaba débil y sentía que las piernas le fallaban. Pero nadie se dio cuenta. Y yo esto ahora lo quiero compartir para que se vea el valor de ese hombre. A mí la escena que más me gusta es cuando estamos leyendo simultáneamente, él en portugués y yo en castellano, el fina del ‘El evangelio según Jesucristo’ y la Montaña Blanca de Lanzarote está al fondo…

Leitor do El País: En el documental, el verdadero descubrimiento eres tú Pilar. Me hiciste pensar en los personajes femeninos de Pedro Almodóvar. ¿Te molesta la comparación?

Pilar del Río: En absoluto, los personajes femeninos de Pedro Almodóvar son grandísimos personajes con más profundidad de la que pueden aparantar en una primera lectura. Son los que sostienen el mundo.

Leitor do El País: Tuvo alguna vez celos del otro gran amor de Saramago : la escritura?

Pilar del Río: Nunca he tenido celos de nada ni de nadie. Saramago y yo nos encontramos en la edad madura y sabíamos compartir admiraciones, afectos, pasiones… eramos cómplices. No había lugar para los celos.

Leitor do El País: ¿Le puedes decir algo a una mujer casada con un hombre veintisiete años mayor que ella, al que no solo ama, sino admira, comparte, etc. pero inexorablemente condenada a la diferencia biolóca/temporal? Gracias, contestes o no.

Pilar del Río: Que nadie tenemos el futuro escrito. Lo importante es vivir en cada momento la oportunidad que tenemos y que muchas veces las diferencias de edad están solamente en el carnet de identidad y no en la vida. Porque hay jóvenes mucho más viejos que algunas personas mayores.

Leitor do El País: En su crítica de hoy Javier Ocaña dice sobre el documental: “Perdón por verla, perdón por disfrutarla, maestro.” ¿Qué pensaría José de la película?

Pilar del Río: Que dijo: Que le gustó, que era una película sobre la vida, más interesante en el resultado final de lo que le iba pareciendo durante el rodaje. Que era una declaración de amor a la vida, a la persona con la que vivía. Lástima que el crítico de El País no se haya dado cuenta de esto y haya pensado que Saramago se dejaba llevar por una persona calculadora. Pilar del Rio era la que frenaba y Saramago es el que termina la película diciendo: “Quiero ir a Tokio, quiero ir a la India.”

Os Funerais da Mamãe Grande, de Gabriel García Márquez

Ganhei este livro do casal mais legal do mundo: Nikelen Witter e Luiz Augusto Farinatti. A capa não é a que está ao lado, é uma bem novinha, daquelas bem desinteressantes com as quais costumam ser agraciados os Prêmios Nobel. Os oito contos do volume  — A sesta de terça-feira, Um dia desses, Nesta cidade não existem ladrões, A prodigiosa tarde de Baltazar, A viúva de Montiel, Um dia depois do sábado, Rosas artificiais e Os funerais de Mamãe Grande — passam-se em ou próximas a Macondo, a habitual e visitadíssima cidade ficcional do autor.

Apesar de ser um admirador do colombiano, ainda não tinha lido a Mamãe e o fiz pelo Método Milton Ribeiro de leitura, isto é, em ônibus, salas de espera, banheiros e refeições. Sei lá, estou passando por um período severamente musical e minha cabeça anda muito sinfônica, não obstante estar ouvindo agora as Triosonatas para órgão solo de J. S. Bach. E o órgão não é quase sinfônico? Bem, não há muito espaço para muita coisa. Mas voltemos ao que interessa.

Há belos contos aqui. Minha preferência total vai para o que título ao livrinho. A história da soberana de Macondo é contada com enorme talento e ironia. Tudo, mas tudo serve para empurrar a vertiginosa narrativa que mais não faz do que demonstrar a estrutura de um poder feudal nada afastado de algumas regiões latino-americanas.

Os seus bens, que datavam da época da conquista, eram incalculáveis. Abarcavam cinco municípios, 352 famílias e também a riqueza do subsolo, as águas territoriais, as cores da bandeira, a soberania nacional, os partidos tradicionais, os direitos do homem, as liberdades dos cidadãos, o primeiro magistrado, a segunda instância, o terceiro debate, as cartas de recomendação… Demorou três horas a enumeração dos bens terrenos da Mamãe Grande.

Eu me apaixonei, assim como também pelo estupendo e minimalista conto de abertura A sesta de terça-feira. Nesta cidade não existem ladrões, A prodigiosa tarde de Baltazar, A viúva de Montiel ficam um degrau abaixo talvez apenas pelo gosto pessoal deste leitor um tanto desorganizado.

Pássaros que caem mortos, viúvas ressentidas contra quem não entende os méritos do marido morto, ladrões que não têm o que fazer com o produto roubado, o dentista que arranca dentes de poderosos, a belíssima gaiola de Baltazar, Cem Anos de Solidão, La Mala Hora,  tudo isso serviu para gravar Macondo na memória de milhões de leitores e para que alguns habitantes de Aracataca, cidade natal do autor, tentassem mudar o nome da cidade. Gente sem graça, gente sem graça. Macondo é uma catetral imaginária. OK, também é uma cidade em Angola, mas isso é casual. A Macondo latino-americana é ficcional e  assim deve permanecer em sua glória.

É proibido gostar de Saramago

Não, ninguém é obrigado a gostar de José Saramago. Nem do escritor, nem do político, nem do homem. Porém, ele ganhou o Nobel e isso tira muita gente de seu prumo. Nosso complexo de vira-latas nos faz pensar que, quando alguém de nossa sociedade se destaca, é porque ou roubou ou foi beneficiado por quem roubou. Muitas vezes alguém que deveria ser alvo de nossa admiração é simplesmente “rebaixado” como gay…  Enfim, o bom mesmo é ser igual a todo mundo, embora a maioria aja de forma diversa, pois paradoxalmente milhares querem se destacar num BBB ou coisa pior.  O nome disso: inveja. Lembro de quantos no passado chamavam Tom Jobim de embuste… Seria apenas um epígono do jazz. Dia desses, um post laudatório sobre Oscar Niemeyer foi capaz de jogar meio mundo contra ele e suas obras. Na boa, fiquei rindo, imaginando quando aquilo ocorreria em outro país que conheça. Nunca, é coisa nossa. Já ouvi também gente dizendo que Chico Buarque é um compositor e letrista apenas regular e que só ele usaria a ridícula palavra “cabrocha”. Dificuldades com os gênios deste país? Ora, certamente.

Com o tempo e o contato com vários amigos portugueses, descobri que isto é uma herança daquele país. Há países que homenageiam seus maiores autores. Nas livrarias de Montevidéu, só dá Benedetti. Nas de Buenos Aires, o autor argentino manda (e merece). Mesmo antes do Nobel, Saramago era combatido por ganhar muitos prêmios, por falar (ser entrevistado) demais, por ser convidado (e aceitar) demais. Ah, a inveja, os ciúmes que nos corroem!

Hoje, o bom intelectual deve duvidar da profundidade e da importância de O Evangelho segundo Jesus Cristo, deve achar mais ou menoso extraordinário O Ano da Morte de Ricardo Reis, tem que ignorar Caim e afirmar que As Intermitências da Morte é um livro de gênero transversal. Gosto muito de todos eles e acrescento ainda o “detestável” Ensaio sobre a Cegueira e o “mal realizado” A Jangada de Pedra, pois seria um livro onde a coisa mais extraordinária e insuperável ocorre nos primeiros minutos de jogo, deixando o autor sem ter o que fazer no restante das páginas… Mas também há os que não gosto mesmo: acho Todos os Nomes, o célebre Levantado do Chão e a tal Viagem do elefante bem fracos. Fazer o quê?

Ou será que o ódio de alguns ao autor têm raízes geopolíticas? O cara era ateu e comunista. Como Niemeyer e Chico. Pode até ser, mas aposto mais no Complexo de Vira-Latas.

Ontem, uma pessoa que não conheço e que não é minha “amiga” no Facebook, publicou em seu perfil esta imagem.

Trata-se de uma alusão ao admirável documentário José e Pilar. O primarismo da montagem não adere a nada que foi mostrado no delicado filme, mas a “autora” cometeu um outro ato bastante desagradável. Resolveu agredir as pessoas que já declararam gostar de Saramago. Ora, todos nós sabemos que a segurança do Facebook inexiste, que a gente entra onde quer e quando quer. Os motivos disso é a vontade dos produtores do aplicativo. Eles que querem ser sedutores e mostrar as grandes qualidades (reais) do Facebook e… Dane-se a segurança. Pois a imagem acima foi marcada em todos os seus cantos como se tivessem fotos de pessoas — quem conhece o programa sabe do que estou falando. Desta forma, a cada comentário feito à imbecil imagem, todos os marcados recebiam um e-mail com o conteúdo. O título do e-mail é assim: Juliana L. comentou uma foto sua. Então eu clico sobre um endereço e encontro a imagem acima. Dã.

É uma forma bem cretina de agressão, pois a autora deve ter me encontrado na internet elogiando seu desafeto póstumo e sabia que eu ia começar a receber e-mails. Por sorte, conheço alguma coisa do Face e me retirei da imagem. Ah, elogiei também o filme! Foi meu erro…

Olha, desconfio muito de quem escolhe Saramago como um importante alvo. Há tantos, mas tantos alvos que merecem chiste que começo a achar que quem o agride com tanta inisistência é católico, direitista e morre de inveja até de quem participa do BBB. Porque nada, na obra ou no homem Saramago justifica tal vulgaridade. Leiam ou releiam o autor, vejam o filme e comparem com a imagem acima. Nada a ver.

Como disse no início é permitido não gostar de Saramago, Paulo Coelho, Shakespeare ou Thomas Mann. Mas, para fazê-lo, é mais honesto usar argumentos.

A Espécie Fabuladora, de Nancy Huston

Autran Dourado é um raro caso de escritor em que sua qualidade como cantor é muito superior à música interpretada. A qualidade de sua escritura bate fácil os temas escolhidos. Tal característica talvez seja fatal para a sobrevivência de seus romances. Conheço casos como o de Naipaul, em que o escritor é tão, mas tão inteligente e arguto, que lhe falta texto para organizar a superfetação de temas e interpretações. Posso ser burro demais para ele, claro; tanto que — à exceção de Uma Casa para Sr. Biswas — costumo ficar meio zonzo. O caso de Nancy Huston parece ser outro. Intuo uma grande escritora e uma grande capacidade que é dobrada pela necessidade de ser simples.

É efetivamente complicado comentar este ensaio sobre a Necessidade da Ficção. De forma sintomática, faço uma analogia ao clássico A Necessidade da Arte, de Ernst Fischer, pois o ensaio de Huston trata de forma menos poética e menos geral dos mesmos temas. Porém, se é menos geral, avança muito mais na forma de pensar e de fantasiar do ser humano.

O livro foi escrito a fim de dar uma resposta à pergunta que uma presidiária fez à autora:

— Para que inventar histórias quando a realidade já é tão extraordinária?

Em resposta à pergunta, a canadense Nancy Huston comprova como o fato de acreditar em coisas irreais nos faz suportar a melhor vida real. Ela comprova que a inserção no mundo ficcional começa quando nascemos, com o sentimento de pertencimento a um grupo, com deus, com os primeiros relacionamentos e a gloriosa busca para encontrar um sentido naquilo que estamos vivendo — instinto básico à condição humana, a única espécie que sabe que nasceu e morrerá. Então, já que a realidade humana é tão repleta de ficções pobres e incompletas, é preciso inventar ficções mais ricas, com situações que façam sentido.

Por que disse que era complicado comentar o ensaio sobre um tema tão fundamental e interdisciplinar? Ora, porque, repito, acho que Nancy Huston é maior do que o resultado. Acredito que a autora tenha facilitado seu texto para que este ficasse mais acessível. Não pretendo colocá-la no pelourinho por isto, mas fiquei com a forte impressão de que, por trás daqueles parágrafos encurtados à fórceps, havia o desejo de ser mais e mais simples num assunto que não é nada trivial e que trata de assuntos que partem do atavismo para chegar à arte mais sofitiscada.

Porém, o grande mérito do livro é o da divulgação de verdades complexas de uma forma perfeitamente organizada e simples. E seu problema é exatamente o mesmo; isto é, o de levar ao paroxismo esta característica. Mas vale a leitura, garanto.

Nancy Huston escreve em francês, vive na França e é autora de Marcas de Nascença, vencedor do Prêmio Femina e finalista do Prêmio Goncourt e do recém lançado Dolce Agonia, além de uma dezena de livros. Me deu vontade de conhecê-la melhor.

A Vida Sexual de Robinson Crusoé, de Michel Gall

OK, podem tirar com minha cara. Poucas vezes me enganei tanto com um balaio de Feira do Livro como com este A Vida Sexual de Robinson Crusoé, do francês Michel Gall (Editora Brasiliense, 165 páginas, Coleção Brasiliensex). Uma boa piada, uma engraçadíssima introdução do autor e — pronto! — Milton Ribeiro caiu como um patinho. Ainda bem que custou apenas R$ 5,00.

