Ultimo adiós a Mario Benedetti

Una caravana recorrió la ciudad para despedir el poeta esta mañana; sus restos serán inhumados en el Panteón Nacional del cementerio central de Montevideo con un homenaje a cargo del escritor Daniel Viglietti

Una multitud acompaño los restos de Mario Benedetti por las calles de Montevideo Foto: AFP

MONTEVIDEO.- Miles de personas marcharon esta mañana por Montevideo, escoltando al féretro del escritor Mario Benedetti. Los aplausos y la lluvia de flores no cedieron durante todo el recorrido hacia el Panteón Nacional del cementerio central, donde reposarán los restos del poeta fallecido el domingo a los 88 años.

El homenaje al autor de “La Tregua” en la necrópolis tendrá como únicos oradores a la ministra de Cultura, María Simón, el director nacional de Cultura, Hugo Achúgar, y el cantautor y amigo personal del escritor Daniel Viglietti.

La caravana circuló a paso de hombre por la ciudad acompañada por sindicalistas de la principal central obrera del país, la PIT-CNT, y estudiantes de la Federación de Estudiantes Universitarios de Uruguay.

Ayer los uruguayos desfilaron durante toda la jornada ante el féretro de Benedetti velado en el Palacio Legislativo, sede del Congreso, donde se congregaron autoridades del gobierno encabezadas por el presidente Tabaré Vázquez, referentes de la política y cultura y ciudadanos comunes -adultos, jóvenes, familias- que quisieron tributar su adiós al poeta.

“Hombres como Mario nunca mueren, se siembran”, dijo brevemente Vázquez al evocar la figura del escritor, de claro compromiso en la izquierda y que participó activamente en la fundación del Frente Amplio, la alianza actualmente en el poder.

Mario fue “un hombre con una pluma, un alma y un corazón” y “nos desafía a seguir su ejemplo. Hoy estamos rodeando su recuerdo con mucha noción de futuro”, evocó Viglietti, quien permaneció toda la jornada de ayer al lado de su amigo fallecido con quien compartió también actividades artísticas como el espectáculo “A dos voces”.

De salud frágil el último año y medio en el que fue hospitalizado cuatro veces, la última aparición pública de Benedetti fue en diciembre de 2007 cuando fue distinguido por el presidente venezolano, Hugo Chávez, con la Orden Francisco de Miranda en un acto en Montevideo.

Nacido el 14 de septiembre de 1920 en Tacuarembó el uruguayo combinó toda su vida el amor por las letras con un compromiso humano, social y político que nunca abandonó y que le significó años de exilio durante la dictadura militar (1973-85).

Exponente de la denominada “Generación del 45” con Juan Carlos Onetti (1909-1994), entre las obras destacadas del uruguayo figuran “Gracias por el fuego” (1965), “Los cuentos de Con y sin nostalgia” (1977), “Los poemas de Viento en el exilio” (1981) y obras teatrales como “Pedro y el capitán” (1979).

Benedetti retrató en muchas de sus obras la tristeza del burócrata y la melancolía de Montevideo, su ciudad de adopción, y en sus letras se reconocieron muchos de los que ayer se acercaron a tributar un emotivo y silencioso homenaje al autor que a su valía intelectual añadió una calidad humana que fue su marca registrada.

Autor de una vasta obra con más de 80 títulos entre poesía, cuentos, novelas y ensayos, Benedetti fue distinguido a lo largo de su trayectoria con varios premios como el Reina Sofía, el Iberoamericano José Marti y el Menéndez Pelayo.

Su último libro “Testigo de uno mismo” se lanzó en agosto pasado con el poeta ya ausente por su vulnerable estado y estaba trabajando en un nuevo poemario con el título provisorio de “Biografía para encontrarme”.

Mutua admiración con Nicanor Parra. El poeta chileno Nicanor Parra dedicó un “artefacto” para rendir homenaje al fallecido escritor uruguayo Mario Benedetti de quien dijo haber sido un “amigote”.

El “artefacto” tiene como título “En la hora de su muerte” y fue publicado hoy por el diario La Tercera. “A lo más que se puede aspirar/ Es a dejar dos o tres frases en órbita/ Que yo sepa don Mario dejo al menos una:/ La muerte y otras sorpresas// ¡Señor mío, la frasecita!”, escribió Parra en referencia a uno de los títulos del escritor uruguayo.

El diario La Tercera indicó que el autor de La tregua “era un admirador de la obra del chileno y en 1969 le realizó una extensa entrevista que fue publicada en la revista Marcha.

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Leite derramado, de Chico Buarque

Leite derramado é um bom romance. Eu gosto muito de Chico Buarque, adoraria cobri-lo de elogios, mas acho que sua evolução como romancista sofreu um tropeço. Vejam bem, o romance é perfeito, bem escrito, poético, tem humor, lirismo e amargor na medida certa, utiliza inteligentemente temas já abordados em livros clássicos da literatura brasileira, ou seja, é muito bem realizado. Só há problema nele: não é relevante como Budapeste. Assemelhando-se mais a uma colagem muito bem feita, não avança como poderia, apenas mostra, mostra, mostra.

Quando comecei a ler o livro, logo pensei: “Puxa, mas isso aqui é a música O Velho Francisco em prosa!”. Fui ler as reportagens e Chico confessa ter utilizado sua canção como base para a história. Era um bom começo.

Eulálio d’Assumpção, o protagonista, é um velho centenário que, como Brás Cubas, passa a contar sua vida ora para a enfermeira, ora para a filha, ora para sua mulher que o abandonou há mais de setenta anos… A perspectiva é a mesma do célebre defunto de Machado de Assis, pois Eulálio é um morto-vivo. A narrativa em primeira pessoa é errática como se esperaria de alguém com mais de 100 anos, privilegiando os acontecimentos mais remotos à memória recente, muito mais volátil nos velhos.

É claro que Eulálio é uma metáfora do Brasil, é claro que ele traz consigo todo o racismo e as aspirações de grandeza dos personagens da Velha República, é óbvio que ele não compreende muito do que acontece a sua volta, é evidente a relação entre Matilde e a Capitu de Machado de Assis, assim como a de Eulálio e Brás Cubas, é ululante o fato de que Chico mostra muito bem a decadência da elite brasileira do começo do século XX; então, se o livro tem todas estas qualidades, onde estão os defeitos. Ora, seu problema é ser limitado do ponto de vista ontológico. Eu sei que é pedir demais, porém, se analisarmos o que Faulkner fez nas 40 primeiras páginas de O Som e a Fúria ao penetrar na cabeça de um retardado mental, talvez possa explicar que, em minha opinião, faltou Eulálio e sobrou costumes e sociologia no mosaico de Chico, faltou psicologia e sobraram os artifícios de uma bela prosa. Às vezes, Eulálio é lógico demais e só no final do capítulo fantasia. Penso que um personagem tão confuso não poderia criar outros personagens com recortes tão claros e sucintos quanto os que consegue Eulálio, antes de voltar a seus delírios. A estratégia de Chico fica clara demais e isto implica em certa deselegância. Então, minha crítica mais dura é direcionada a um protagonista que não funciona como deveria. Sim, é grave. Não mata o livro, mas é grave.

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Em 2004, publiquei uma resenha curtíssima sobre Budapeste. meu entusiasmo era outro logo após a leitura:

Budapeste é um grande livro. Belo e engenhoso. O recurso do duplo já foi utilizado por mestres como Poe, Dostoiévski, Borges, Saramago, Philip Roth, E.T.A. Hoffman, Chamisso, etc., mas não reaparece gasto nas mãos de Chico. Aliás, Chico Buarque é músico ou escritor? Anos atrás, a resposta seria simples; hoje a pergunta não faz mais sentido. Ele é os dois, é duplo. O personagem principal, José Costa, é um talentoso ghost writer que, ao retornar de um congresso de profissionais desta área fantasmal da literatura, aterrissa inesperadamente em Budapeste por problemas no avião que o levaria ao Brasil. Hospeda-se num hotel e lá ouve a língua húngara — que é, dizem, respeitada até pelo diabo –, pela qual apaixona-se, resolvendo voltar logo que puder à Budapeste a fim de aprendê-la. A partir deste início simples, Chico parece disposto a reescrever o segundo movimento do Concerto para Orquestra de Béla Bártok, no qual os instrumentos surgem em duplas: dois fagotes, dois oboés, dois clarinetes, etc. O movimento chama-se Gioco delle coppie (Jogo das Duplas) e serve bem para caracterizar o que encontramos em Budapeste. Será meramente casual o fato de Bartók ser um compositor húngaro e ter vivido em Budapeste? Além de José Costa ser uma espécie de duplo profissional quando escreve em lugar de outros, vão aparecendo duas cidades (Rio e Budapeste), duas línguas, duas mulheres, mais duas cidades (Buda e Pest), duas crianças, e, ao final, temos mais dois livros escritos por ghost writers, um deles creditado a Zsoze Kósta. O jogo regido por Chico é de tal forma satisfatório como deleite intelectual, que torna ociosos os muxoxos deste que vos escreve, que gostaria de vê-lo gravando CDs com músicas inéditas.