O livro tinha tudo para ser bom — a introdução é esplêndida — , contando as fantasias do solitário Robinson, assim como os modos como ele, um homem jovem e saudável, fazia justiça pelas próprias mãos ou pela criatividade na inóspita ilha. Mas a coisa degringola de uma forma tão absurda, com tantas cabras e ovelhas passeando satisfeitas que, olha, não dá. O belo Sexta-feira só aparece ao final do livro e nem precisava, tão movimentada já era a vida sexual do involutário eremita.

Gall faz literatura erótica de qualidade média, apenas isso. Quando comprei eu não sabia, mas ele é autor também de A Vida Sexual de Ulisses, de A Vida Sexual de Adão e Eva e de um certo Os Segredos das Mil e Uma Noites.

Penso que possa sugerir: fuja de todos eles.

Carol Bensimon vence o 1º Campeonato Gaúcho de Literatura

Carol Bensimon e seu Pó de Parede venceram a 1ª edição do Campeonato Gaúcho de Literatura na final contra Veja se você responde essa pergunta, de Alexandre Rodrigues. Li ambos os livros, assim como alguns outros que foram eliminados pelo caminho. A presença dos dois na partida decisiva e a vitória de Carol foram merecidas. Apenas livros de contos participaram nesta edição. A próxima edição focará romances.

Foi uma boa decisão a de ter ido ao StudioClio anteontem (28/12)  às 18h a fim de assistir o jogo final através da palavra ao vivo e a cores dos três árbitros. O juiz e seus bandeirinhas — não pensem que vou distribuir os cargos entre eles — fizeram um excelente trabalho. Carlos André Moreira, Luiz Gonzaga Lopes e Marcelo Frizon foram bastante competentes nas fundamentações de seus julgamentos,  assim como o foram o quarto e quinto árbitros — Lu Thomé e Rodrigo Rosp (o qual parece não ter um link para chamar de seu) — na organização do imenso torneio de seis meses e 51 jogos.

Foto de Marcelo Ribeiro - Jornal do Comércio
Francisco Marshall - Foto de Marcelo Ribeiro (Jornal do Comércio)

No âmbito de Porto Alegre, o StudioClio firma-se como o local perfeito para o indispensável diálogo culto e a presença da cerveja Coruja serve para como oportuno e delicioso catalisador de debates. Só não entendi o motivo que levava o curador do local, Chico Marshall (acima), a desejar que eu me embriagasse, servindo-me irrecusáveis Corujas uma atrás da outra, como punhaladas de louco.

Mas tergiverso. Se a proposta do projeto era a de provocar o debate sobre a produção local, esta foi alcançada com sobras e só a tímida  divulgação impediu um sucesso maior do Campeonato. Digo isto porque acabo de escrever no Google “Campeonato Gaúcho de Literatura” e a primeira referência encontrada é a deste prestigioso blog de sete leitores, sendo que a segunda é a do árbitro Carlos André Moreira. Se escrever “Gauchão de Literatura”, o primeiro a ser encontrado é o blog de Antônio Xerxenesky e o segundo é novamente a do blog bi-vice de Carlos André. Estranho.

Foto: Revista O Grito!
Foto: Revista O Grito!

Não discordei do julgamento, mas estava com muita vontade de levantar o braço e interromper os votos para fazer perguntas e encher o saco. Sim, pois eles disseram que o livro de Alexandre Rodrigues seria mais experimental e o de Carol mais, assim, convencional, com construção rigorosa de personagens e outros que tais que caracterizariam uma literatura mais “enquadrada”. Se não disseram isto com todas as letras, deram a impressão de terem dito, o que não é a mesma coisa, mas provoca o mesmo efeito. Ora, ora, acho que o livro do Alexandre é mais ousado na formatação dos 14 contos, alguns curtíssimos, outros verdadeiros enigmas, outros efetivamente belos; porém Carol é absolutamente original e desenquandrada na realização de um original e poético trabalho de linguagem que nunca poderá ser chamado de clássico.

Mesmo a construção dos personagens no(s) livro(s) de Carol são feitos na forma mais de mosaicos faulknerianos do que na de um tijolo balzaquiano. O problema é que a Carol é densa e o Alexandre é rarefeito. Quem gosta mais de densidade, de um trabalho voltado para contar a história de forma mais e mais completa, vai com Carol; quem se seduz com formas originais, com histórias cheias de detalhes literários surpreendentes, vai com Alexandre. Ou será que é antiquado ser denso? Nada disso significa que um seja muito melhor do que o outro, significa apenas que, se estamos comparando um com o outro, devemos dar-lhes as devidas qualidades.

Eu evitei escrever sobre o livro do Alexandre porque ainda tenho aquele pingo de bom senso que me dizia estar acima ou abaixo do que eu tinha lido, nunca em sintonia. Ou seja, estava mais ou menos como o juiz Luiz Gonzaga Lopes, que disse num momento que não gostava dos contos de uma página — e os há no livro do Alexandre. São minoria, mas há. Um conto de uma página que não é uma piada ou altamente poético me deixa brocha por dez páginas. Não sei é também o caso do Gonzaga, falo por mim. Fato análogo ocorreu quando li V.S. Naipaul. Eu sabia que era bom, mas que eu não era o leitor ideal. Se me colocarem na parede, direi que que não gosto do trinitário tão mais inteligente e capaz do que eu, mas como aqui posso abrir mão de fazer críticas àquilo que está  afastado de meu gosto pessoal ou que não compreendo, abro, ora.

Porém, o principal a ser destacado é que esta é uma geração que, apesar de demonstrar tremenda educação e imensos cuidados para não ferir suscetibilidades, começa lentamente a desprezar o compadrio e os elogios vazios para substituí-los por algum debate. As sete pessoas que leem meu blog sabem o quanto sou bakhtiniano e amigo de Platão: a natureza e o habitat das ideias, onde elas vivem e se transformam é durante o diálogo, e elas ficam ainda mais vivas e melhores ainda com Corujas e um curador louco para nos embebedar.

Pois a gente só sabe agora o quanto nos fazia falta um StudioClio.

Queremos de volta as PEQUENAS e acolhedoras livrarias

Publicado em 2 de outubro de 2006

Introdução:

O que é ser old-fashioned? Creio não satisfazer os requisitos mínimos para receber tal epíteto. Uso celular, tele-entrega, cartão de crédito, vou ao shopping (pouco, mas vou), compro na rede, corro na rua (quando posso vou à academia), visto-me como os outros, passo o fim de semana de tênis, mexo com mp3, logo terei um iPod, leio livros e vejo filmes contemporâneos, não sou conservador e não sinto grandes saudades dos tempos passados. Por outro lado, tenho consciência de que os filmes, a música e a literatura contemporâneas são inferiores àquela que se praticava há meio século, assim como meu filho de 15 anos – que passava indagorinha na minha frente -, ao ser questionado sobre o que mais seria atual, respondeu:

– Pai, música ruim é uma coisa bem atual.

E ele, que está sintonizado com seu tempo, que vai a festas, dança, namora, fica, estuda e passa seus dias no Orkut, enfim, que sabe o que há por aí, ouve mesmo é The Who, Led Zeppelin, Bob Dylan, Beatles, Stones, Pink Floyd e Black Sabbath em CDs, assim como eu vejo A Noite de Antonioni em DVD. Mas tergiverso, deixem-me retornar a meu assunto.

De uma forma geral, não creio absolutamente que a humanidade esteja pior do que era, apenas creio que está mais vulgar, mais superficial. Acredito nesta frase de considerável sutileza, humor e conteúdo político, que li no extinto blog português Bombyx Mori:

Não vogando já na doce ilusão de uma sociedade sem classes, concordei em viver numa sociedade sem classe.

Sim, estou adaptado para viver numa sociedade sem classe. Qual era minha outra opção? Desde que a TV não fique ligada naquelas horríveis séries americanas ou na nova e imbecil televisão inglesa, desde que não me obriguem a ler Paulo Coelho nem a ouvir funk, vivo bem. Mas há coisas que não suporto, que me afetam e uma delas está descrita com notável riqueza de argumentos e ironia no texto de Fernando Monteiro que apresento a seguir. Também não acredito que quem escreva os livros que Fernando escreve, os quais estão flagrantemente à frente daquilo que se produz no país, possa ser chamado de old-fashioned ou saudosista. Provavelmente, ele seja justamente o contrário. Fernando Monteiro é autor, dentre outros, dos excelentes Aspades, ETs, etc. (Record), O Grau Graumann (Globo) e do recente As Confissões de Lúcio (Francis).

Queremos de volta as PEQUENAS e acolhedoras livrarias – Por FERNANDO MONTEIRO

Não sei de onde terá vindo o modelo, em voga, das megalivrarias. Se já inaugurou uma na sua cidade, você sabe que estamos falando de alguma coisa daquelas que, a princípio, parecem muito boas e brilhantes, até se ter – no caso das livrarias dos “centros de compras” – a curiosa impressão de livros para ver nas estantes, como holografias sob holofotes, se é que me entendem os que já espirraram em alguma quieta livraria de Trastevere ou de Ipanema mesmo.

Não me sinto numa livraria nesses espaços novos e monumentais, com livros cativos da apresentação suntuosa de celofane e capas envernizadas, mocinhas e rapazes meio zombies e fãs de Caetano vendendo obras que nunca irão ler, os títulos como que disfarçados sob o clima de consumo de cultura ao som de música ambiente e mastigação de pão de queijo com capuccino na cafeteria das ditas cujas super-hiper-megas “lojas” de livros (assim as chamam os seus proprietários orgulhosos dos metros quadrados) etc.

Suponho que esse modelo triunfante tenha vindo dos shoppings que pouco têm a ver com livros fora de moda, acomodados nos pequenos espaços de silêncio acolhedor, sem música, café e “área educativa” para crianças brincarem com livros como objetos descartáveis na forma de elefante, leão e hipopótamo supostamente simpáticos.

Comprei quase todos os meus livros – depois de muito procurar ou escolher – no ambiente limitado de livrarias que já não estão nos seus lugares, foram fechadas, extintas e até mesmo demolidas para existir só na memória do tato, dos dedos examinando volumes numerados e assinados, não escapando o leitor compulsivo de aspirar o cheiro das páginas de livros portugueses, espanhóis e franceses de folhas à espera das espátulas aposentadas.

Havia um ritual com o livro, uma cerimônia secreta no manuseio desse “produto” venerável e mais digno de ser embrulhado do que ser entregue num saco plástico com propaganda de croissants gordurosos e outras parcerias das novas livrarias guinchando o leitor para a compra do acessório – porque o Livro talvez seja um estranho no ninho das novas livrarias suntuosas de espelho, luz e vazio como uma casa moderna num antigo filme de Antonioni sobre o eclipse do humano na noite da incomunicabilidade.

Minha vista educou-se na luz discreta sobre as lombadas, sou do tempo de estantes até envidraçadas, onde os livros do estoque semelhavam as estantes de uma casa, enquanto os lançamentos estavam nas bancadas acessíveis, sob a luz amarela de lâmpadas antecipando o tom dourado da tarde ir suavizando as coisas lá fora, quando o crepúsculo na Rua da Imperatriz vinha por sua coria na sombra das árvores curvadas sobre o rio cortando a cidade.

Num tempo em que tudo virou Mercado, eu sei que o livro – um dos “objetos” mais antigos do mundo – teria a sua vez de ser tratado como produto, em dezenas de telas de terminais de computadores que amputaram o prazer de descobrir um título apertado nas estantes das livrarias de outrora, antes do admirável mundo novo do e-book e do livro on-line, entregue pelos fantasmas sem mãos da virtualidade.

“Imperatriz”, “tom dourado”, “fantasmas” – essas são palavras propositadamente deslocadas para tratar do tema das livrarias espetaculares no lugar das livrarias ricas de modéstia e calma, expondo Suave é noite como um mistério a ser decifrado. No lugar disso, agora entramos numa livraria-monstro do gosto desta época (será mesmo?) e todas as luzes violentas do comércio se acendem sobre capas gritando nos ouvidos dos meus olhos: compre, compre, compre.

A leitura não é – nunca será – estimulada pelo impacto. A grandiosidade equivocada não tem o que fazer por livros de verdadeira qualidade, que o tempo vela e que você descobre, cedo ou tarde, secretamente acumulando a estranha sabedoria das obras indefiníveis num certo escaninho da alma.

“Alma”? Desculpem pela palavra (este é um texto de gosto antiquado).

Ia eu dizendo que não se conquista (nem sequer os pequenos leitores) pelo aliciamento para o reino demolido das palavras, tipo “aqui, temos um espaço para vândalos-mirins brincarem com livros como se fossem bonecos sempre-em-pé como uma bola quadrada; aqui, você ouve música, aprende-se karatê e a fazer sushi de ikebana. De quebra, vende-se livros com sabor de literatura de plástico para o namorado que não esteja sabendo o que dar para a namorada, etc.

Em defesa das super-livrarias, deve-se dizer que elas podem ser boas ao menos para marcar encontros: ninguém deixa de ver uma dessas grandes “lojas” de livros do tamanho de estacionamentos verticais, brilhando como catarro em parede de vidro. Brilho sob brilho, são lágrimas na chuva os lamentos chorados sob os números estonteantes das livrarias de 200 mil títulos como que resguardados da leitura – e nenhuma obra de salvação que possa evitar o suicídio de um mendigo desesperado.