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Benedetti básico

Tanto en sus novelas, como por ejemplo “La tregua” (1960), como en sus cuentos “Montevideanos” (1959), o en sus poesías de “Poemas de oficina” (1956) e “Inventario” (1963), Mario Benedetti ha trabajado una cuerda que se detiene en el hombre medio y sus peripecias. Es un defensor de la comunicación plena del lenguaje literario, postura que le ha ganado millares de lectores en el mundo de habla hispana. Su tarea crítica fue reunida en diversos textos, como “Letras del continente mestizo” (1967), “Crítica cómplice” (1971), “El desexilio y otras conjeturas”(1984) y “Perplejidades de fin de siglo” (1989). Es también conocida su adhesión a Cuba y a las causas de izquierda, lo que lo obligó a exiliarse durante la dictadura uruguaya de los años 70 e inicios de los 80. Mantiene una intensa relación con la Argentina: entre 1938 y 1941 residió continuamente en Buenos Aires. Y dijo en 1984: “Volver a la Argentina, después de ocho años, ha sido muy estimulante. Al segundo día fui, como cumpliendo un rito, a la Plaza San Martín, adonde iba en mi adolescencia a leer. Allí decidí ser escritor, y empecé a escribir mi primer libro de poemas”.

FONTE: Página 12

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José Saramago: "Un amigo, un hermano"

En una columna en el diario El País de Madrid, el escritor portugués se refiere a Benedetti como “Un amigo, un hermano”.

“La obra de Mario Benedetti, amigo, hermano, es sorprendente en todos los aspectos, ya sea por la extensión en la variedad de géneros que toca, ya sea por la densidad de su expresión poética como por la extrema libertad conceptual que usa. El léxico de Benedetti ha ignorado deliberadamente la supuesta existencia de palabras “poéticas” y de otras que no lo son. Para Benedetti, la lengua, toda ella, es poética. Leída desde esta perspectiva, la obra del gran poeta uruguayo se nos presenta, no sólo como suma de una experiencia vital, sino, sobre todo, como la búsqueda persistente y lograda de un sentido, el del ser humano en el planeta, en el país, en la ciudad o en la aldea, en su casa simplemente o en la acción colectiva. Son muchas las razones que nos llevan a la lectura de Benedetti. Tal vez la principal sea ésa, precisamente: que el poeta se ha convertido en voz de su propio pueblo. O sea, en poeta universal”, escribió Saramago.

FONTE: El Pais de Montevidéo

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Mario Benedetti (1920-2009)

A Meg me avisa que um dos escritores que mais amo morreu ontem em Montevidéo aos 88 anos. Claro que foi uma vida longa, prolífica e deveríamos ficar felizes com uma existência assim, só que Mario Benedetti, mesmo em seus livros mais políticos, tinha uma voz tão próxima do leitor, tornava-se tão íntimo de nós, que é impossível não se sentir triste por ele, pela literatura, pelo Uruguai e por nós, que vamos ficar privados de sua companhia. Gosto muitíssimo dele e agora improvisarei qualquer coisa em sua memória.

Rodolfo Nin Novoa, presidente em exercício do Uruguai, María Simon, ministra da Cultura, e Ricardo Ehrlich, prefeito de Montevidéu estão preparando seu velório no Palácio Legislativo e seu sepultamento no Panteão Nacional.

A Agência EFE publicou a seguinte nota, de Juan Antonio Sanz:

Montevidéu, 17 mai (EFE).- O escritor uruguaio Mario Benedetti deixa atrás de si uma rica obra, na qual os mais de 80 romances, ensaios, contos e poemas escritos mostram o compromisso social e a coerência de alguém que acreditou “na vida e no amor, na ética e em todas essas coisas tão fora de moda”.

“Ele sempre disse que se sentia mais poeta que outra coisa”, afirmou a biógrafa do escritor, Hortensia Campanella, quando apresentou, há alguns meses, o livro “Mario Benedetti. Un mito discretísimo”.

Na obra, ela traça a trajetória de um dos mitos da literatura hispano-americana do século XX e talvez a consciência poética de todo um continente.

Essa poesia se transformou no único pilar para enfrentar seus últimos anos, após a morte da esposa, Luz López, em 2006, sua companheira há mais de seis décadas e a melhor crítica do poeta.

Benedetti teve “uma vida que foi perseguindo a utopia e que, por isso mesmo, encontrou na poesia sua melhor expressão, ou pelo menos, a mais querida, a mais autêntica”, explicou Campanella.

Joan Manuel Serrat, Daniel Viglietti, Pedro Guerra, Rosa León, Juan Diego ou Nacha Guevara são só alguns dos cantores que deram voz aos versos de Benedetti.

A poesia, dizia Benedetti, é “um sótão de almas”, uma “claraboia para a utopia” e “uma drenagem da vida/ que ensina a não temer a morte”.

Foi também o martelo que lhe permitiu forjar uma carreira literária ligada às profissões mais diversas: empregado de uma oficina, taquígrafo, caixa, vendedor, contador, funcionário público, tradutor e jornalista, antes de se dedicar ao que mais gostava.

“Quando tenho uma preocupação, uma dor ou um amor, tenho a sorte de poder transformar em poesia”, afirmava.

Títulos como a primeira obra do autor, “La víspera indeleble”, os “Poemas de la oficina”, “Rincón de Haikus”, os grandiosos três “Inventarios” ou as “Canciones del que no canta” foram coroados no ano passado com seu último poemário, “Testigo de uno mismo”.

Este livro era “um pouco o resumo de uma carreira poética extraordinária”, com todos os grandes temas da poesia universal transbordando pelas páginas, como disse a romancista Sylvia Lago.

Além disso, nesta obra já se pressentia o final dos dias do escritor, pois ele dizia claramente que se sentia só sem sua amada Luz e com um mundo reduzido: “Chega a noite e estou só/ me aturo a duras penas/ o bom amor a morte o levou/ e não sei para quem seguir vivendo”.

A poesia também deixou muito espaço para a prosa na obra de Benedetti e, assim, seu principal romance, “La tregua”, é uma das luzes da literatura do continente, com mais de 140 edições em 20 idiomas desde que foi publicado, em 1960.

O poeta também dedicou tempo aos contos, nos quais “cada palavra tem valor por si só” e, sobretudo, “têm a ver com os sentimentos”, como explicou em 1998.

O conto “é o gênero mais gratificante, tanto para o autor quanto para o leitor”, pois, “desde tempo imemorável, as pessoas gostam de que lhes contem coisas, e alguns gostam de contá-las”, dizia o autor de “Geografía”, “La vecina orilla” e “Montevideanos”.

Tanto a prosa como a poesia de Benedetti foram reconhecidas amplamente, e isso é atestado por prêmios Ibero-americano José Martí (2001) e Internacional Menéndez Pelayo (2005).

Em sua última aparição pública, em dezembro de 2007, Benedetti recebeu a Ordem Francisco Miranda, dada pelo presidente venezuelano, Hugo Chávez, na Universidade da República do Uruguai, aclamado pelas centenas de estudantes que reconheciam no poeta um ícone nacional.

Chávez reconheceu o autor de “Gracias por el fuego” como um ícone da esquerda latino-americana, pelo compromisso social que refletiu em sua vida, com o exílio durante a ditadura uruguaia na Argentina, em Cuba e na Espanha, e, sobretudo, em sua obra.

“A consciência é a única religião”, chegou a dizer este crítico da “grande hipocrisia que rege toda a vida política” e da globalização, à qual chamou de “ditadura indiscriminada, que cada vez conduz mais ao suicídio da humanidade”.

Em declarações à Agência Efe em junho de 2002, Benedetti explicava que, apesar de “os poetas não terem capacidade de influir nos Governos”, “atingem o cidadão comum, e, às vezes, servem para esclarecer uma dúvida, para dar uma tímida resposta a uma pergunta de alguém”.

Há alguns meses escrevi uma resenha a respeito de seu grande ensaio sobre a mediocridade, o romance A Trégua.