Os livros – alguns livros – podem salvar o mundo (e o pedinte de Fiodor), além do novo papa e até você – que gosta das jumbo-livrarias instaladas nos espaços-âncoras dos monster-shoppings.

Mas, você realmente gosta das grandes, modernas, assépticas e abstratas livrarias do gosto de Matrix?

O Livro vem do enrugado pergaminho e do silêncio de claustro das universidades medievais empoeiradas. Debaixo do pó, elas preservaram o mundo da antiguidade clássica no meio do mistério cristão-bizantino. Há obras sobre isso, lacradas sob liso papel celofane, na seção de livros de arte das completas, maravilhosas, incríveis “MacBooks” que nem são mais livrarias, ou não mais apenas isso, essa palavra que lembra alfarrábio, manuscrito, sebo, vela, pena, papel de arroz, percalina, douradura, encardenações inglesas, gravuras e lembranças da margem esquerda do Sena transferida, afinal, para a direita do capitalismo triunfante do final do século 20.

E uma livraria da nova cultura é uma coisa do 21, do jogo iluminado para admirar e comprar (e ler?) os livros entregues em sacolas de plástico reciclável, colorido e artificialmente aromatizado.

Por que procurar um livro obscuro, para que comprar o “Judas”, numa imensa livraria cheia de estudantes comemorando o novo Dia de Matar o Índio? Numa velha livraria, pequena e cheia de pó, se você não achava o livro já-não-lido de Thomas Hardy, terminava levando um outro, algum livrinho que você não buscava e que se revelava capaz de mudar a sua vida, debaixo da luz fraca, no meio da relativa calma do antigo lugar dominado por um porta de guizos.

Mas, quem quer calma? E quem ainda quer ouvir guizos, címbalos, sistros, quando todos parecem preferir percussão metalizada, sintetizada e aumentada entre as escadas que dão acesso ao telão instalado no andar de cima, o andar eletrônico das benesses do Mercado “que recupera tudo”?

Numa antiga livraria demolida você poderia encontrar até um livro desconhecido de George Katsimbalis – aquele que gritava para os galos da Ática – e, talvez, quem sabe também o grande amor da sua vida, calçada com galochas, num sábado de chuva (“ela entrou, sob o som delicado da porta, e você a viu sob a luz coada, a fronte molhada dos pingos na franja um tanto juvenil”)…

Poesia! Para que serve a poesia – numa grande e dispersa livraria? Como no poema de Ascenso Ferreira: “para nada”, quando já não parece haver tempo para poesia & amor entre dois cafezinhos. O tempo ruge, a calculadora urge, a época é fria e ninguém mais usa galochas – mesmo nos sábados antigos dos novos romances com o gosto ressecado de pão de queijo frio. E, em vez do galos da Ática, ouve-se os címbalos falsos do mais novo “romance” de Paulo Coelho abarrotando a entrada da cultura e o caixa.

Melhor: se você achar que PC já era, está chato e repetitivo das bobagens que ele sempre repetiu, leve a nova versão de auto-ajuda elaborada por Lya Luft, com a inteligência da gaúcha agora a serviço dos descartes do livro-sanduíche-íche-íche. É o produto, por excelência, das super-hiper-megalivrarias.

Sons, Blogs, Literatura e Poesia Descosturadas num Post Curto e Confuso

Publicado em 3 de agosto de 2007

Em 2003, publiquei um post de boa repercussão sobre a Rádio da UFRGS. Uma amiga minha, ao ler aquele post, repassou-o a sua mailing list da UFRGS e isto foi fatal. O Departamento de Artes inteiro leu, até os aposentados da Universidade leram. Sofri alguns ataques de estudantes, mas sabia que tinha razão e, mais importante, a rádio mudou, adequando-se magicamente ao que eu tinha pedido.

Achava que tudo tinha sido casual, talvez tivesse ocorrido uma mudança já planejada, sei lá. Isto até ontem, quando uma funcionária da rádio sentou-se na minha frente por razões profissionais e descobriu que era eu o autor da “bomba”. Soube que o post havia sido discutido longamente, que eu era detestado por alguns e amado por outros e que a rádio aceitara alguns de meus argumentos.

A rádio anda otimamente bem com seu jovem programador, sobre quem tenho uma história estranha. Um dia, lá no início de 2005, quis fazer uma entrevista ao vivo ou por escrito com ele; tal entrevista serviria como uma espécie de reconciliação com a rádio, porém, quando ele soube que eu era o autor daquelas críticas de 2003, tratou de fugiu de mim como o diabo da cruz ou a cruz do diabo, tanto faz. Alegou timidez e fiquei me sentindo um leproso. Entendi agora. Sem problemas, ele é excelente, conhece música e a rádio está arrasando no item qualidade.

Estas pequenas histórias servem para sublinhar o surpreendente poder dos blogs, que receberam excelente artigo na revista Época deste mês, com destaque para a incrível foto de um Inagaki em camisa-de-força.

Por falar em rádio, todos os interessados em literatura deveriam ouvir a belíssima entrevista de João Gilberto Noll para a rádio Antena 1 portuguesa. A entrevista, conduzida magistralmente pelo escritor português Francisco José Viegas, pode ser ouvida na íntegra aqui. E vejam que nem admiro tanto o Noll. Porém, encantou-me a forma hábil com que o Viegas retirou de Noll detalhes sobre seu universo, sobre a marginalidade de seus personagens e como o contextualizou no mundo e no Brasil. A civilidade e o conhecimento do entrevistador revelou a riqueza do entrevistado. Não é para qualquer um. Uma jóia imperdível para quem gosta de literatura e sinceridade.

Com a finalidade de unir de forma esfarrapada estes dois assuntos, há o declaradíssimo e derramado amor de Noll por Bach e por Porto Alegre – o sul, o sul -, amores que compartilho com ele e onde me descubro seu par. “A catedral viva” de Bach, o homem que é sempre sublime – expressões utilizadas por ele na entrevista -, torna-nos irmãos agnósticos crentes na religião da música. Ah, e Noll mostra conhecer bem o caráter dos blogs. Não adianta, de escritores a programadores de rádio, de ex-mulheres a advogados, todo mundo lê blogs.

Para ouvir a grande rádio da Universidade – ativa há 49 anos – em seu micro, clique aqui e vá seguindo o “AO VIVO”: vale a pena!

Diálogos Amorosos:

– Hum – digo.
– Eu sei que não foi muito engraçado, mas fico triste quando invento uma piada e tu não ris.
– (Risadas.)

Utilíssimo Manual (Revisitado hoje):

Eu era recém separado e a procurava com um manual na mão. Quando via uma, observava-a detidamente e fazia a comparação com o manual. Não descansava. Ele já estava manuseado, amarelado e engordurado; abria sozinho naquela página. Era só o que eu queria e tinha que ser. Não fosse daquele jeito, tudo voltaria. Até que encontrei.

Porque

Porque os outros se mascaram mas tu não
Porque os outros usam a virtude
Para comprar o que não tem perdão.
Porque os outros têm medo mas tu não.

Porque os outros são os túmulos caiados
Onde germina calada a podridão.
Porque os outros se calam mas tu não.

Porque os outros se compram e se vendem
E os seus gestos dão sempre dividendo.
Porque os outros são hábeis mas tu não.

Porque os outros vão à sombra dos abrigos
E tu vais de mãos dadas com os perigos.
Porque os outros calculam mas tu não.

Poema da imensa portuguesa Sophia de Mello Breyner Andresen.

(O manual pode ser encontrado no Brasil em Poemas Escolhidos, Companhia das Letras, 2004.)

O Amor em Tempos de Copa (com exclusivo final feliz!)

Publicado em 19 de junho de 2006

Ana Cristtina fazia aniversário em 12 de junho, Dia dos Namorados. É claro que isto apenas a prejudicava. Ganhava menos presentes, ora! Seus namorados, pensava, aproveitavam-se do fato e davam-lhe somente um presente. Mais: tornava-se hiper-sensível neste dia e nos precedentes. Tanto que, no dia anterior, um domingo, mandara seu namorado passear ao ser trocada por Portugal x Angola. Se ainda fosse um jogo do Brasil ou da Argentina, tudo bem, mas Portugal x Angola era demais.

Ramiro respirou aliviado. Estava sem grana e agora mesmo é que não lhe daria presente algum, quem manda ser histérica. Depois, passado o dia 12, tentaria reatar. Afinal, Ana Cristtina valia a pena. Era bonita e boa de cama. Seu único problema era aquela eterna mania de querer discutir a relação aos prantos e tarde da noite, quando ele estava louco para dormir e já pensando na encheção de saco do dia seguinte. Era motoboy por influência de Ana, que fazia o mesmo serviço.

Ana passou o dia 12 recebendo ligações de seus clientes e, cada vez que desligava o celular, dizia em voz alta:

– Puta que o pariu. De novo, não era o filho da puta.

Durante a tarde, chegava e saía dos clientes com os olhos marejados. Alguns, que lhe conheciam há mais tempo, cumprimentavam Ana pelo Dia dos Namorados e faziam seus cumprimentos extensivos a Ramiro. Perguntavam se onde eles iriam à noite, um jantarzinho íntimo, um motel? Ela sorria e não respondia nada. Depois, na moto, mais lágrimas. Ao final da tarde, mais nervosa, passou a acelerar mais e a fazer suas freadas bem próxima aos automóveis. Pensou que um pequeno acidente seria uma boa. Neste momento, como por mágica, uma carro à sua frente deu engatou a ré acertando-lhe em cheio o joelho. Ana deu um grito, descarregando todo o seu ódio naquela má motorista que certamente comprara sua carteira. Mas a mulher que batera em Ana parecia preocupada, saiu do carro pedindo-lhe desculpas, dizendo que iria levá-la imediatamente a um hospital e que aquele estava sendo um dia terrível para ela. Não parecia grave, mas Ana não estava conseguindo apoiar o pé no chão sem dor.

Estacionaram a moto e foram ao hospital. No carro, ambas pegaram seus celulares:

– Ramiro, me acidentei com a moto. Não queria te ligar, mas a quem poderia pedir ajuda?
– Ronaldo, meu amor, aconteceu algo horrível.
– Um carro deu ré bem na minha frente e…
– Sei que não devia te ligar, mas és homem e talvez…
– … acertou o meu joelho. Estou sendo levada para o hospital…
– … saibas a burocracia que envolve um acidente. Tenho…
– … com muita dor… Não, a própria mulher que bateu em mim. Tu poderia vir aqui?
– … seguro e tudo, mas sei lá. Isto é coisa de homem.

Na sala de espera, dois homens esperavam vendo Itália x Gana. Um estava vestido como um executivo, o outro de calças jeans e capacete no colo. Trocavam observações sobre o jogo. O pênalti não marcado por Carlos Simon a favor dos ganeses foi recebido com compreensão. Afinal, todos os gaúchos sabem que Simon é um dos piores árbitros brasileiros, mas que deve ter amigos importantes. Deram risada. Quando ele não deu o segundo pênalti, riram mais ainda. Quando a Itália fez o segundo gol, ambos ficaram vacilantes entre ver o gol e receber Ana e Mônica que apareram no corredor. Ana vinha claudicante, apoiando-se a Mônica.

Os dois homens notaram a simetria da situação e, já sérios, encaminharam-se para suas mulheres.

– Ai, tá doendo, me fizeram uma atadura e me mandaram ficar em casa à noite.
– Eu estava nervosa com nossa discussão, Ronaldo. Imagina que engatei a ré em vez da primeira.
– Tu podes me levar para casa? Putz, logo no meu aniversário…
– Poderia ter matado a menina. Sou uma idiota.
– Obrigado. Mas, acho que não dá para deixar a moto onde ela está estacionada.
– Só quero ir para casa tomar um banho e que este dia passe.

Quando atravessaram a sala de espera, os dois viraram-se para a TV a fim de ver que o jogo tinha terminado 2 x 0. Ronaldo piscou o olho para o amigo.

Ramiro passou a noite com Ana Cristtina. Deu-lhe os parabéns repetidas vezes pela dupla data e, se não houve presentes, não faltaram beijos e suspiros no pequeno apartamento dela. No lugar de discutirem até altas horas, a única provocação que houve foi a de Ramiro dizer que os dois tês do nome de Cristtina significavam “tesão” e “TPM”. Riram. Do outro lado, Ronaldo, o cidadão um pouco gordo que namora Mônica, fez o mesmo, dormindo fora de casa.

Por serem pessoas normais, não viveram felizes para sempre, mas garanto-lhes que, naquela noite, tiveram a ilusão de que isto seria possível.

O Salário Moral de um Dia Triste

Publicado em 1º de junho de 2006

Comecei o dia lendo no jornal a pior das notícias. Morrera o pai do melhor amigo de meu filho. Acordei-o e dei-lhe a notícia quando saía do banheiro. Fora uma uma longa doença, o fato era esperado, mas ficamos muito tristes, é claro. Daniel Herz era um jornalista e intelectual, mas antes disso era alguém doce, que gostava de conversar e que tinha recebido o Bernardo em sua casa por centenas de vezes, assim como recebemos o Guilherme. Gostava de conversar com ele. Era alguém inteiro.