E, em meu blog anterior, publiquei duas resenhas curtas:

Eu já deveria ter lido Gracias por el fuego há muitos anos. Afinal, tudo o que do uruguaio Mario Benedetti me caiu nas mãos foi apreciadíssimo. Durante a Feira do Livro de Porto Alegre, descobri que havia uma edição em pocket da L&PM e finalmente o adquiri. É um livro político que trata do tema da frustração e do conformismo ou impotência frente à realidade, mas também é um romance psicológico que trata da baixa auto-estima. A obra foi censurada durante as ditaduras no Uruguai, na Argentina e na Espanha e diria que nunca estes governos foram tão exatos ao identificar algo que os explicasse e ameaçasse. A relação de Ramón Budiño com seu pai é a analogia perfeita dos métodos utilizados pelos regimes ditatoriais e uma aula sobre corrupção. Nada mais atual. Sem palavras de ordem, sem discursos datados e fora de hora, o livro tem boa trama e convence por seus personagens bem construídos e por sua humanidade. E traz, como sobremesa, uma figura de mulher absolutamente irresistível: Dolly, ou Dolores, para os íntimos. É uma pena que não tenhamos no Brasil uma obra sobre os tais “anos de chumbo” que chegue aos pés de Gracias por el fuego.

A Borra do Café, do uruguaio Mario Benedetti (Record) é um livro fácil de ler, daqueles de levar na mão de um lugar a outro. A princípio, parece ser um livro de crônicas, mas estas começam a completar-se e a ter continuidade formando um curioso romance feito de mosaicos. É notavelmente bem escrito e — por que não? — montado. Destaque para as descrições das primeiras experiências sexuais do personagem principal e para o ambiente da Montevidéo dos anos 30 e 40.

Termino este obituário com outro, escrito por Benedetti. O refinado escritor era capaz de momentos de ódio, como quando festejou a morte de Ronald Reagan. Leiam:

A Ronald Reagan, a la muerte de un canalla

OBITUARIO CON HURRAS, de Mario Benedetti

Vamos a festejarlo
vengan todos
los inocentes
los damnificadoslos que gritan de noche
los que sueñan de dia
los que sufren el cuerpo
los que alojan fantasmas
los que pisan descalzos
los que blasfeman y arden
los pobres congelados
los que quieren a alguien
los que nunca se olvidan
vamos a festejarlo
vengan todos
el crápula se ha muerto
se acabó el alma negra
el ládron
el cochino
se acabó para siempre
hurra
que vengan todos
vamos a festejarlo
a no decir
la muerte
siempre lo borra todo
todo lo purifica
cualquier día
la muerte
no borra nada
quedan
siempre las cicatrices
hurra
murió el cretino
vamos a festejarlo
a no llorar de vicio
que lloren sus iguales
y se traguen sus lágrimas
se acabó el monstruo prócer
se acabó para siempre
vamos a festejarlo
a no ponermos tibios
a no creer que éste
es un muerto cualquiera
vamos a festerjarlo
a no volvermos flojos
a no olvidar que éste
es un muerto de mierda

Em português:

OBITUÁRIO COM HURRAS, de Mario Benedetti

Vamos lá, vamos festejá-lo
estão todos convidados
os inocentes
as vítimas lesadas
os que gritam de noite
os que sonham de dia
os que sofrem no corpo
os que alojam fantasmas
os que pisam descalços
os que blasfemam e ardem
os pobres congelados
os que amam alguém
os que nunca se esquecem
vamos festejá-lo
estão todos convidados
o crápula morreu
acabou-se a alma negra
o ladrão
o porco
acabou-se para sempre
viva
estão todos convidados
vamos festejá-lo
para não dizer
que a morte
apaga sempre tudo
tudo purifica
num dia qualquer
a morte
não apaga nada
ficam
sempre as cicatrizes
viva
morreu o cretino
vamos festejá-lo
e não chorar como de hábito
que chorem os que são como ele
e que engulam suas lágrimas
foi-se embora o monstro magnata
acabou-se para sempre
vamos festejá-lo
sem ficar mornos
sem acreditar que este
é um morto qualquer
vamos festejá-lo
sem ficar frouxos
sem esquecer que este
é um morto de merda

Um morto de merda é tudo o que Mario Benedetti não é. Em 2006, Benedetti perdeu sua esposa, que se chamava Luz e com a qual era casado desde 1946. Nunca se recuperou. Luz o acompanhou no longo exílio pela Argentina, Peru, Cuba e Espanha. Benedetti afirmava que a literatura era “um sótão de almas”, uma “clarabóia para a utopia” e “uma drenagem da vida que ensina a não temer a morte”.

Atualização das 7h20: aqui, um excelente texto sobre Benedetti. E aqui, imagens — quase todas recentes — do velhinho.

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Duas frases marcantes por motivos antitéticos

Uma frase inteligente e verdadeira:

A literatura faz cidadãos. É uma forma de a gente se civilizar, Não conheço nada mais importante, que nos melhore como seres humanos, do que ler livros.

Lívia Garcia-Roza

Uma tolice que dá o que pensar (dá piadas também):

Liberte os agasalhos!

Yeda Crusius

Obs.: Atenção para a logomarca da Brasken atrás de Yeda. A empresa teria sido uma das que teria colaborado na compra da casa de R$ 1.500.000,00 — em Porto Alegre, tal valor significa uma supermansão — da desgovernadora. “Em sendo verdade”, a troca de favores está valendo até, e principalmente, em iniciativas humanitárias.

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Uma abordagem pessoal ao Abecedário de Pound

Durante a adolescência, apaixonei-me tão perdidamente pela literatura, que tinha certeza de que o único destino possível para mim era o de tornar-me escritor. Era capaz de ler livros diariamente por mais de 6 horas. Na época não confessaria isto nem sob tortura, mas minha dedicação era uma meticulosa preparação para o futuro. Queria abordar o maior número possível de obras e fazia-o de maneira sistemática, a fim de alargar pouco a pouco meus conhecimentos. Minha família preocupava-se discretamente com aquele filho maluco que só queria saber de livros, mas como eu era manso, minha situação não lhes assustava muito. Kafka dizia que, fora da literatura, pouca coisa o interessava; a mim também, naquele tempo. Depois, muita coisa mudou, mas fiquemos em Pound.

Nunca me interessei muito por poesia, dedico-lhe um tempo ínfimo se comparado àquele que dou a prosa. Fiquei feliz quando soube que Dostoiévski, Balzac, Bellow, Thomas Mann e outros eram assim também. Porém, no âmbito daquela minha preparação para o futuro, li um ensaísta-poeta que foi fundamental para meu entendimento de literatura. Ele havia caído em desgraça nos meios universitários dos anos 70. Vivíamos sob ditadura militar, todos os intelectuais respeitados eram de esquerda; mas, apesar disto tudo, eu precisava conhecer Ezra Pound, um dos escritores que deram apoio ao fascismo durante a Segunda Guerra Mundial.

Seu ABC da Literatura (Cultrix, 1973), traduzido por Augusto de Campos e José Paulo Paes, foi adquirido e lido por mim em agosto de 1976. É um pequeno livro, escrito quase em forma de panfleto, onde Pound prova, através de teoria simples e de muitos exemplos, que a poesia é tanto melhor quanto mais significados contiver. O ABC comprova que a melhor poesia é a mais saturada de significados e nos explica sobre a sabedoria da língua alemã, onde dichten (condensar) é o verbo alemão correspondente ao substantivo Dichtung, que significa “poesia”. “Grande literatura é simplesmente linguagem carregada de significado até o máximo grau possível”, escreve Pound. Após curtas explicações teóricas, Pound nos demonstra suas teses com excertos. Estes tomam metade do livro e são a prova cabal de que sua teoria foi criada sobre fatos literários, não sobre fatos imaginados.

Ezra Pound (1885-1972)

Os prosadores também tiraram vantagem da condensação. Alguns, além de utilizarem uma linguagem limpa, quase livre de adjetivações – como Kafka e Borges, por exemplo – se utilizam de situações que falam. Isto é, os personagens são colocados em determinadas situações que auxiliam a narrativa ou a contradizem. Este é mais um elemento a condensar significados, pois acrescenta mais informação àquela que nos chega através dos meios tradicionais: texto e diálogos. Este seria o máximo de condensação em prosa, pois além da linguagem enxuta e multi-significante tomada da poesia, há todo um contexto apoiando a narrativa. Também o cinema, a partir da nouvelle vague, passou a “treinar” o público para este tipo de abordagem, na verdade tão antiga quanto Shakespeare.

Condensar não é tão fácil quanto parece. “A incompetência se revela no uso de palavras demasiadas”, diz Pound. Parece fácil eliminar as excrescências de nossos textos, mas como fazer para que os significados se multipliquem? Pound não nos deixa à deriva e também investiga os modos através dos quais as palavras podem ser carregadas de significado.