Macambúzios, descemos antes das sete da manhã para que eu levasse os meninos à escola. Nosso carro, pela primeira vez em anos, não ligou. Bateria, motor de arranque, alternador? Não sei. Fomos de táxi até a casa de minha santa sogra – santa mesmo! – para pegar seu carro emprestado. Os guris chegaram atrasados na aula.

Depois de um compromisso que me tomou metade da manhã, voltei para devolver o carro e fui em casa ver o que tinha acontecido com o nosso. Com meus inexistentes olhos de mecânico, achei tudo normal. Chamei o seguro e fui ver meus e-mails. Havia este:

(Para tudo! Antes tenho que contextualizar meus sete leitores para que compreendam o e-mail:

Um dia, pelo MSN, Paulo José Miranda, escritor português e meu amigo, contou a história de uma pequena grande livraria da cidade de Aveiro, em Portugal. Esta livraria, chamada O Navio de Espelhos não é um estabelecimento comercial trivial. Ela tem como donos pessoas que conhecem livros e que, além de promover encontros entre leitores e escritores em ambiente agradável, patrocinam uma programação diária de serões de narração, noites de poesia, serões de contos, debates, comunidades de leitores, etc., tudo entre chás e bolos. Até aí tudo muito civilizado. O incivilizado começa agora. Ao lado da livraria, foi inaugurado um shopping e, no shopping, uma destas megalivrarias onde não há espaço para nada disso e muito menos para livreiros cultos. Então, Paulo propôs uma reação ainda mais civilizada. Sugeriu que fossem distribuídos aos leitores contos inéditos de escritores amigos da Navio de Espelhos. Aí entrei eu. Completo dizendo que Aveiro – cidade que não conheço – é a cidade onde nasceram meus avós paternos.)

Agora o e-mail que li:

—————————-
Caríssimo Milton,

Antes de mais, muito obrigada por nos ter enviado um inédito seu.

Nós imprimimos numa edição caseira, que temos a “petulância” de achar muito bonita. Imprimimos 50 exemplares à vez aqui na nossa “oficina”. Depois vestimos, cantamos, dizemos, pintamos o seu texto e os demais. Fizemos “quase” tudo. Na prática esta ideia do Paulo fez-se gente e está a crescer devagarinho mas de forma preciosa. É uma história dos afectos.

Esta ideia dos inéditos é uma história de amor. Do que se pode fazer quando se quer lutar por alguma coisa incondicionalmente.

Obrigada por participar.

Envie-nos, por favor, a sua morada e nós enviamos o seu inédito impresso por nós e também os outros inéditos, a fazer de conta que nos veio visitar.

Mais uma vez,

Obrigada.
—————————-

Fiquei absolutamente feliz, mas não pude responder porque tinha que tratar do carro – que foi rapidamente consertado – e de buscar meu filho a fim de levá-lo ao velório. Foi com um misto de pressa e cuidado que respondi quando cheguei ao escritório.

—————————-
Querida Sónia.

Talvez seja difícil imaginar o que esta proposta do Paulo teve de “afetos” também deste lado do mundo. Nunca fui à Portugal, mas meus avós vieram de Aveiro. Tua cidade é a única de Portugal com a qual tenho ligações afetivas. Sempre penso: “E Aveiro? Quando?”.

Quando o Paulo me falou sobre a idéia dos inéditos e tua livraria, aderi imediatamente ao plano e o farei sempre que desejares. Podes (e deves) usar e abusar daquilo de bom (ou ruim…) que eu venha a produzir. Nunca senti tão fortemente aquilo que Borges chamava de “a nostalgia do desconhecido”. Anteontem, o Paulo avisou-me que nossos livros estavam na vitrine (montra) de tua livraria. Logo pensei: puxa, estou em Aveiro. Adoraria – e como! – receber o exemplar de minha modesta farsa de tuas mãos, dentro da tua livraria, mas… Já que não é possível, vamos a meu endereço:

Outra coisa: muitas vezes escrevi – e até comentei certa vez com o Luís Graça – sobre as grandes livrarias sem personalidade, com caras de shopping e com atendentes que parecem nunca ter aberto um livro. São uma praga. Nego-me a fazer compras nestes lugares da pressa e da falta de contato humano.

E mais: se considerares que tens poucos exemplares dos outros inéditos, por favor, não os envie. De forma alguma gostaria de deixar um de teus clientes a ver, por assim dizer, navios. Mas faço questão de ter o meu! Afinal, quero a minha parte nesta história de amor….

Um beijo carinhoso e muito obrigado.
—————————-

A expressão “salário moral” do título me foi trazida por outro escritor amigo, o pernambucano Fernando Monteiro. Significa aquilo que ganhamos em centímetros quando um fato nos envaidece. Creio que ele poderia nos explicar melhor nos comentários.

Observações Finais:
1. Não dei o nome da livraria porque ainda não pedi autorização a seus donos para contar esta história.

Up-date das 9h: Recebo outro e-mail de Aveiro:

Milton, venho secretamente trabalhar nos papeis quando o resto da cidade ainda tem a cara encostada ao lençol. É nesse instante que abro o seu e-mail. Bela maneira de começar o dia.

Autorização concedida.

Muito obrigada.
Sónia.

2. O conto que está sendo publicado é uma versão corrigida e ampliada deste aqui. Minha mulher e a revisora não gostam dele. Eu o acho divertido. Aqui no blog está sua primeira versão.

3. Além do site cujo link coloquei acima, a livraria O Navio de Espelhos – nome mais português impossível! – ainda tem um blog aqui.

Aforismos e Minicontos de Primeira Linha

Publicado em 23 de março de 2006

Marcelo Backes acaba de lançar, pela Editora Record, o surpreendente e inclassificável volume Estilhaços. No livro, pertinho do impagável Pequeno Dicionário Nostálgico de Meu Futebol Missioneiro, há, exatamente na página 89, o que segue:

A inteligência vem do berço?

Bernardo, filho do meu amigo Milton Ribeiro
– o melhor leitor não-profissional do Brasil -,
gosta de documentários.
Aos cinco anos de idade,
ao ver três funcionários
do departamento municipal de limpeza urbana
inspecionando as canalizações de esgoto em
Porto Alegre
perguntou:
“Pai,
São paleontólogos?”.

O resto livro também vale a pena. Juro que não há mais elogios a mim… A amizade cria exageros. Uma prova? Bem, na contracapa do livro há isto, simplesmente:

Princípio

Viver
é escrever
para não
matar…

Novo Referendo

Publicado em 30 de outubro de 2005

Você é a favor da proibição da comercialização de campeonatos de futebol no Brasil?

1- NÃO
2- SIM

Será que desta vez o SIM vence? Vote nos comentários abaixo.

Obs.: Post inspirado em e-mail escrito por Elias Dill (Maurício).

Acrescentado às 9h40 do mesmo dia:

A colorada Elenara Iabel Cariboni nos envia uma importante e curiosa contribuição ao debate: uma crônica escrita por Graciliano Ramos em 1921, sob o pseudônimo de J. Calisto, na qual ele defende a tese de que o Brasil não tinha vocação para o esporte, e sim para a rasteira. A rasteira? Sim, a mesma que levamos do Dr. (?) Luiz Zveiter, 84 anos depois, ao acordarmos, num domingo, manhã de jogo importantíssimo, sem a liderança do campeonato. Se hoje os comentários sobre esportes e outras previsões de Graciliano só nos provocam riso, ele acerta em cheio ao escrever que “desde S. Exa. o senhor presidente da República até o mais pançudo e beócio coronel da roça, (…) todos os salvadores da pátria têm a habilidade de arrastar o pé no momento oportuno.”

TRAÇOS A ESMO
GRACILIANO RAMOS – Publicado pela primeira vez em “O Índio”, em Palmeira dos Índios (AL), em 1921, sob o pseudônimo de J. Calisto.

Pensa-se em introduzir o futebol, nesta terra. É uma lembrança que, certamente, será bem recebida pelo público, que, de ordinário, adora as novidades. Vai ser, por algum tempo, a mania, a maluqueira, a idéia fixa de muita gente. Com exceção talvez de um ou outro tísico, completamente impossibilitado de aplicar o mais insignificante pontapé a uma bola de borracha, vai haver por aí uma excitação, um furor dos demônios, um entusiasmo de fogo de palha capaz de durar bem um mês.

Pois quê! A cultura física é coisa que está entre nós inteiramente descurada. Temos esportes, alguns propriamente nossos, batizados patrioticamente com bons nomes em língua de preto, de cunho regional, mas por desgraça estão abandonados pela débil mocidade de hoje. Além da inócua brincadeira de jogar sapatadas e de alguns cascudos e safanões sem valor que, de boa vontade, permutamos uns com os outros, quando somos crianças, não temos nenhum exercício. Somos, em geral, franzinos, mirrados, fraquinhos, de uma pobreza de músculos lastimável.

A parte de nosso organismo que mais se desenvolve é a orelha, graças aos puxões maternos, mas não está provado que isto seja um desenvolvimento de utilidade. Para que serve ser a gente orelhuda? O burro também possui consideráveis apêndices auriculares, o que não impede que o considerem, injustamente, o mais estúpido dos bichos. (…) Fisicamente falando, somos uma verdadeira miséria. Moles, bambos, murchos, tristes – uma lástima! Pálpebras caídas, beiços caídos, braços caídos, um caimento generalizado que faz de nós um ser desengonçado, bisonho, indolente, com ar de quem repete, desenxabido e encolhido, a frase pulha que se tornou popular: “Me deixa…” Precisamos fortalecer a carne, que a inação tornou flácida, os nervos, que excitantes estragaram, os ossos que o mercúrio escangalhou.

Consolidar o cérebro é bom, embora isto seja um órgão a que, de ordinário, não temos necessidade de recorrer. Consolidar o muque é ótimo. Convencer um adversário com argumentos de substância não é mau. Poder convencê-lo com um grosso punho cerrado diante do nariz, cabeludo e ameaçador, é magnífico. (…)

Para chegar ao soberto resultado de transformar a banha em fibra, aí vem o futebol.

Mas por que o futebol?

Não seria, porventura, melhor exercitar-se a mocidade em jogos nacionais, sem mescla de estrangeirismo, o murro, o cacete, a faca de ponta, por exemplo? Não é que me repugne a introdução de coisas exóticas entre nós. Mas gosto de indagar se elas serão assimiláveis ou não.

No caso afirmativo, seja muito bem vinda a instituição alheia, fecundemo-la, arranjemos nela um filho híbrido que possa viver cá em casa. De outro modo, resignemo-nos às broncas tradições dos sertanejos e dos matutos. Ora, parece-nos que o futebol não se adapta a estas boas paragens do cangaço. É roupa de empréstimo, que não nos serve.

Para que um costume intruso possa estabelecer-se definitivamente em um país é necessário, não só que se harmonize com a índole do povo que o vai receber, mas que o lugar a ocupar não esteja tomado por outro mais antigo, de cunho indígena. É preciso, pois, que vá preencher uma lacuna, como diz o chavão.

O do futebol não preenche coisa nenhuma, pois já temos a muito conhecida bola de palha de milho, que nossos amadores mambembes jogam com uma perícia que deixaria o mais experimentado sportman britânico de queixo caído. (…)

Temos esportes em quantidade. Para que metermos o bedelho em coisas estrangeiras? O futebol não pega, tenham a certeza. Não vale o argumento de que ele tem ganho terreno nas capitais de importância. Não confundamos.

As grandes cidades estão no litoral; isto aqui é diferente, é sertão. As cidades regurgitam de gente de outras raças ou que pretende ser de outras raças; não somos mais ou menos botocudos, com laivos de sangue cabinda ou galego.

Nas cidades os viciados elegantes absorvem o ópio, a cocaína, a morfina; por aqui há pessoas que ainda fumam liamba. (…)

Estrangeirices não entram facilmente na terra do espinho. O futebol, o boxe, o turfe, nada pega.

Desenvolvam os músculos, rapazes, ganhem força, desempenem a coluna vertebral. Mas não é necessário ir longe, em procura de esquisitices que têm nomes que vocês nem sabem pronunciar.

Reabilitem os esportes regionais que aí estão abandonados: o porrete, o cachação, a queda de braço, a corrida a pé, tão útil a um cidadão que se dedica ao arriscado ofício de furtar galinhas, a pega de bois, o salto, a cavalhada e, melhor que tudo, o cambapé, a rasteira.

A rasteira! Este, sim, é o esporte nacional por excelência!

Todos nós vivemos mais ou menos a atirar rasteira uns nos outros. Logo na aula primária habituamo-nos a apelar para as pernas quando nos falta a confiança no cérebro – e a rasteira nos salva.

Na vida prática, é claro que aumenta a natural tendência que possuímos para nos utilizarmos eficientemente da canela. No comércio, na indústria, nas letras e nas artes, no jornalismo, no teatro, nas cavações, a rasteira triunfa.

Cultivem a rasteira, amigos!

E se algum de vocês tiver vocação para a política, então sim, é a certeza plena de vencer com auxílio dela. É aí que ela culmina. Não há político que a não pratique. Desde S. Exa. o senhor presidente da República até o mais pançudo e beócio coronel da roça, desses que usam sapatos de trança, bochechas moles e espadagão da Guarda Nacional, todos os salvadores da pátria têm a habilidade de arrastar o pé no momento oportuno.

Muito útil, sim senhor.

Dediquem-se à rasteira, rapazes.

Mulheres, me ajudem!

Postado em 16 de agosto de 2005

Sou bastante antiquado e romântico para acreditar que muitas crianças, diante das circunstâncias certas, são leitoras naturais até o momento em que esse instinto é destruído pela mídia.

Harold Bloom, no prólogo de Contos e Poemas para Crianças Extremamente Inteligentes de Todas as Idades.

Minha filha Bárbara, que está quase com 11 anos, precisa de indicações de livros para meninas pré-adolescentes. Minhas caras leitoras, ela é uma menina como vocês foram: é inteligente, sonhadora, altamente romântica, apaixonada pelas coisas e revela certa tendência para escrever. Nunca pertenci a seu maravilhoso sexo e, apesar de amá-lo incondicionalmente e de dedicar grande parte de meu tempo a entendê-lo, não pretendo mudar. Prova disto é que nem as visitas periódicas e obrigatórias ao proctologista tiraram-me de meu caminho. Assim, sempre li livros para meninos e, até hoje, prefiro o futebol ao balé. Não vou indicar-lhe Os Meninos da Rua Paulo, que foi meu livro mais querido na pré-adolescência, assim como de meu filho. Minha mulher lia uma inacreditável biblioteca para moças de sua avó. São livros da primeira metade do século XX e, se funcionaram para a Claudia, não funcionariam para a Bárbara. Minha ex-mulher, que se chama Suélen (ou Pâmela, não lembro), mal fala comigo.

Por favor, deixem-me comentários salvadores. Quais os livros que você indicaria antes que minha filha seja trucidada pela mídia? Tenho certeza que o fantástico grupo de leitoras que possuo — apenas como leitoras, infelizmente — não me deixará sozinho.

P.S.- Bárbara está gostando de Clarissa, de Erico Verissimo.

Comentários:

–> E tenho dicas de livros que são ótimas, pois tenho 11 anos e leio todos:Agenda de Carol Diário de Débora Agenda de Carol Fala sério mãe! Rita está crescendo Todos os cinco são muito legais. Vale a pena!
Luiza     Mulheres, me ajudem!     Jun 27 2007
–> Oi, td bom? Encontrei esse seu pedido desesperada por acaso, buscando por um dos livros citados pelas leitoras no google. Eu recomendaria os livros da série vagalume, são uma graça e podem agrdar a Gregos e Troianos. Se ela é romântica, então sem dúvida um livro de contos de Clarice Lispector ou de Lygia Fagundes Teles é um ótimo começo! Contos, pq os romances de Clarice já são bem densos… Mas se ela gostar de aventura ou suspense, aconselho Edgar Alan Poe. Ah, e se vc achar alguma versão pra adolescentes, um clássico tipo “Sonhos de uma noite de verão” seria maravilhoso. Bem, citei esses livros pq eu cresci com eles, mas tenho lido Harry POtter e apesar da mídia ser muito exagerada em cima dele, é um livro legal pra adolescentes da idade dela. Eu sinceramente recomendo! Um abraço e boa sorte!
Roberta     Mulheres, me ajudem!     Sep 1 2006
–> Gostaria de conhecer outras obras suas.
Ruama     Mulheres, me ajudem!     Dec 23 2005
–> Milton, Carolina adorava uma coleçao de contos chamada “Para gostar de ler” com seleçoes de autores muito bons como Rachel de Queiroz, Fernando Sabino, Rubens Campos, Mário Qintana, Cecília Meireles, etc. Também gostava de poesia que copiava em seus cadernos e sabia de memória!´ De minha época eu lia o que encontrava pela biblioteca do Lorde:e os que mais gostava eram os de Érico Veríssimo, Garcia Marques, Ariano Suassuna, Pablo Neruda. Gostava muito também de ler biografias… Bueno, mas vc já teve assessoria demais! Beijinhos na Bárbara.
nora borges     Mulheres, me ajudem!     Aug 25 2005
–> Postado por Milton após sugestão de Leila Couceiro e “roubo” (meu) das Garotas Que Dizem Ni: A leitura daqueles tempos As capas eram chamativas. O tamanho da letra, grandão. As páginas eram poucas e ilustrações apareciam sempre. Tudo isso acabava sendo chamariz para minha curiosidade quando eu era criança. Naquele tempo, bastava ver uma brochura esperando para ser degustada na prateleira “Infanto-Juvenil” que eu já sacava da frase favorita dos petizes: “Compra, mãe?”. Se bem que hoje eu continuo fuçando nas estantes mais coloridas da loja. A única diferença é que não caibo mais nas mesinhas e cadeirinhas disponibilizadas para a leitura dos pequenos – e sou chamada de “tia” por eles. Apesar do apelo natural que um livro voltado ao público infantil carrega, acender a vontade de ler é trabalho árduo quando se tem apenas um punhado de anos. Como competir com videogame, Internet, televisão e brincadeiras com os amigos? E olha que a escola também não colabora muito. Acho o fim aquelas leituras obrigatórias de apenas uma opção – ou seja, todo mundo vai ler exatamente o que a professora acha legal. Eu passei por tudo isso. Confesso que muitas vezes preferia tentar quebrar meu recorde no Enduro a passar a tarde lendo. Mas não há administradores de tempo melhores do que as crianças. O dia, para elas, possui umas 36 horas. Dá para fazer de um tudo – ler, inclusive. Eu conseguia. E, apesar de não haver Harry Potter naquela época, a magia era certa com… … O Gato do Mato e o Cachorro do Morro De Ana Maria Machado Existe um título infantil mais delicioso do que essa riminha aparentemente boba? O Gato do Mato vivia brigando com seu maior inimigo, o Cachorro do Morro, para decidirem quem era o mais valente e destemido da dupla. O problema é que do nada surge um leão para botar o rabinho dos dois entre as pernas. Nas minhas lembranças confusas, este livro figura como o primeiro. … O Gênio do Crime De João Carlos Marinho Quando chegamos naquela fase em que histórias de fadas e bichos viram “coisa de criança” (como se ainda não fôssemos isso), a melhor pedida é esse causo de mistério que fez parte da infância de muita gente – uma vez que foi publicado, pela primeira vez, em 1969. Foi a chance de brincar de detetive mirim e adivinhar quem estava por trás do esquema de falsificação de… figurinhas! … O Menino do Dedo Verde De Maurice Druon Era o meu “Pequeno Príncipe”. O personagem também é descrito como um menino loiro de olhos azuis e que vivia em um mundinho só dele. O dom de Tistu era, claro, o dedo verde – tudo o que ele tocava ganhava vida, principalmente as plantas. Tipo aquela cena de “E.T. – O Extraterrestre” em que o alienígena faz uma flor reviver. E a história, como no cinema, tem final triste e inesperado. … A Curiosidade Premiada De Fernanda Lopes de Almeida Toda criança já passou pela fase dos “Por quês”: para a gente era divertidíssimo saber por que a água é molhada e por que o fogo é quente; para os adultos, porém, deve ser dose. Essa brochura mostra bem o assunto levado até as últimas conseqüências. Glorinha é uma peste que quer saber tudo e incomoda muita gente com tanta curiosidade. Mas consegue, com isso, fazer até os pais aprenderem. … O Escaravelho do Diabo De Lúcia Machado de Almeida Se eu fosse falar de todos os livros que li da “Coleção Vaga-Lume”, precisaria de pelo menos um mês inteiro só versando sobre o tema. Como nem eu nem você agüentaríamos, vou me ater apenas ao principal. A história dava conta de uma série de assassinatos de pessoas ruivas que recebiam um pequenino escaravelho pouco antes de comerem capim pela raiz. Dava medo, mas era ótimo. … A Bolsa Amarela De Lygia Bojunga Outro dia vi esse volume em um sebo e amaldiçoei os céus por não ter um troco sequer na carteira para comprá-lo. Tudo bem: prometi a mim mesma voltar lá depois para reviver a saga da menina que mistura o dia-a-dia com histórias fantásticas de amigos imaginários que só uma criança sensível e imaginativa consegue criar. Faz muito tempo, mas lembro de ter devorado cada página. … Quem Manda Já Morreu De Marcos Rey Outro favorito da coleção “Vaga Lume”. Perceba que eu já adorava histórias tipo “C.S.I” desde pequena. Ali, o herói era o Edu, um rapaz que ajudava seu tio detetive – conhecido como Palha – a desvendar mistérios. O maior deles era a identidade de um tal de Boss. Depois de ler e reler e reler mais uma vez, ainda fiz com letra caprichada todo o suplemento de atividades. Sem a professora mandar. … História Meio Ao Contrário De Ana Maria Machado É tudo de trás pra frente, de ponta-cabeça. E como era divertido! Primeiro, o livro começa com “E eles foram felizes para sempre” e termina com “Era uma vez…”. Depois, a princesa se recusa terminantemente a casar-se com o príncipe encantado. A autora colocou um conto de fadas no espelho e recriou tudo assim, maluco, para a alegria dos pequenos que, como eu, tiveram a sorte de ler. … Marcelo, Marmelo, Martelo De Ruth Rocha Três histórias em um só volume: uma sobre Marcelo, um menino que resolveu criar seu próprio idioma, digamos, básico (cachorro era “latildo” e colher era “mexedor”); uma sobre Teresinha e Gabriela, duas garotinhas bem diferentes, mas que no fundo eram iguais; e uma sobre Carlos Alberto, um moleque mimado e egoísta que não gostava de perder. E tudo isso assim, de uma vez. Maravilha. … O Menino Maluquinho De Ziraldo Certamente o meu livro infantil favorito de todo o universo. Tanto que eu ainda o guardo, apesar da capa rasgada, das folhas soltas, do cheiro de mofo e dos rabiscos de canetinha que meus irmãos fizeram nele quando eram bebês. E o pego de vez em quando para falar oi ao menino que era maluquinho como todos nós éramos, mas que virou um adulto muito legal. Como eu espero ter virado.
Milton Ribeiro     Mulheres, me ajudem!     Aug 21 2005
–> Igual à maioria das mulheres aqui, também li muito e de tudo (inclusive bulas de remédio, livros “de menino” e “de adulto”, enciclopédias, dicionários, revistas da National Geographic), primeiro sem discriminação, e depois aprendendo a discriminar sozinha. Acho que o melhor é ter, em casa, uma biblioteca enorme e variada, e deixar que ela mesma entre lá e pegue o que quiser. Pode até ser que ela leia Lolita ou Grande Sertão : Veredas sem ter total capacidade para entendê-los, mas a gente não ama só o que entende completamente, talvez seja até um pouco o contrário, né ? ;o)
Cynthia     Mulheres, me ajudem!     Aug 20 2005
–> Milton, preste atenção nas bancas de revistas…sai ainda esse mês o lançamento dos Clássicos da literatura brasileira em quadrinhos para o público infanto-juvenil. Uma meia-forma de incentivo à leitura. Beijus
Luma     Mulheres, me ajudem!     Aug 19 2005
–> Amigo, eu pensei uma boa parte do dia no seu post, que preferi responder hoje. Estou dando um curso sobre rodas de leitura para professores, e seu post me fez reencontrar algumas questões importantes. Puxa, lembrei de tanta coisa boa dessa idade… A sua ansiedade e vontade de acertar como pai é simplesmente uma graça… E comove, de tão sincera. Cristo disse uma vez, “não peço que os tire do mundo, mas que os livre do mal.” Infelizmente, não fugimos da mídia… Pelo contrário, precisamos conhecê-la bem para saber combatê-la. E discordo de quem diz que somos tão frágeis ao ponto de ter nossas personalidades distorcidas profundamente. Temos uma porta interna que, se tivemos uma boa formação de caráter e personalidade, só abrimos para quem não vai nos desvirtuar. Ser curioso e sentir necessidade de conhecer de tudo a toda hora é muito comum nessa idade… E como é. Eu me lembro de ter sido assim. E foi aí que eu me lembrei que, na idade da sua filha até os meus 18 anos, eu li de tudo. Li o “Clarissa”, que a sua menina gosta… Li vários livros que falavam de adolescência ( feitos para adolescentes ), como “A Hora do Amor”, e “A marca de uma lágrima”. Li sobre sexo, li contos de mistério, li toda a obra da Agatha Cristhie e todas as bobageiras de banca daquelas Sabrinas e Biancas. E li também Machado de Assis, Maquiavel e Oscar Wilde. E todos eles, dos bons aos ruins, formaram quem eu sou hoje. Mas te digo – o melhor de ler tudo isso foi tê-los eu mesma escolhido. Então… Dê a sua filha a chance de escolher entre muitas opções. Respeite as escolhas dela… E se ela é ótima, como eu acredito que seja, encontrará por si só o seu caminho, o seu estilo, amadurecendo a seu tempo a leitora e a escritora que ela é. Agora, se você quer ser útil nessa hora, penso que o melhor é que mostre a ela o que você gosta e conte da sua paixão por este ou aquele livro. Meu avô fazia isso comigo, e eu me sentia conquistada sem que ele nunca tivesse entregado um livro em minhas mãos. E não há questões de gênero na literatura… Acho que tudo é para todos. Não é não? Perdoe o tom “professoral” da resposta… rs Ando tão chata que nem mesmo me animo a escrever pra não irritar a outros. rs Mas olha, meu coração diz que seu amor pela menina Bárbara é sempre o melhor conselheiro… O amor é sábio. Se é! Beijo enorme, pra você e pra menina. E olha, se não conhece ainda, tente o livro “Como um Romance”, do Daniel Pennac… Acho que ele pode te servir muito. 🙂
Karina     Mulheres, me ajudem!     Aug 18 2005
–> Oi milton! agora estou vendo sua pergunta. Olha, meu livro Caixa Postal 1989 ganhou todos os prêmios , ele é da José Olympio editora. Ele é um livro adorado pelos jovens. Principalmente pelas meninas. O livro foi escrito em 89, ganhou o jabuti em 93, entre outros prêmios, e até hoje recebo mails de leitores. Há até comunidade de fãs no Orkut. Infelizmente eu não tenho nenhum exemplar em casa pra te enviar, senão, seria um prazer. Tenho outros livros em casa. Se você me passar o endereço terei prazer em presentear.
Angela     Mulheres, me ajudem!     Aug 18 2005
–> Meu coloradinho favorito, aproveito para dizer que sou bem mais crítico do que tu em relação ao manoel de oliveira! Agora em relação aos conselhos de leitura para a tua filha, permite que te diga que sou homem e, como tu, amante das mulheres, mas não percebo porque é que só por ser homem sou excluído. Pois não me parece que as sugestões que aqui vou deixar sejam inferiores às sugestões das tuas respeitáveis leitoras: Aventuras de Alice no País das Maravilhas. As aventuras de Gulliver. Evidentemente, aconselho os mesmos livros ao pai da aconselhada (aproveito ainda para ir reler, pela enésima vez, o primeiro dos livros que sugeri). Abraço, Paulo
Paulo José Miranda     Mulheres, me ajudem!     Aug 18 2005
–> Mílton, experimenta Minha vida de menina, da Helen Morley, ela deve gostar. Li o Monólogo até onde foi publicado, eu acho (V parte?). Queria ler o final, mas não achei. Bjins
adelaide     Mulheres, me ajudem!     Aug 18 2005
–> Milton, compre urgente para ela: – Os livros de Karen Cushman: “Aprendiz de Parteira”, “Catarina, a Menina Passarinha”, “A Balada de Lucy Whipple” e “Matilda do Osso”; – “Ella Enfeitiçada”, de Gail Carson Levine; – A trilogia para jovens de Isabel Allende (A Cidade das Feras, O Reino do Dragão de Ouro e A Floresta dos Pigmeus); – A trilogia de Pippi Meialonga, de Astrid Lindgren, que alguém já sugeriu; – “Harriet, A Espiã” (um clássico!! mas esqueci o nome da autora…) – “O Caçador”, de Ana Lúcia Merege (hehehe); – Se ela for do tipo brincalhão, os livros da série “Witch”, tipo “Como se dar Bem com seus pais”, “Como se dar bem na escola”… – Se ela for do tipo romântico, livros de Marina Colassanti, mas só os de contos voltados para jovens. E nunca mais deixe de me consultar em assuntos importantes como esse, viu? Beijos, me visita! Ana
Ana Lúcia Merege     Mulheres, me ajudem!     Aug 18 2005
–> Bom como hoje em dia uma menina de 11 anos ja sabe muito bem o q quer pq tenho uma q tem 12, acho q deve seguir um conselho ja dito antes leve ela em alguma livraria e deixe ela mesma escolher sua leitura. beijos
marcia     Mulheres, me ajudem!     Aug 18 2005
–> Nossa, que coisa complicada. Mesmo pq eu não tenho gdes livros nessa época da vida. Mas aconselho o Mahabharata de Claude Carrière.
Charô aka Suricata     Mulheres, me ajudem!     Aug 18 2005
–> ..quanto aos livros ainda não sei,mas qto ao comentário sobre a Rádio imaginária (em teu coment. no Zadig) aqui tens uma locutora voluntária em prontidão! bjo na palma da mão!
Bugra     Mulheres, me ajudem!     Aug 18 2005
–> oLÁ Milton, Um dos livros modernos para meninas é o ” O mundo de Sofia” provavelmente você ja o conheça http://www.ime.usp.br/~cesar/projects/lowtech/mundodesofia/ Beijos Stella
Stella     Mulheres, me ajudem!     Aug 18 2005
–> Engraçado que minha filha de 11 a Amália ama, lê e relê as aventuras de Pipi meiolonga, os contos nordicos, russos, árabes. E por conta do filme leu toda a coleção Desventuras em série. De quebra ainda dei as duas O Genio do crime. Eu vi outro na FNAC que as duas pequenas pediram. Amália tem 11 e Roberta 9. É auqle livro da menina que entra no armário e conta histórias.. agora esqueci.. Mas no geral os contos, ela amou. Beijos Odila
Maria Odila     Mulheres, me ajudem!     Aug 17 2005
–> Eu concordo, a mídia anda destruindo a vontade de ler.
Pedro     Mulheres, me ajudem!     Aug 17 2005
–> Milton, pedirei que Flora opine, mas tenho uma posição quanto a ler: o importante é ler, qualquer coisa, mesmo o que possamos considerar subliteratura, pois após o desenvolvimento do hábito de ler o próprio leitor passará a selecionar bons livros; atualmente meninos e meninas lêem livros comuns, como os de J. R. R. Tolkien, Catherine Clément, Eoin Colfer, Alice Sebold e até mesmo, por estranho que pareça, Mark Twain, Charles Bukowski e Stephen King, preferencialmente os contos destes três últimos autores; por falar em contos, os mini contos de Marina Colassanti costumam fazer sucesso entre a garotada e as crônicas de Veríssimo também. Em tempo: ambos ficamos decepcionados com a Cobra Coral em Porto Alegre, não é?
Manoel Carlos     Mulheres, me ajudem!     Aug 17 2005
–> Tem uma fase que a leitura cai um pouquinho, por mais que elas gostem de ler; é que o pensamento vagueia e vai longe… Olívia! Eu li toda a coleção Vagalume, da Ática. E todos os clássicos brasileiros. Se fosse eleger um livro mais atual e que as meninas gostam, sem dúvida seria “O mundo de Sofia”, mas diferente da maioria nada contra o “Harry Potter”. Beijus,
Luma     Mulheres, me ajudem!     Aug 17 2005
–> Milton, minha filha adora Clarice Lispector, Ana Cristina Cesar e Caio Fernando Abreu, mas já tem 18 anos…. Acabei de falar com ela e lembramos que ela leu e adorou “O Mundo de Sofia”, de Jostein Gaarder quando tinha 11 anos. É uma excelente opção, também dei a ela, nessa época, vários livros de Vinícius e Drummond, acho que são ótimas pedidas, leves, agradáveis de ler…. Lembro que também comprei uns livros infanto-fuvenis de autores clássicos, tinha uma coleção dessas com James Joyce, Fitzgerald, Goethe, tudo com historinhas leves (por incrivel que pareça hehehe), ainda deve existir algo do tipo. Agora, nunca me rendi a esses para-didáticos horriveis que a escola obriga a ler. procurando a gente encontra coisas bacanas e compreensíveis pras meninas. ps.: quando digo para-didáticos, não estou me referindo, claro aos classicos brasileiros, mas umas coisas novas horrorosas que apareceram nos ultimos anos.
Denise Arcoverde     Mulheres, me ajudem!     Aug 17 2005
–> Eu li todo José de Alencar, li o Tempo e o Vento (amei, li umas cinco vezes depois de novo) – eu era uma menina de fazenda, me identificava com essas coisas – e sexo não assusta não, é melhor a novela (inevitável) com o Veríssimo do que sem ele. Li tanta coisa que não consigo lembrar…acho que ainda repetia uns Lobatos de vez em quando, vício adquirido aos seis. Júlio Verne. E um monte, inesgotável, de coisas menos famosas, que eu ia catando e lendo. Acho que nessa idade, o importante é dar coisas com muito conteúdo de conhecimentos gerais, porque a memória é fantástica. Eu juro que passei no vestibular por ter lido uma porcariada de escoteiros em férias no Rio Paraguai, Verne, essas coisas. Literatura de verdade eu curtia, mas é claro que depois que reli mais velha eu percebi que não tinha entendido nada. Então vejamos, acho que tem duas coisas: uma são os fatos e informações concretas que nunca mais esquecemos, que podem ser adquiridos em todo tipo de livro, e com maior concentração em literatura “light”, tipo Verne; outra coisa é a noção das coisas humanas, do sentido da vida, essas coisas mais profundas. Para isso, para mim, foi bom ter lido literatura “adulta” quando criança, mesmo sem entender tudo. (por essa razão tenho certo “pé atrás” com Harry Potter e afins, não ensinam muita coisa prática nem muitas coisas humanas – acho que o Lobato tem uma medida mais equilibrada de fantasia e realidade, apesar de as relações humanas nele serem fraquinhas)
Julia     Mulheres, me ajudem!     Aug 17 2005
–> Eu lia Júlio Verne, Dumas, a Condessa de Ségur e, depois, M. Deli. Além de todo o Monteiro Lobato. O que eu daria a ela? Capitães de Areia, de Jorge Amado. Os Harry Potter, sem a menor dúvida. Li os dois primeiros, são muito interessantes e tenho uma porção de pacientes-amigos que não perdem um. Acho que os ‘antigos’ clássicos tipo de Júlio Verne, Dumas, etc, ainda a atrairão. Há umas edições adaptadas por gente como Cony e Ferreira Gullar, se não me engano. No mais, leve ela pra Livraria Cultura ( ou outra assemelhada) e deixe que ela mesmo fuce e descubra os livros que quiser ler. Faço isso com minha sobrinha de 9 anos, e ela adora. Uma coisa é certa: ler é experiência de cada um. A gente ajuda, mas ela é quem irá escolher. Beijo grande, Márcia
Márcia     Mulheres, me ajudem!     Aug 17 2005
–> Milton, meu dileto amigo. Ah, as leitoras que possuímos!! Nossa salvação. Os proctologistas, ô agrura dos cinquent’anos… Como o pedido de socorro só se estende às leitoras, aguardemos, cavalheiros… Amitiés, BetoQ. P.S.: Dia 19 se aproxima, hem?! Festa à vista nos Verbeats. Queria muito estar aí. Milton responde: Calma, Zadig, para que tanta pressa? Serão 48, apenas.
Zadig     Mulheres, me ajudem!     Aug 17 2005
–> Minha primeira sugestão seria Mme Deli, como a Cláudia. Gostei aos 10 anos, de Os desastres de Sofia da Condessa de Ségur ( rss). Bom, a escola nos obrigva a ler os citados pela Cláudia, mas aos 12 eu lia ( escondido) Jorge Amado! Beijão
Mônica     Mulheres, me ajudem!     Aug 17 2005