Porém, a teoria de Pound tem limites. Se alguém censurasse Dostoiévski, Bernhard ou Stendhal pela incrível profusão de repetições e detalhes que seus livros contêm, poderia ser chamado tranqüilamente de doido. Nestes casos, as minúcias criam o ambiente da ação ou servem para caracterizar o pensamento de alguns personagens. Dostoiévski escreveu no plano de Crime e Castigo: encher a narrativa de detalhes e repetições! O mesmo vale para o ultra-verboso e barroco Saramago. Nestes autores, o excesso trabalha a favor da trama. Que bom que seja assim! Se a boa literatura fosse apenas aquela que melhor adere a cânones pré-definidos, tornar-se-ia uma simples competição entre virtuoses e morreríamos de tédio. É excelente que os bons autores insistam em agir como aquelas cozinheiras talentosas e corajosas que mudam as receitas durante a preparação dos pratos. Agindo assim, acabam por cometer tanto erros lamentáveis como gloriosos acertos.

Ou seja, sei lá. Cada um faz do seu jeito.

COMENTÁRIO EXPOSTO AO MILTON E AOS SEUS LEITORES (por Paulo José Miranda)

Bom, pensei demoradamente antes de escrever este comentário: pensei um minuto. Para mim, um minuto é muito para pensar, quando se trata da minha vida e não de filosofia, de poesia, de literatura ou de arte. Aí, sim, demoro-me a pensar. Julgo que a vida não foi feita pra pensar. Na vida age-se. Talvez por isso tenha vivido em tantas e tão estranhas partes deste mundo. Ao ponto de a minha casa ser a internet. Não é certo encontrarem-me em outro lugar. Por isso agradeço tudo quanto posso ao Senhor Tim Berners-Lee pela sua infinita generosidade, ao inventar ao WEB e não ter registado direitos, isto é, ter feito da WEB um espaço gratuito. Assim, devido a esse senhor, hoje todos me podem encontrar em meu e-mail e sites. De tal modo é assim que, aquando do meu projecto America-is, o senhor e fotógrafo Francisco Huguenin Uhlfelder anunciou os membros envolvidos no projecto e as suas localizações deste modo: A em Munique, B em Itália, C em Nova Iorque, D em Lisboa e E(u) num http://etc. Tudo isto por causa de não pensar mais de um minuto em relação à minha vida, aos acontecimentos da minha vida.

Depois desta explicação acerca do meu minuto, passo ao que verdadeiramente aqui me trouxe: o post do Milton. Não me parece que este post seja melhor do que alguns outros, mas é seguramente pertinente por várias razões: 1) apresenta um cânone poético-literário que se propõe, depois, não a destruir, mas a relativizar; invoca, sem medo, a filiação política de Pound, assumindo que isso nada interfere no seu juízo de gosto, pois se não gosta dos poemas é por razões estéticas, que não impedem de apreciar ao limite o seu ABC; por fim, mas não por último, mostra a angústia de um homem à beira de ser escritor (estamos sempre à beira quando o mundo não nos reconhece). Ninguém é escritor na sua rua, embora possa ser na gaveta. Contrariamente ao Milton, li muito pouco durante a minha infância e durante a minha adolescência. Li, mas li pouco. Nem sequer alguma vez tive alguma vez a ideia exotérica de querer ser escritor. Quis ser músico! Músico como o nosso (meu e do Milton e de muitos outros) muito apreciado Thomas Bernhard. Mais tarde, falhado o objectivo músico (o talento dava pra ser um razoável executante e um pouco menos razoável compositor) quis ser filósofo. Filósofo depois de falhado o projecto de músico, como já tinha acontecido com alguns filósofos. Depois falhei também neste projecto, embora tenha sido um aluno bastante acima da média, o que daria pra ser um professor mediano na faculdade, nunca como os mestres que tive: António C. Caeiro, Mário Jorge Silva Carvalho, Nuno Ferro, Maria Filomena Molder, José Gil. A poesia surgiu nos intervalos da filosofia. Quando acabei filosofia editei um livro de poesia, A Voz Que Nos Trai, que acabou por ser premiado com o Prémio Teixeira de Pascoaes. Por causa de uma mulher comecei ou recomecei ou comecei, não sei, a escrever prosa. Esse primeiro livro Um Prego No Coração acabou por despertar a atenção do melhor poeta português vivo, que me teceu os maiores elogios e que, por causa disso, me levou á publicação de outros livros de prosa. O segundo, Natureza Morta, levou-me a arrebatar o primeiro Prémio José Saramago que, para além do prestígio me concedeu também cerca de 25 mil euros. A partir daqui aceitei que era escritor. Acabei por ser escritor por ter falhado em tudo o que me havia proposto anteriormente. E não foi sem resistência que um dia, ao olhar para o espelho, disse a mim mesmo: “é assim, pá, és escritor, aceita!” E aceitei. Hoje, volvidos 6 ou 7 anos, sei por que sou escritor e não sou poeta, contrariamente ao que alguns amigos julgam. Nós somos qualificados por uma profissão ou um mister quando grande parte do nosso tempo é passado aí. Ora, eu passo quase tempo nenhum na poesia, quase nada, apenas um pouco mais do que passo a pensar na minha vida. Quanto à literatura, passo quase a minha vida toda. Desde que aceitei aquilo que era, escritor, quase não faço mais nada senão pensar, pensar, pensar, pensar. Não penso em escrever. Penso e escrevo. Penso e escrevo. Penso e escrevo. E assim vai.

Em Portugal temos uma expressão antiga que é: De Espanha nem bons ventos, nem bons casamentos. Poderia aplicar a mesma expressão a Pound. Nunca consegui apreciar-lhe os versos, nem a sua inteligência literária. E asseguro que não se trata de preconceito político, pois tal como o Milton também não misturo alhos com bugalhos, embora isto seja uma discussão enorme. Por outro lado, estou bastante longe de ser um intelectual de esquerda. Não há razões políticas a atrapalharem-me o juízo estético, pronto! Serei a última pessoa a pôr em causa o talento poético ou qualquer outro de Pound. Mas não é pra mim. Quanto à sua teoria, é tão ridícula quanto as teorias que orientavam Eça de Queirós quando escrevia os seus romances. As teorias eram ridículas, mas o talento de Eça, não. Eça é um escritor excelente, um escritor que aprecio imenso. Mas não as suas teorias, não aquilo em que literariamente ele acreditava. Provavelmente passa-se o mesmo com Pound, mas eu não sou permeável. Milton expõe sucinta e eficazmente a teoria do senhor Pound, no seu post, mas depois relativiza a sua verdade. O problema, para mim, é que a verdade não é relativizável, se me permitem o neologismo. À primeira leitura, parece que o Milton quer ficar bem com Deus e com o Diabo, com Pound e com Bernhard. Quem já leu Extinção, de Bernhard, sabe que isso não é sequer possível de ser pensado. Nesse livro, a páginas tantas, lá pras trezentas e muitas, pelo menos na minha edição inglesa, ele expõe, através do narrador, a sua teoria literária. Qual a grande diferença? Primeiro porque ela é teoria dentro de um livro de ficção, isto é, não pode ser lida independentemente desse facto. Não se trata de um ensaio, ou sequer de um artigo, trata-se de algo maior: o coração de Bernhard. E o coração do autor é exposto, mostrado em duas linhas: exagero e repetição. Mais: exagero de repetição. Podemos viver uma vida, ou várias, amando Pound e, depois, outras vidas amando Bernhard, mas não podemos amá-los em simultâneo. Peço desculpa a todos, mas não se pode gostar do Grémio e do Inter! Sei, a arte não é futebol. Pois não, pois não, mesmo. É muito mais vital. Jogamos a nossa vida nela. Eu, pelo menos, jogo a minha vida nela. Assim, amar um cânone e desprezar outro é muito mais vital para mim do que amar o Tremendo FC Porto e desprezar o Benfica. Quero que o Benfica perca todos os jogos, apenas isso. Mas quero muito menos ao cânone de Pound: quero que ele se escafede todo; quero que o cânone do senhor Pound não veja sequer a luz do dia; quero que morra (não a sua poesia, mas a sua teoria). Por outro lado, julgo que Milton não está a defender o “convívio” entre teorias irreconciliáveis. Milton está a dizer que não “reconhece” nenhum cânone. E isto, sim, é perigoso. Não há um escritor que seja que não escreva por causa de um cânone, ainda que o modifique, claro. Mas quem é que pode modificar uma receita (para usar o exemplo dado pelo Milton) senão quem sabe cozinhar, quem seguiu, até à modificação da receita, um determinado cânone? Suspeito que só se pode escrever bem contra Deus, contra a ciência, contra a vida, contra si mesmo. E para estarmos contra, temos que estar, erradamente ou não, certos de que há um caminho melhor do que todos os outros. Só assim Bernhard pôde escrever tão bem como escreveu.