Rascunho

Publicado dia 28 de julho de 2005

(É muito chato falar sobre as tragédias de nosso país. Nem o Collor me deixou deprimido como estou agora com a roubalheira e as mentiras dos governantes que receberam meu voto… É, meu voto.   Melhor mudar de assunto. Bem, então vou falar de uma coisa boa.)

Vou falar sobre uma ilha de resistência que deveria orgulhar a todos os que amam os livros. O jornal Rascunho, que chega ao número 63 neste mês de julho, é uma publicação mensal de 32 páginas dedicada exclusivamente à literatura. Prestem atenção, 63 meses significam 5 anos e três meses de vida. Para um jornal independente, voltado exclusivamente à literatura e que sempre fez questão de qualidade, é muito.

O escritor pernambucano e colaborador do Rascunho Fernando Monteiro costumava me enviar cirúrgica e gentilmente as edições do jornal que julgava pudesse haver algo de meu interesse; porém, este mês, pensei que talvez até a cortesia de meu amigo  conhecesse limites e resolvi finalmente assinar o jornal. Também pudera! Fernando Monteiro está iniciando a publicação de um romance inédito e completo em suas páginas. <i>O Inglês do Cemitério Inglês</i> chegará aos leitores do Rascunho da mesma forma que se fazia no século XIX, capítulo a capítulo, mensalmente. Não vou comparar Fernando a Machado ou Dostoiévski, mas ele deve estar satisfeitíssimo com o convite do editor Rogério Pereira para secretar, mensalmente e em pleno século XXI, os capítulos de seu novo livro. No mínimo, bem no mínimo, será acrescentado um enorme charme ao Rascunho, além de acenar com uma longevidade ainda maior para um jornal que, repito, dedica-se exclusivamente à literatura.

Como em qualquer publicação onde as pessoas expressam opiniões, o Rascunho gerou polêmicas, algumas tolas, outras pertinentes. O saldo positivo é muito alto. Por exemplo, fiquei muito feliz quando li que o jornal resolvera discutir a obra de João Gilberto Noll. Foram publicadas, lado a lado, uma crítica favorável e outra nem tanto. Como estou entre os “nem tanto”, gostei; afinal, não estou sozinho no mundo. Houve a polêmica sobre Sebastião Uchoa Leite e a revista – coisa inédita – desculpou-se. Já imaginaram a Veja fazendo isso?

Se algum de vocês se interessar, a edição 63 traz duas grandes entrevistas com Affonso Romano de Sant`Anna e Marina Colasanti, e um monte de artigos: um enorme sobre a obra de Mario Quintana, outro sobre Osman Lins (Avalovara), mais Carpinejar, Machado, etc., etc. e até uma crítica sobre o último livro do homem que aquela revista mais detesta no mundo, o homem que quer mamar nas tetas do Estado, o hediondo e repugnante Marcelino Freire.

Não recebo comissão, mas se algum de meus sete leitores quiser assinar o jornal é só mandar um e-mail para [email protected], aos cuidados de Rogério Pereira. Custa R$ 30,00 por semestre. Quando ele  chegar pelo correio – o jornal, não o Rogério -, vocês verão que é baratíssimo. Tenho alguns amigos em Curitiba que já estavam me deixando na dúvida, mas depois do Rascunho, ficou provado definitivamente: não há só bundões em Curitiba.

Relatório Pessoal sobre a Flip 2005

Publicado em 13 de julho de 2005

Quando saímos de Porto Alegre, o termômetro que temos em frente de casa indicava 3 graus, mas quando chegamos a São Paulo estava quente e eu já suava. A Mônica, do Crônicas Mônica, e seu marido vieram nos buscar em Cumbica e fomos direto a Parati. Viagem boa, conversa fácil. Compramos os ingressos para as mesas que nos interessavam e finalizamos o primeiro dia indo ao show de Paulinho da Viola. Um espanto. Duas horas de clássicos e de algumas músicas novas. Nem deu para sentir o inimigo insidioso que preparava-se. Quando saímos do espetáculo, ele já estava armado: um inesperado frio de rachar. Mesmo querendo dar uma de gaúcho e desejando dizer que tantos agasalhos era frescura de cariocas, não havia como negar. Eu tremia e representava mal a coragem gaúcha para o frio.

Então, começamos a nos aquecer com a pinga de Parati. Para quem não está acostumado a beber álcool, aquilo tinha um efeito muito confortável. O frio passava e já não sabia se nossos amigos Mônica e Luiz eram realmente agradáveis e engraçados ou se era apenas mais um dos efeitos das Salinas, Nêgas Fulos, Coqueiros e Santa-Não-Sei-O-Quê que bebíamos. O resultado no outro dia? Nada. Nenhuma dor de cabeça, só uma vontade louca de dormir que nos fez perder as primeiras palestras da FLIP.

Conseguimos apenas assistir à mesa 3, às 15h do dia seguinte. Marina Colasanti, Vilma Arêas e Benedito Nunes falavam sobre Clarice. Apesar do enorme conhecimento de Vilma, foi médio. Ficou a impressão de que se ela estivesse sozinha, seria fantástico. Depois pulamos para a mesa de David Grossman e Michel Ondaatje, que foi monótona para quem não conhecia suas obras. Eles se referiam demasiadamente a questões judaicas bem conhecidas e Grossman parecia muito ressentido com o mundo, enquanto Ondaatje queria falar sobre poesia. Havia um chiado preocupante que parecia sair dos altos falantes. Uma falha técnica? Não! Era a chuva, que viera para acompanhar o frio. Fomos para o Restaurante do Fogo. Ali, eles flambam tudo com cachaça e é aquele fogaréu. Entramos molhados pela chuva fria e começamos a função tomando uma Gabriela, que é uma cachaça licorosa, com cravo e canela. Muito boa. A comida era excelente, apesar das porções resumidas. Resolvemos reforçar o estômago com uma sobremesa. Entramos num bar em que havia música esplêndida de jazz e bossa nova. Os caras eram ótimos mesmo. Não sei quem eram. Comemos e ficamos assistindo ao grupo acompanhados novamente daquele líquido, agora em versão incolor, apesar do apelido de “branquinha”. Ficamos com sono – eu e a Claudia – e fomos para o hotel. Perdi o grande momento em que a Mônica foi convidada a cantar desafinada, ops, Desafinado, Garota de Ipanema e todo o cerne do repertório jobiniano. Ela costuma cantar enquanto caminha, enquanto anda de carro, enquanto come, ela está sempre cantando. Tem uma voz grave, rouca e afinada. Cantava em sua mesa no bar e foi chamada ao palco. O problema é que seu marido começou a fazer gestos indicando que o couvert teria de ser dividido entre ele – agora travestido de empresário – e os músicos; desta forma, sua carreira foi abortada por uma dispensa entre risos. Perdi tudo isto! E, para completar, as fotos estão sob inflexível censura.

No dia seguinte, tornamo-nos intelectuais sérios. Assistimos à melhor palestra da FLIP: Beatriz Sarlo e Roberto Schwarz (Um Lugar para as Idéias). Deveria ter sido gravada. Foi uma inesquecível lição sobre Jorge Luis Borges, Machado de Assis, engajamento, compromisso intelectual e Juan José Saer.

Fomos almoçar no Bartolomeu, que tem boa comida e uma loira gostosa que olhava para mim e que provocou ciúmes não na Claudia, mas no Luiz, pois ele não fora aquinhoado com os mesmos olhares… Depois chegaram outras mulheres lindas – lindas mesmo – e ele dizia: tudo bem, me dá a pior e eu fico satisfeito! Eu e a Mônica ficamos boiando enquanto ele e a Claudia conversavam de forma minuciosa sobre comida. Antes de 2002, não conhecia pessoas assim. A Claudia estava encantada, porque o Luiz “pensava” a comida de forma semelhante a dela. Trocavam receitas e receitas, inventavam pratos, faziam variações mentais a respeito e elas pioravam ou melhoravam. Concordavam em tudo e reviravam os olhos de prazer, enquanto eu e a Mônica observávamos. E informo-lhes que estavam sempre sóbrios. (Descobri um fato que desconhecia. Esses chefs em potencial escolhem seus restaurantes pelo cheiro. É ele que determina se a comida oferecida é boa. Estou definitivamente fora desta especialidade. Sou um insensível.)

Deixamos minha loira e fomos para Orhan Pamuk (Mar de Histórias II: As Mil e uma Noites). A Flip tinha engrenado. O turco Pamuk é uma metralhadora informativa. Explicou-nos a imensa influência de Borges na divulgação das Mil e Uma Noites no mundo e a visão do oriente e do ocidente sobre o livro. Pamuk não esperava pelas perguntas, interrompia o entrevistador, sorria aparentemente sem motivo, mexia pernas e mãos para falar, era de tal forma agitado que era difícil manter a atenção em seu discurso. Depois de uma hora, a Claudia irritou-se e disse que não conseguia mais fixar sua atenção naquele maluco. Foi embora, enquanto eu jogava o corpo para a frente, tentando não perder nada do diferenciado conhecimento daquele homem que estava física e intelectualmente sobre aquela ponte de Istambul que é Àsia de um lado e Europa de outro e que tomava os dois mundos num só olhar. Outra grande palestra. À noite, assistimos a um recital es-pe-ta-cu-lar de Hamilton de Holanda. Garanto-lhes que o homem é um gênio e que nunca tinha visto alguém tocar bandolim daquela maneira.

O dia seguinte começou com a concorrida mesa de Arnaldo Jabor e do rapper MV Bill. Não a assisti, mas toda Parati estava lá. A mesa seguinte teve uma Parati desatenta e dispersa, mas foi do mesmo nível da de Schwarz e Sarlo. Chamava-se Zona de Conflito e foram entrevistados os correspondentes de guerra Jon Lee Anderson (Guerra do Iraque) e Pedro Rosa Mendes (Guerra de Angola). O educadíssmo americano Anderson cedeu grande parte de seu tempo para que o português falasse sobre uma guerra desconhecida e sobre o seu multi-premiado livro Baía dos Tigres, que descreve a guerra. Desculpem, não dá para resumir. Ouvimos um tremendo documento humano sobre uma população paupérima – e em grande parte mutilada pelas minas – subjugada por interesses de vários países, entre eles Portugal, Estados Unidos, Cuba e Brasil (Petrobrás e Odebrecht) e curvado por interesses tribais e de grupos armados como UNITA, MPLA, FNLA, FRELIMO, RENAMO, etc., etc. etc., além de por ditadores riquíssimos que dominam o cenário, o qual é literalmente tão minado e estropiado que criou uma cultura dantesca. Por exemplo, alguns angolanos cortam suas vacas a fim de tirar-lhe alguns bifes, depois, costuram alguns pontos e tratam de recuperá-la, pois não podem sobreviver sem ela. Assim, todos são mutilados. Lembrei do Holy Grail (do Monty Phyton), lembrei daquele guerreiro que quer lutar sem braços e pernas, mas aqui não tratava-se de comédia.

Saímos de lá e vimos a Sílvia Chueire. Estava acompanhada do escritor português Paulo José Miranda, que me presenteou com um livro de sua autoria onde a ficção entrelaça-se com metáforas sempre musicais. Li um pouco e parece tratar-se de algo muito bom. Recebeu alguns prêmios, mas esqueci-me deles. Desculpa, Paulo. Os dois foram encantadores e Paulo fez-nos dar risadas com suas histórias, além de revelar-se um exímio conhecedor de futebol.

** Atualização feita no mesmo dia, às 14h40. Nos comentários a este post, o Paulo explica: O prémio que esqueceste é o primeiro prémio José Saramago (que é extensivo a todos os países de língua portuguesa). Mas não tem problema, não! Problema mesmo é essa sua fixação pelo SLB (Benfica). Abraço, Paulo. **

À noite, chegou a vez de Salman Rushdie (O Equilibrista), que fez uma mesa muito alegre, inteligente e comovente. Fez a platéia emocionar-se – é um perfeito ator! – durante a leitura de um trecho de seu último livro em que refere-se a sua Caxemira natal, depois endureceu dizendo que só um idiota escreveria um simples livro pastoril de memórias sobre a Caxemira, que a literatura deve espelhar a realidade e que impôs-se a destruição daquela Caxemira, tal como o fizeram indianos e paquistaneses. Disse que chorava ao escrever a segunda parte do livro e perguntava-se a cada momento se valia a pena torturar-se daquela forma, mas concluíra que tinha de ir em frente. Naquela noite, não houve festa, pois a Claudia e a Mônica tombaram de cansaço.

No último dia, almoçamos num indiano ótimo (Ganges) que a Claudia descobrira pelo cheiro, é claro… Foi nossa melhor refeição, não foi, Luiz? Depois, assistimos à palestra O Sabor da Letras, de Anthony Bourdain, ex-chef do badalado restaurante “Les Halles”, de Nova York, e que escreve sobre gastronomia, além de trafegar na área da literatura policial. O cara, que é excelente escritor, já era conhecido do Luiz e, por sugestão deste, era a leitura da Claudia durante a FLIP. Ela engoliu as 400 páginas do livro Cozinha Confidencial em tempo recorde e chegou entusiasmada, como todos nós, para assistir à mesa. Mas a entrevistadora era uma débil mental. Acho que foi ela quem tornou o excelente Bourdain tão desbocado e desmotivado.

Tiagón perguntou-me ontem: o chef que a Claudia engoliu é o Bourdain? Essa era a mesa que eu mais queria assistir. Li Cozinha Confidencial umas dez vezes… Viram? O cara tem leitores realmente qualificados.

Foi uma boa Flip. De resto, houve as merecidas babações para Clarice, o contínuo frio estranho que impediu as escunas de saírem e que nos atirou para dentro dos restaurantes, bares e casas de espetáculos (todos os músicos bons estavam lá, incrível!) e… para a pinga salvadora. Ah, e houve o susto de Parati, pois a prefeitura de Ouro Preto quer desesperadamente sediar a próxima edição. Porém Liz Calder já disse: no way, ficamos em Parati. O evento é daqui. Alívio dos nativos.

Como no ano passado, retiramos-nos já com saudades e planejando a Flip 2006. Porém, é indiscutível que o fato principal da edição 2005, do ponto de vista pessoal, foi a presença da Mônica. Ela é a pessoa com quem tenho a relação mais curiosa da blogosfera. Em dois anos de amizade, tivemos duas enormes brigas. A primeira, causada por um comentário horrível e desajeitado que fiz em seu blog, durou uma semana; a segunda durou muito mais, houve um afastamento de uns quatro meses e conseguimos conversar somente após a providencial intervenção de sua irmã . Não éramos obrigados a reatar, não somos parentes e nem nos conhecíamos pessoalmente, mas os vínculos que a blogosfera e as palavras criam não podem ser chamados de fracos ou descartáveis. Já amiguinhos de novo, acertamos a viagem dos dois casais através do MSN e foi a decisão mais correta. Estas viagens são de alto risco; podem ser chatas pelo contato intensivo, pelo comportamento inesperado de alguém, pelas manias que se revelam, por coisas que não sabemos avaliar previamente, etc. Fazíamos juntos as refeições e o festerê, mas hospedamo-nos em hotéis separados. Quando a coisa parecia demais, ou seja, quando já estávamos muito tempo juntos, o casal Mônica e Luiz sumia como que por encanto (como eles adivinharam a hora certa?), a ponto de eu pensar se não tinha cometido nenhuma grosseria (quem não é um pouquinho paranóico?). Depois, nos reencontrávamos e a mágica se restabelecia. A Claudia e o Luiz são pessoas encantadoras e tranqüilas, e demonstraram perfeita disponibilidade para conhecerem-se e conviverem, com cachaça ou sem. Sempre houve um sincero interesse de uns pelos outros, rimos muito (o Luiz é um piadista nato) e tudo foi simples como conversar com velhos amigos num bar conhecido. Passamos a noite de domingo na belíssima casa deles em São Paulo e, ao saírmos de madrugada (3h45) para ir ao aeroporto, pisamos – eu, a Claudia e o taxista – em volumosos cocôs de cachorros que decoravam a calçada. Dizem que é sorte.