Sou leitor assíduo das crónicas do Milton. Algumas são excelsas. Algumas são maçadoras. Mas todas são bem escritas. Se não julgasse assim, não o tinha convidado para fazer parte do Cidades Crónicas. Mas, para ser melhor ainda, aconselho-lhe, se posso, se ele me permite, que se assuma literariamente. Apetece-me dizer-lhe: “Milton, pá, escreve como se tivesses a dizer mal do Grémio!” E dizer mal do Grémio (que eu prefiro ao Inter) não implica não dizer bem. Pois acaba-se por dizer bem nem que seja desses tomatinhos de conserva do Inter. Eu, que nunca quis ser escritor, e que acabei por ser; foi o que restou pra eu ser, estou convicto de que é daqui que vem a força da minha escrita: escrever contra o que não foi a minha vida, isto, contra todos os meus falhanços, escrever contra mim. Eu sou eu mesmo o meu Benfica. Quero ouvir o Milton dizer: “Eu sou eu mesmo o meu Grémio.”

Abraço forte ao Milton e aos seus leitores,
Paulo José Miranda

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O Leitor, de Bernhard Schlink, e o filme homônimo de Stephen Daldry

O Leitor é um livro alemão até em demasia. Seco com o Rio Grande do Sul destes dias, não há muita coisa desnecessária nele. Há algumas descrições da natureza (querem algo mais alemão?) e o restante são frases que contam a história de forma algo brusca. Como Schlink faz conosco, Hanna também é capaz de asperezas com seu menino. Bem, mas será que todo mundo conhece a história? Ora, vamos resumi-la no parágrafo seguinte.

Michael Berg tem 15 anos no período do pós-guerra na Alemanha. Ele conhece Hanna Schmitz, uma mulher de 36, bela, sexy e autoritária. Eles acabam por estabelecer um ritual diário: primeiro tomam banho, depois ele lê livros em voz alta para ela e finalmente amam-se. Uma marca inapagável na alma de um adolescente. O fim chega de surpresa quando Hanna some. Mas Michael voltará a vê-la poucos anos depois, quando já está na faculdade de direito. Ela se vê envolvida em um processo de acusação contra ex-guardas de campos de concentração nazistas. Ela fora uma delas durante a guerra.

É absolutamente admirável o trabalho de Kate Winslet ao recriar Hanna Schmitz. Toda a Hanna descrita por Schlink está no filme. Winslet é uma atriz de muitíssimos recursos e que realmente gruda no personagem, sem trazê-lo para maneirismos prontos de antemão. Cada gesto descrito por Schlink foi realizado pela atriz e pego por Stephen Daldry. Mas falta ao filme uma cena fundamental, falta ao filme a dúvida que dá a Schlink a gradiosidade que o filme não possui. Daldry ou o produtor fez questão de emburrecer o filme. No capítulo 16 da segunda parte, Berg faz uma visita ao juiz principal. Ora, isso não há no filme! Nesta visita, temos a impressão de descontinuidade narrativa; ou seja, não sabemos se foi mesmo vazia, porém, ao final do capítulo, Berg, que narra o livro, escreve que estava alegre e que poderia seguir vivendo a partir daquilo. É óbvio que ele contou-lhe sobre Hanna, passando a informação que só ele tinha ao juiz.

O que significa? Ora, que o juiz preferiu ignorar o analfabetismo de Hanna e escolheu puni-la como se ela tivesse escrito os relatórios, como queria a platéia. Ele claramente jogou para a torcida, fazendo o que toda justiça faz: julgou para o lado que parecia mais correto à opinião pública, num ridículo exercício de senso comum. Stephen Daldry escolheu a simplicidade. Ao deixar seu filme plano mais plano que podia (ou devia), perdeu uma bela oportunidade de sugerir outras camadas de experiência, de criar mais dúvidas no expectador. Sabemos que a vida é assim, que a realidade nunca se esgota, mas parece haver uma sede de burrice no cinema atual e os diretores tratam de saciá-la.

O final do livro é uma doída e envergonhada reflexão sobre a geração alemã que veio antes de Berg. Eles só pareciam capazes de crimes. E seguiam criminosos ao punir.

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Na praia, de Ian McEwan

Na praia (On Chesil Beach) é um pequeno romance de Ian McEwan. É, na verdade, uma novela de 128 páginas centrada na noite de núpcias de um casal. A ação passa-se provavelmente em doze horas, talvez menos. A premissa de McEwan é muito interessante: até o início dos anos 60, a Inglaterra ainda era vitoriana em termos de liberdade sexual. Isto significa dizer que não havia nenhuma. Creio que dentre as famílias brasileiras “de bem” daquela época ocorria o mesmo. Minha mãe, nascida na década de 20 do século passado, dizia sempre que meu pai era quem interessava por sexo, que ele lhe dava mais amor do que recebia. Ouvi várias mulheres nascidas até a década de 40 dizendo não entender porque suas filhas gostavam tanto de sexo… Porque para elas era um sacrifício. Mas ai de quem as chamasse de frígidas!

Florence era assim. Cresceu na mais completa ignorância e tinha um nojo infantil só de pensar em beijos de língua, quanto mais em ser penetrada. E Edward era o outro lado do mesmo problema: inteiramente ignorante a respeito do assunto e tão virgem quanto Florence, ele sofria horrivelmente imaginando uma ejaculação precoce na hora H. Sua preparação para o casamento é a de ficar uma semana sem masturbar-se. O inteligente leitor deste blog — com seus pés firmemente colocados no século XXI — já viu todo o sofrimento da noite de núpcias. McEwan, como faz habitualmente, coloca foco microscópico nas motivações e medos de Florence e Edward, mostrando a devastação que faz uma boa falta de diálogo. Quando sai de cima do microscópio, McEwan faz pequenos flashbacks esclarecedores para a formação do contexto em que o casal tenta acomodar-se.

Na praia é uma história triste com algumas cenas engraçadas. É uma história impossível nos dias de hoje, ao menos entre os jovens médios ingleses ou brasileiros. É a narrativa da derrota de dois jovens amantes. Tudo poderia dar certo se houvesse um pouco de diálogo e compreensão. Os dois querem isso, se amam, mas não vencem a incomunicabilidade. Quando conversam, não conseguem fixar-se no sexo e complicam-se falando de dinheiro e vida profissional. Não há caminho de saída.

Mais um grande livro de Ian McEwan, um excelente escritor antiquado.

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Rascunho completa 9 anos apresentando alguma fúria…

Durante um mês, comprem todos os cadernos culturais que falam um pouco de literatura. Separem as páginas literárias das outras. Façam o mesmo com a Bravo, Cult, etc. (Deixem a Continente de fora). De posse de todas estas páginas, joguem tudo no liquidificador. Guardem o bolo de papel resultante. Depois peguem a Rascunho daquele mês e façam o mesmo com ela. De posse dos dois bolos de papel, vá até a balança literária mais próxima e compare seus pesos. Mesmo que a Bravo e outras usem papéis mais pesados, o bolo de papel jornal da Rascunho terá maior peso. Sempre. Façam a experiência.

Pois a Rascunho completou nove anos em seu número 108 (108 / 12 = 9). Sou assinante e recebi a revista ontem. Está esplêndida. Mas vamos a seus pontos mais “anormais”. Não creio ter havido uma combinação entre os articulistas, houve apenas a coincidência de vários se referirem à decadência cultural de nosso querido Brasil, quiçá do mundo.

Já na capa — normalmente laudatória em publicações comuns — há uma paulada: Um Shakespeare manco, fanho e chato – Tradução de Carlos Alberto Nunes mostra como é possível converter um gênio em um autor quase ilegível e aborrecido. Lá dentro, em longo artigo, os três volumes do Teatro Completo de Shakespeare, em tradução de Nunes, são queimados peça por peça. Não, não há fúria aqui.

Mas há aqui, ó. Fernando Monteiro adentra furibundo uma megalivraria e segue um leitor comum qualquer. Ele, o leitor, busca primeiramente os best-sellers coca-cola, depois dá uma olhada nas obras factuais (aquelas que nos fazem revelações sensacionais sobre o assassinato de Kennedy, por exemplo), dirige-se aos livros de auto-ajuda e dá uma passada de olhos na LITERATURA propriamente dita. Passemos a palavra a Fernando:

Não adianta vir pra cima de mim tentando dizer que, ora, tudo é literatura.

Sabemos que não é. Por exemplo: Lya luft sabe, perfeitamente, que o que ela deu para escrever, nos últimos anos, não é literatura de modo algum, e não adianta ela até ameaçar (conforme ameaçou, num programa televisivo de entrevistas) que “se retiraria”, etc., caso os entrevistadores continuassem a chamar de auto-ajuda a auto-ajuda da lavra recente da senhora Luft, com a qual Lya ajuda o editor Sérgio Machado a ajudar a conta bancária própria com os novos títulos da “escritora” gaúcha auto-ajuditícia.

A Rascunho não precisa de minha ajuda (mais ajuda?) nem dos livros de auto-ajuda, mas mesmo assim eu volto à carga: precisamos dar peso — em leitores, em divulgação — a revista de Rogério Pereira. Ela está cheia de bons articulistas (Monteiro, Castello, Ruffato, Eduardo Ferreira, o Rodrigo Gurgel que detonou aquela tradução de Shakespeare), é grande em todos os sentidos, sempre vem com mais de 30 páginas, é séria, não parece existir por obra de editores interessados em aumentar as vendas e… tem NOVE ANOS.

Que chegue aos NOVENTA!

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Longe de Manaus, de Francisco José Viegas

A religião devia ser praticada em silêncio. Devia ser tão silenciosa como o vento nas florestas, apenas um rumor a chegar à atmosfera, uma fogueira crepitando lá, muito longe. É assim. Menos Deus, delegado, menos Deus. Para sermos melhores, precisamos de menos Deus, de menos crime, de menos assassinos, de menos mandamentos, de menos obrigações. E de mais cerveja barata, sem dúvida.

Delegado Osmar Santos, em Longe de Manaus

Faltam 12 páginas para eu acabar a leitura, mas, apesar do autor qualificá-lo como um “romance policial”, acho que posso ler depois as 12 faltantes das 462 páginas do livro. Porém, Longe de Manaus começa assim:

Um romance policial, como se sabe,
tem suas regras.
Este não tem.

Hum… Melhor ler as 12 páginas antes de continuar.

Voltei. Foi complicado conseguir Longe de Manaus. Num dia de 2005, a dona de uma livraria de Aveiro, O Navio de Espelhos, entrou em contato comigo a fim de obter permissão para entregar a seus clientes um mimo: meu pequeno conto O teclado onde pomos nossas mãos, que seria impresso pela livraria de forma artesanal. Em troca, pedi apenas duas coisas a Sónia Sequeira: que me enviasse uma versão do mimo e o romance Longe de Manaus, naquela época recém publicado. Esperei um ano e, antes de enviar um e-mail furibundo para Aveiro, terra de meus avós, fiz rápida pesquisa e descobri que a livraria tinha falido, provavelmente por culpa de meu conto. Esqueci a história e o livro. Depois, soube que Longe de Manaus fora lançado no Brasil pela Record, mas demorei a comprá-lo. Comprei-o há pouco e, em época de tantos arrependimentos, não me arrependo de tê-lo feito. O livro é bom pacas e deve ter merecido os prêmios (ou o prêmio) que ganhou em Portugal.

Tratar Longe de Manaus como um livro policial é uma redução. Guardadas as proporções, podemos resumir Os Irmãos Karamazov a um whodunit: “Quem matou o velho Fiódor?” Ou seja, ambos são policiais, mas também não são. Ou, escrevendo melhor, somos levados pelo que o romance tem de policial, mas o foco de interesse dos autores também é outro. Depois de um conflito bastante complexo e muito bem posto, Viegas e seu detetive Jaime Ramos vão nos apresentando pachorrentamente uma série de personagens construídos minuciosamente que têm em comum a distância geográfica, a língua e a solidão. Talvez a única exceção sejam Daniela e Helena, mas esta acaba assassinada e aquela só não parece mais solitária pela escancarada paixão com que o autor a trata.

Francisco José Viegas faz variações sobre o gênero estabelecido dos romances policiais. A primeira surpresa é que lemos um romance intimista onde as informações que fazem a trama ir à frente são largadas de forma casual — muitas vezes em digressões interessantes, mas que não parecem dizer respeito ao enredo –, formando um todo rarefeito. É curioso. Também seu detetive está fora da rotina: é um pequeno-burguês meio de saco cheio, louco para voltar para casa, abrir uma cerveja, dependendo desta acender um charuto, e ter uma conversa autista com Rosa. Mas não pensem que nas variações há vanguarda ou elaborado trabalho de linguagem. Não. É um romance clássico cheio de inventividade e charme. Também não pensem que ele está na categoria dos livros que parecem terem sido escritos para o passado. Sua amoralidade não deixa dúvidas que pertence ao tempo presente, assim como o fato de Viegas utilizar o “português brasileiro” e o “português português”, num livro que se passa em Angola, em Portugal e no Brasil.

Sim, apesar das diferenças ideológicas que mantenho com Viegas — que incluem sua trágica e ridícula preferência pelo FC do Porto, além de ele ter se equivocado sobre a qualidade do futebol de Rentería — indico fortemente a leitura deste vinho do Porto. Sem tônica, argh, por favor. (Piada misteriosa, só compreendida por quem leu o livro).

Obs.: De alguma maneira, esta resenha terá algum seguimento durante a semana no Impedimento. Motivo: a foto amarelada de Teófilo Cubillas no escritório de Jaime Ramos.

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Visitantes

Sou um detetive particular brasileiro. Aqui, nosso trabalho não é aquele de ficar sentado numa saleta enfumaçada, interrogando elegantemente uma bela mulher sob luz amarelada, adornada por um lento ventilador de teto. Aqui, acostumamo-nos a apenas ouvir ligações dos outros. Só saio de casa para projetar e instalar grampos e olhe lá. No Brasil, nosso trabalho foi rebaixado ao de ouvinte. Trabalhamos para políticos, empresas, esposas e maridos. Violência, na minha vida, é apenas a moral. Colocamos os fones de ouvidos e ouvimos o que nos contam os arquivos sonoros. É chato, mas pagam razoavelmente. Eu sempre trabalho meio bêbado, com um copo de Bailey`s a meu lado. Eu não o tomo como licor, mas à irlandesa: com gelo e em boa quantidade. É o correto. Apesar de gelado, lembra o líquido do seio materno. Aquece.

Quando comecei, há décadas, mantinha uma pequena nota numas páginas amarelas aí — Décio Marques, investigador particular e um número de telefone. Hoje, sou conhecido, não preciso mais de propaganda, tenho muito trabalho. Gravo 30 ou 40 horas por dia de besteiras. É claro que não ouço a metade. Em 15 segundos, decido se a conversa interessa ou não e, se achar que é abobrinha, pulo para a próxima. Mesmo assim, os resultados são bons, os clientes gostam de meu trabalho e de minha discrição.

A maioria daqueles que me descobrem são maridos e esposas. Num final de tarde, recebi uma ligação curiosa. A moça estava muito agitada.

— Acabo de voltar de uma viagem e tem gente aqui em casa.
— Sim. E quem são?
— Eu não vi, mas está tudo bagunçado. Minha casa foi deixada limpa, com tudo em seu lugar.
— De onde a Sra. fala?
— Daqui do apartamento.
— A senhora deveria retirar-se imediatamente e ligar para a Brigada Militar, telefone 190.

Nada de interessante. Depois de uma hora, nova ligação. Era ela.

— Olha, vieram uns PM`s aqui e disseram que o apartamento está vazio, mas quero descobrir quem pode ter invadido.

Tanta foi a insistência que fui. O apartamento era de alta classe média. Muito bonito. Olhei rapidamente para a moça. Tinha marido? Não. Como não ia ficar olhando os móveis, as pinturas, o tamanho da sala, limitei-me a dizer que o prédio me parecia seguro. Ela negou veementemente. Olhei-a nos olhos fazendo questão de demonstrar não estar impressionado com o apartamento que era também organizadíssimo.

Então ela me mostrou a cozinha. A pia parecia uma instalação da Bienal: uma montanha de panelas, copos, pratos e talheres. Tudo sujíssimo e bem recente. Molho de tomate à beça. Nenhuma podridão. Comecei a fazer-lhe perguntas sobre quem tinha suas chaves, mas, por deformação profissional, já planejava silenciosamente alguns grampos. Em meio à conversa, comecei inadvertidamente a lavar a louça. Estava acostumado, não gostava de acumular na pia coisas que se tornavam malcheirosas ao amanhecer. Ela não reclamou nem fez menção de me impedir.

No outro dia, nova ligação. No seguinte, também. E sempre a montanha na pia. Aquilo parecia A Montanha Mágica: enorme, de abordagem cuidadosa e todo dia eu parecia voltar ao mesmo ponto. Tornou-se um hábito tão arraigado que eu já nem esperava ser chamado. Ia direto.