(Mais, melhor e a origem das fotos: aqui.)

A Baixinha, a FLIP

Publicado em 5 de julho de 2005

Ela tinha 1,55m. Agora deve ter no máximo 1,50m. Recebeu educação rigorosa em colégios internos de Santa Maria e Porto Alegre. Tão rigorosa que era proibida de tocar tangos no piano do colégio da capital. Uma vez, pegaram-na tocando aquela música do demônio. Seu professor – que hoje está devidamente morto e é até nome de conservatório em nossa cidade – veio por trás e fechou violentamente a tampa do piano sobre suas mãos. Uma bela educação, com efeito. Inesquecível. Ela diz ela que doeu por muito tempo, que talvez tenha quebrado algum osso. Depois, formou-se dentista numa época e num estado onde somente outras três mulheres o eram. Foi trabalhar em Cruz Alta, mas veio outro dentista e a levou casada para Porto Alegre. Trabalhou a vida toda e teve dois filhos, que criou com cuidados (muitos) e preocupações. À noite, ora arrumava as roupas do filho mais novo que jogava futebol a tarde inteira, ora tomava as lições dele e de sua irmã. Muitas vezes ela, de tão cansada, dormia durante as lições e nós ficávamos paradinhos, torcendo para que ela não acordasse. Não sei de mãe melhor e não lembro de nenhum tapa; fomos criados sem as exemplares atitudes do defunto maestro Leo Schneider. Éramos uns duros, pois meu pai gastava horrores no turfe, mas nunca faltou nada em nossa casa, nem amor ao perdulário, que, aliás, era adorado por todos. Eu detestava vê-la bem arrumada, era sinal de que iria ao cinema com meu pai e que ficaríamos sozinhos. Odiava aqueles perfumes e casacos de pele. Ela tinha algumas curiosidades: a liberação de verbas era ilimitada se fosse para comprar livros ou qualquer coisa para nossa educação; porém, se fosse para aquilo que considerava bobagens, poderia haver vetos. Uma vez, eu tinha uns 18 anos e meus pais foram para a praia deixando-me em casa. Chamei uma namorada e passamos a noite juntos. Pela manhã, ouvi meus pais brigando na frente da porta do meu quarto. O tempo estava chuvoso e eles tinham retornado. Minha mãe dizia para meu pai, enquanto protegia a porta do meu quarto e tentava conter a voz: “Ele é um adulto e não interessa se está dormindo com alguém ou não. Sai daqui! Já!”

Parabéns à Dra. Maria Luiza Cunha Ribeiro, minha mãe, que hoje faz 78 anos e que me ajudou em tudo, até em minhas ereções adolescentes.

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Há uma série de autores que me interessam nesta FLIP. E eles não se chamam Jabor, Jô, Suassuna e muito menos Ondaatje. Pretendo assistir a duas palestras por dia, encontrar alguns amigos e respirar a atmosfera da cidade, tão especial durante a FLIP. Se der, pego carona em qualquer escuna e tomo um banho dedicado a meu filho Bernardo, que ama aquelas águas; depois, culpado, ligo para minha filha. Das estrelas, só Rushdie me interessa. Mas há muito mais: o fantástico Roberto Schwarz, o turco Pamuk, o português Pedro Rosa Mendes, o chef Bourdain, o cubano Latour, Paulo Henriques Britto e outros, além de Paulinho da Viola e do bandolim de Hamilton de Holanda. Se a festa permitir, pretendo escrever pequenos posts diários a respeito. Mas os cybers de Parati são de matar. Quem quiser me achar deve procurar aqui:

Pousada do Príncipe
Av. Roberto Silveira, 289
Telefone: (24) 3371.2120

Respondendo a uma pergunta

Me fizeram uma pergunta daquelas nos comentários. De onde tirei a citação engraçadíssima de Heine com que encerrei o post anterior? Tenho a mania de copiar, em um arquivo do Word, citações que poderei utilizar um dia. Só que eu tinha esquecido de copiar a fonte daquela de Heine. A citação era esta:

Eu tenho uma mentalidade pacífica. Meus desejos são: uma cabana modesta, telhado de palha, uma boa cama, boa comida, leite e manteiga; em frente à janela, flores; em frente à porta, algumas belas árvores. E, se o bom Deus quiser me fazer completamente feliz, me permitirá a alegria de ver seis ou sete de meus inimigos nelas pendurados. De coração comovido eu haverei, antes de suas mortes, de perdoar todas as iniquidades que em vida me infligiram – sim, temos de perdoar nossos inimigos, jamais antes, porém, de eles serem enforcados.

Depois de algum trabalho aqui está: a citação foi retirada de “Pensamentos e Idéias” (Gedanken und Einfälle) e encontrei-a no prefácio de “Noites Florentinas” (Florentinische Nächte), Mercado Aberto, 1999, tradução de Marcelo Backes.

“Noites Florentinas” é uma excelente novela e o restante de minhas anotações – um pouco bagunçadas – sobre o livro é este:

É muito prazerosa a troca de papéis que Heine faz em relação ao modelo das 1001 Noites. Se nas 1001 Noites, Sherazade – uma mulher – conta histórias e mais histórias a fim de não morrer, nas NF Maximilian – um homem -, faz o mesmo para que Maria sobreviva. Sei lá se o Rei das 1001 Noites dormiu durante alguma história; mas posso dizer que fiquei quase escandalizado ao descobrir que, ao final da primeira noite, Maria dormia. Eu estava acordadíssimo. Outra surpresa é o clima erótico sugerido por Heine. A história se passa ao pé do leito de Maria e o escritor eleva a temperatura diversas vezes. Relembremos a passagem na qual os amigos “…olharam-se em silêncio por longo tempo. Em ambas as almas surgiam pensamentos que cada qual tratava de dissimular ao outro. A mulher segurou de súbito a mão do homem e a cobriu de beijos ardentes”, depois há o toque dos lábios de Max nos pés de Maria e a frase “Sorrindo cheio de afeto ao olhar afirmativo de Maria…”. Se tais trechos não servem àquilo a que a Playboy se propõe, pelo menos nos fazem sonhar. Alguns capítulos depois, a história de Mademoiselle Laurence também vai fundo neste sentido, apesar do onírico da situação. O trabalho do tradutor-prefaciador Backes é impecável.

Pequena Maratona Cinematográfica

Publicado em 17 de janeiro de 2005

Ontem, fiz uma maratona cinematográfica parecida com as que faz Guiu Lamenha. Às 22h, vi Antes do Pôr-do-sol, de Richard Linklater, e, às 24h, Os Sonhadores, de Bernardo Bertolucci. Curiosamente, estes filmes comunicam-se e dialogam. Se em Antes do Pôr-do-sol temos um casal lamentando sua juventude e talvez corrigindo-a, em Os Sonhadores temos três jovens convivendo e amando dentro do turbilhão de maio de 1968. Em comum há a juventude, o fato de ambos terem sido filmados em Paris, o bom humor e a descoberta de filmes instigantes e bons, muito bons. Os extraordinários diálogos do primeiro receberam bela resposta na liberdade e ousadia de Bertolucci. Gostei demais dos dois e a prova viva disto é que minha bunda não ficou quadrada após as 4 horas. Saí do Arteplex alegre, animado, querendo conversar.

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Meu início de dezembro foi muito ruim. Aconteceram coisas que nem lhes conto. Neste contexto, fiz um pequeno comentário no blog do Fabrício Carpinejar em que discordava jocosamente da utilização que ele dera à obra-prima de Vermeer “Moça com Brinco de Pérola” ou, como se dizia antigamente, “Moça com Turbante”. Como Fabrício não costuma responder à comentários em seu blog – não teria tempo para mais nada se o fizesse! -, fiquei surpreso ao encontrar esta resposta em meu e-mail. Como a tristeza iguala tudo, não a valorizei muito na época. Hoje, bem melhor, orgulho-me dela. Deveria pô-la num quadro.

oi meu amigo

cordial divergência sempre faz bem, até as que não são cordiais (risos)
eu sempre leio teu blog. é uma das casas que passo no início de meu dia.

Faraco, Monteiro e Backes são grandes amigos. afinidade é escolha.
abraços do teu
Fabrício

Esse negócio do grande poeta me visitar todo dia deve ser exagero ou loucura, mas só o fato de vir aqui de vez em quando me deixa inflado e feliz a mais não poder, ainda mais quando demonstra certo conhecimento das sandices que escrevo. Faraco é, evidentemente, Sergio Faraco, enquanto Monteiro é Fernando Monteiro e Backes é Marcelo Backes. Sou amigo dos dois últimos; Faraco é daquelas pessoas com as quais só converso durante a Feira do Livro, sempre ciceroneado pelo Backes. Nem imagina o meu nome. Mas eu e Fabrício somos admiradores dos três… e da Moça de Vermeer, que volta a meu blog. Não canso dela.

Minha Caixa de Entrada

Publicado em 30 de setembro de 2004

Minha Inbox é uma pândega. Por lá, entram mais de 100 mensagens diárias de pura porcaria. Porém, também entram aquelas 3 ou 4 que precisam ser lidas. Tive algumas trocas de mensagens que gostaria de tornar posts, mas não faria isto hoje, tarde da noite, pois antes teria que pedir permissão, etc. Trata-se de demonstrações tão grandes de civilidade e gentileza, que, por puro deleite, fico lendo e relendo as mensagens. Elas vieram principalmente da Diana Zeit – minha correspondente mais frequente dos últimos dias -, mas também da Magaly, da Denise Amon, da Claudia, da Mônica, da Rosele, da Helen, etc. Só agora me dei conta de que todas são mulheres.

Hoje estou cansadíssimo da festa e mais ainda do pós-festa de aniversário de minha filha Bárbara. Desta forma, vou revisar um post antigo a que me referi em minha correspondência com a Diana. É um post que se refere a dois adjetivos derivados de nomes de escritores. No caso do balzaquiano tenho 100% de certeza do que falo, já no kafkiano, acho que dou larga margem para eventuais contestações. Quando reli o post, achei-o simplório, muitíssimo abaixo do nível que a Diana sempre propõe em nossos contatos, mas, para mim, é uma curiosidade.

Balzaquianas e Kafkianos.

A Mulher de 30 Anos é um dos piores livros de Honoré de Balzac. É, certamente, o pior que li. Logo ele, um minucioso criador de personagens e tramas, escreveu um história frouxa, desarticulada e meio sem pé nem cabeça – devia estar apressado e premido por dívidas, o que muitas vezes lhe acontecia. Não pensem que tenho restrições à Balzac, poderia citar-lhe uma dúzia de romances perfeitos, porém este é ilegível. Apesar disto, seu belo título inspirou-nos a criar o termo “balzaquiana” no Brasil. Esta palavra, que só existe por aqui, serve para caracterizar as mulheres na faixa dos 30 anos, como no título da obra. Na época de Balzac e mesmo depois, a idade de 30 anos era um turning point decisivo para as mulheres: ou estavam caindo fora do mercado casamenteiro para tornarem-se tias – tolerados fracassos sociais, bem entendido – ou, se estivessem vivendo casamentos infelizes, estavam perplexas ante o irremediável, como é o caso da personagem do romance. Isto excita nossa imaginação, mas…

Dos 17 volumes das obras de Balzac editadas e reeditadas pela Globo (com traduções impecáveis de gente como Mário Quintana, Paulo Rónai, etc.), li uns 12. Posso dizer que as balzaquianas são a exceção da obra de Balzac. As balzaquianas típicas são as jovenzinhas e as tias velhas, nunca as mulheres de 30 anos. Nossa confusão criou uma expressão culta e equivocada… pura fantasia sobre o nome de um livro. O autor não deu maior atenção aos problemas das trintonas.

Porém, além das mulheres balzaquianas, existem as “situações kafkianas”… e este penso ser um equívoco mundial. Cada vez que alguém está numa situação que julga incomprensível, passa a vivenciar uma “situação kafkiana”. Concordo que pequena parte da obra de Kafka seja dedicada a problemas de natureza incompreensível, mas e o resto? O fato literário mais típico e perturbador da obra de Kafka é a revolucionária e insistente utilização da parábola. Esta sim é kafkiana. Segundo o dicionário Aurélio, um dos significados da palavra parábola é o de ser uma Narração alegórica na qual o conjunto de elementos evoca, por comparação, outras realidades de ordem superior. Não é a descrição perfeita de Franz Kafka?