Hoje, ouço lá meus arquivos de áudio. Além dos políticos de sempre, suas amigas (e amigos) são meus clientes. Todos sabem de minha profissão, mas nem sonham que já investiguei alguns deles. Houve um marido que me pagou para acompanhar a esposa; dez dias depois ela me pediu o mesmo em relação ao marido. Que remédio, fiz os dois trabalhos. Perguntei à Daniela o que deveria revelar e se ela achava adequado mantê-los juntos. Acabei produzindo uma peça de ficção cor-de-rosa e mantive o casal junto. Pus algum contorno erótico na mulher, mas garanti-o como coisa irrealizada; no outro relatório, escrevi que o homem era adito de uma secretária no passado, porém ele nunca quisera abandonar a esposa e a família.

A aventura com a “secretina” — como a mulher referia-se à vagabunda –, era o motivo do desinteresse do marido por minha contratante. Por outro lado, ela se contentava, como a Madonna. Meus emolumentos vieram acompanhados de suspiros de alívio, ambos crédulos de suas respectivas espertezas.

Temos 3 filhos: Sarah, Iaron e o Junior. Nunca comprei um lava-louças automático. A pia ainda é minha. Levo uma vida sossegada de reprodutor extinto. Estou enfadado do trabalho, durmo muito ouvindo as gravações de políticos. Um paga, o outro recebe, tudo sempre igual. Meu Bailey´s fica aguado, o que é detestável.

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Cinzas do Norte, de Milton Hatoum

Cinzas do Norte foi o vencedor do Prêmio Jabuti como o melhor romance de 2005. Não discordarei do prêmio e nem poderia, pois não conheço nem um quinto da produção brasileira do ano passado. Mas é óbvio que o Jabuti agora se agarra ao livro como uma grife, dizendo a todos: é coisa boa.

E, no começo, não me decepcionei. A leitura fluiu rápida, levada por um autor de entonação clássica e tranqüila. Nos intervalos da leitura, pensava sobre como a devoção de Hatoum à Guimarães Rosa – confessada num curso que ele ministrou em Parati durante a Flip 2004 – não possui nenhuma repercussão em sua literatura. Sem problemas, quase todos os autores gostam de Kafka. o que não significa que seus projetos literários tenham algo a ver com o tcheco. Porém, mesmo assim, é surpreendente que Hatoum seja tão “clássico”. Cinzas do Norte tem uma estrutura em tudo semelhante a de O Tempo e o Vento, de Erico Verissimo, com os capítulos numerados da história sendo interrompidos contrapontiscamente por outros não numerados, escritos em itálico e que contam uma história complementar.

O romance é ambicioso: narra a amizade entre Raimundo (Mundo) e Olavo (Lavo); aquele, filho de um poderoso e provinciano empresário de Manaus, este – que é também o narrador do romance -, um órfão criado pela tia costureira e pelo tio, digamos, aproveitador e sedutor. Mundo tem personalidade de artista, mas seu pai (Jano) é ostensivamente hostil a seus desenhos, quadros e idéias. Há ecos da extraordinária novela de Thomas Mann Tonio Kroeger na formação de Mundo como pintor. Jano prefere Lavo que, apesar da amizade com Mundo, está destinado a uma vida tranqüila como advogado em Manaus. Mundo – seu apelido é significativo – é o personagem que quebra a precária estrutura familiar, como o Bazarov de Pais e Filhos. O mérito de Hatoum está no contar uma boa história ligando elementos díspares como a truculência de Jano e da Revolução de 1964 massacrando um artista nascente, a tensão entre estabilidade (Lavo, Jano, Ramira, Arana) e instabilidade (Mundo, Alícia, o tio Ranulfo), entre amar ou deixar o país e, principalmente, entre espera ou evasão, entre rebeldia e conformismo. Os personagens são construídos lentamente, vão tomando corpo em meio a um tema nada fácil e Hatoum nos leva com grande segurança até quase o final – li o livro absolutamente apaixonado -, quando, num momento de desatino, dá um inexplicável tiro no pé!

Ignoro o que levou Hatoum a mexicanizar o final do romance. Como se estivesse possuído por um escritor inglês do século XVIII – não me refiro a Sterne, é claro -, ele resolve, em 30 páginas, amarrar todos os laços soltos da história. Faz questão de explicar e dar destino a tudo e a todos. Eu preferiria não saber sobre a paternidade de Mundo; aquela incerteza apenas sugerida era elegante, convinha à história como conveio a Machado não dizer quem era o pai do Ezequiel de Capitu. Porém, meu xará tem um ataque parecido com os que tinham alguns autores de TV e, analogamente aos montes de casamentos que ocorriam nos finais das novelas antigas, apresenta-nos um caminhão de novidades que não acrescentam nada ao romance e que quase o estragam. Como já disse, as explicações sobre a paternidade são desnecessárias e o é mais ainda a exposição do sofrimento de Alícia, com direito a copiosas lágrimas e a cenas melodramáticas como a destruição dos quadros do filho.

Melhor ficar com o resto do livro e é isto que estou fazendo. Como o personagem de Brilho Eterno de uma Mente sem Lembranças, vou apagar o final de meu cérebro e pensar que Cinzas do Norte é – e é mesmo! – um belo romance sobre a amizade, a rebeldia, a destruição e a truculência. Nem lembro mais do tiro no pé.

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Pequeno manual prático de coisas inúteis, de Theo G. Alves

Li vários livros lançados por blogueiros e ex-blogueiros. Alguns são muito fracos e, é claro, há os médios e os bons. Os melhores que li foram os de Branco Leone e Theo Alves. O último é morador da pequena Currais Novos, no Rio Grande do Norte. O primeiro livro que li de sua autoria foi A Casa Miúda. Formado por narrativas curtas, na verdade pequenos poemas em prosa — a referência  ao título de Baudelaire é proposital –, são condensadas e de tal modo significativas que fariam a alegria de Pound.

Não pensem que vou me despedir sem que vocês leiam o Theo. Vou publicar amostras de suas pequenas narrativas. Pedi permissão a ele para digitar três ou quatro de seus contos com a finalidade de que meus sete fiéis leitores tomassem contato. (Não pedi permissao para os poemas…!). Escolhi-os quase ao acaso, pois na verdade marquei quase todas as histórias para reler. Poderia ter copiado o belo e triste Pássaros mortos ou Destes caminhos; talvez A história de Cido Marinheiro, ou quem sabe maravilhoso A primeira vez que vi Eva, mas elegi os que estão abaixo.

E agora Theo lança um livro de poemas: Pequeno manual prático de coisas inúteis. OK, nada mais inútil do que a ficção e a poesia. OK, nada mais humano do que a gloriosa necessidade de ficção, de ilusão e de novos e desconhecidos (ou reconhecidos) mundos. É inútil por ser destituída de valor prático tangível, porém… Entre o irônico, o surpreendente e o desencantado, Theo Alves realiza…

Porém quem sabe eu paro de encher o saco de vocês e mostro um pouco do Theo? Os contos e poemas são curtos, fáceis de digitar. Ah, só mais uma coisa. Eu pus contos e poemas alternados porque creio que estes aí dialogam mais ou menos claramente.

Meu silêncio é Gregor Samsa

Não posso pensar no silêncio em que me encontro sem que recorde a imagem amedrontada e perdida, confusa de Gregor Samsa a dormir gente e acordar-se besouro na palavra virtuosa de Kafka.

É para mim dificílimo crer que algum de nós não tenha, em um dia sequer, ainda em uma hora absurda, se encontrado diante do espelho a rodar de costas ao chão, sem que a couraça duríssima nos permitisse virarmo-nos e pormo-nos em pé.

Pois este silêncio que me toma é o olhar de Gregor Samsa. Ponho-me diante do espelho e estou estranho a tudo: a esta aparência que carrego invariavelmente desde que nasci, a este quarto insólito por onde me entregam os pratos de comida que nem mesmo como, a esta voz surda e horrenda que se fez em minha garganta.

Sou estes dias de silêncio. Meu silêncio é Gregor Samsa.

A necessidade de encontrar um caminho que não sei onde começa, o movimento em falso, a distância que tantas vezes me golpeia no ventre, a distância de mim e dos meus: isto é meu silêncio, estas madrugadas inteiras a não lançar sobre os papéis uma palavra fértil sequer. A voz séssil, ainda que momentaneamente, ainda que dêem a esse calar absurdo o nome delicado e inteligente de “hiato”.

Não é hiato. Não é fenda. Nem abismo. É silêncio. Assustador e asqueroso como Gregor Samsa e, como ele, ainda vivo e amedrontado, essencialmente humano.

De A Casa Miúda

Um besouro

quando samsa
acordou-se besouro
a carapaça colada ao chão
era seu inferno

um bom deus
teria dado também
um escudo à consciência
do homem feito bicho

quando samsa
acordasse besouro
não pensaria no medo
ou noutras coisas inúteis

Do Pequeno manual prático de coisas inúteis

Da fé

Quando começamos a nos organizar em hordas e a percorrer as terras no início dos tempos, logo depois de aprendermos a magia do fogo, quando não nos tratávamos mesmo por nome algum, testemunhamos então a primeira morte de um de nossos homens.

Ao vê-lo imóvel, deitado sobre seu braço, ao fim dos dois dias em que descansávamos e comíamos sob arvores esparsas, retomamos a trilha deixando o primeiro de nosso mortos na mesma posição em que ele não se acordara.

Caminhamos por algumas horas até que um de nós, talvez o mais jovem, retornou ao acampamento abandonado empunhando um pequeno lume sob a luz pegajosa do dia e o deixou ao lado de nosso primeiro morto.

Apenas hoje, tantos anos depois daquele dia fatídico, é que volto a recordar seu gesto e compreendo que o fogo posto ao lado do corpo abandonado era uma esperança de que Deus — o Deus em que nenhum de nós havia pensado ainda — pudesse enxergá-lo, mesmo sob o peso daquelas noites sem lua.

De A Casa Miúda

A Memória

a memória —
perfumaria da alma —
e suas pequenas inutilidades
pesam constantemente
sobre as vigas frágeis
do corpo

a maldição da memória
reinventa o tempo —
que já não carece ser
inventado —
e torna amargo
qualquer sabor pueril

apenas o tempo —
nem outra coisa —
é menos útil que
uma lembrança precisa

Do Pequeno manual prático de coisas inúteis

Dos reencontros e de Cabíria

Pensei que aquelas noites com Cabíria se haviam perdido no tempo e noutros puteiros baratos.

Mas a surpresa de reencontrá-las, de rever antigos movimentos, de reencontrar toda a gente e a escuridão dos becos de Currais Novo, sempre inacreditavelmente lindos às três da manhã, foi de um amargor doloroso ainda que delicadamente belo.

Troppo belli, delicatto.

Quando se decide ir embora, voltar é o pior castigo. E, quando voltei para casa, trazendo um par ou dois de fracassos bem sólidos na mochila, senti ainda uma alegria hesitante de rever as ruas antigas, o tempo antigo, a vida que deixei alinhavada nas esquinas e em alguns bares minúsculos, ainda que merecedores de grandes honras.

Reencontro minha cidade e meu tempo. A cidade a que chamo costumeiramente Macondo é hoje a minha Cabíria, a minha puta que amava o amor, como em Fellini.

De A Casa Miúda

Instruções para reconstruir um homem

juntar os
cacos de um homem
não refaz
um homem inteiro

há sempre
um caco de homem perdido
excerto de
um homem inteiro

mas os
cacos amealhados
refazem mais que
um homem inteiro:

um homem refeito
e um caco a mais de esperança

Do Pequeno manual prático de coisas inúteis

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Dormir / Acordar

Dormir é a melhor coisa deste mundo. Nem leitura, nem diversão, nem uma boa mesa, nada se compara. Sexo então é fichinha perto. É um momento de magia quando você, só cansaço, cansaço da pesada, deita o seu corpo e a sua cabeça numa cama e num travesseiro. Ensaio, prosa, poesia, modernidade, tudo isso vai para o brejo quando você escorrega gostosamente da vigília para o sono. É o nirvana!

Raduan Nassar

Acordar, Viver

Como acordar sem sofrimento?
Recomeçar sem horror?
O sono transportou-me
àquele reino onde não existe vida
e eu quedo inerte sem paixão.

Como repetir, dia seguinte após dia seguinte,
a fábula inconclusa,
suportar a semelhança das coisas ásperas
de amanhã com as coisas ásperas de hoje?

Como proteger-me das feridas
que rasga em mim o acontecimento,
qualquer acontecimento
que lembra a Terra e sua púrpura
demente?
E mais aquela ferida que me inflijo
a cada hora, algoz
do inocente que não sou?

Ninguém responde, a vida é pétrea.

Carlos Drummond de Andrade

Eu concordo com Drummond de segunda a sexta, e com Nassar no fim de semana. Fico meio aterrorizado com as coisas a fazer dos dias úteis, então durmo e acordo meio no susto. Prazer é no fim de semana, e o sinto tanto ao acordar como ao escorregar para o sono. Tenho sorte: desconheço a insônia.

-=-=-=-=-=-=-

Dia desses, eu estava conversando sobre música com uma violinista chinesa de Xiamen. Pelo MSN, claro. Ela é uma pessoa muito séria.

Então, Fang Liu pediu para ver uma foto minha. Eu mandei a foto abaixo. Ela ficou absolutamente enternecida, mas não pela filha do Idelber, a Laurinha…

É que ela pensou que no Brasil nós comêssemos com pauzinhos (chopsticks)…

Me deu o maior trabalho explicar-lhe que nós não os utilizávamos e, pior ainda, que eu não sabia usá-los, mas que estava ensinando à Laura.

— Se você ensina, como pode não saber?

Fang, caríssima, não posso explicar.

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A biblioteca perdida de Goran Bregovic

Goran Bregovic está excursionando pela Espanha para apresentar o novo CD, Alkohol, já comentado por mim. Hoje, El Pais publicou uma entrevista sua. Há nela alguns aspectos comoventes e outros que me interessaram muito. Para variar, quem me enviou o link foi Helen Osório. Faço um resumo abaixo:

Goran considera-se iugoslavo: Si tu país desaparece, descubres que no era algo político ni geográfico, sino emocional. No me siento represente de una nación o un Estado. Sólo represento ese territorio emocional que no tiene nada que ver con la política.

O que diz sobre os criminosos de guerra: Creo que conozco a casi todos los criminales de guerra. Conozco a Radovan Karadzic, que antes de la guerra era poeta. Algunos de mis profesores de la Facultad de Filosofía están en La Haya. Eran políticos pequeños que creyeron interpretar personajes históricos. Los seres humanos están condicionados. Si les dejas la oportunidad de convertirse en animales se convertirán en animales. La cultura no nos protege.

Sobre o poder da arte mudar as pessoas: A los artistas occidentales les gusta decir grandes cosas, como que la música puede cambiar el mundo. Vengo de un país comunista y sé dónde está el poder. Aunque trabajo con la misma temperatura que los artistas occidentales, sé que hay un largo camino hasta ser iluminado. Las luces pequeñas ayudan, pero en el fondo no cambian nada.

Sobre uma destas pequenas luzes, ele narra um acontecimento quando de seu primeiro concerto em Buenos Aires: Al llegar al hotel me dieron un sobre que me habían dejado de parte de Sábato. Contenía un libro, Sobre héroes y tumbas, y una carta en la que me pedía disculpas por no acudir al concierto. Me explicaba que mi música le había salvado en momentos de depresión. Lo curioso es que cuando hice el servicio militar en Nis, en la época comunista, robé de la biblioteca del cuartel un ejemplar de ese libro. Lo tuve en mi casa de Sarajevo durante años y lo perdí. Con la guerra perdí todo, también mi biblioteca. Puedes empezar dos veces tu vida, pero no puedes empezar dos veces una biblioteca. Todas las cosas grandes que me han pasado están guiadas por cosas pequeñas que se vuelven grandes, como el libro de Sábato.

Ele surpreende ao falar sobre algumas acusações de plágio: Me llaman compositor porque compongo lo que ya existe. Así ha sido siempre, desde Stravinski, Gershwin, Bono, Lennon… Se trata de un viejo método: tomas algo de tu tradición, robas y dejas atrás cosas para que otros con talento roben también. La cultura es eso, una transformación continua.

E este filho de pai sérvio e mãe croata, casado com uma muçulmana, finaliza: La guerra no es sólo matar gente, quemar casas, la guerra mata una infraestructura cultural, edificada por los hombres con gran dificultad durante mucho tiempo.

É uma boa entrevista. O que me emocionou foi a referência que ele fez a sua biblioteca perdida:

Com a guerra perdi tudo e também minha biblioteca. Podes começar tua vida duas vezes, mas não podes começar duas vezes uma biblioteca.

Eu nunca tinha pensado nisso. Uma biblioteca pessoal é algo que não se recomeça. Ou ela é inteira ou é um amontoado. Uma biblioteca sem as tantas bobagens lidas durante a adolescência, sem as anotações que não consigo deixar de fazer nos livros e sem as anotações dos amigos, deixaria de contar à sua maneira minha história e a de meu tempo. Eu não iria morrer sem esses 3000 ou mais paralelepípedos cheios de pó mal organizados às minhas costas. Mas perderia o meu mais importante meio de recordações, pois só consigo chegar ao Milton de 15 anos quando abro O Lobo da Estepe e constato o quanto amei e manuseei aquele exato livro que hoje leria com enfado. E quando abro Baía dos Tigres sei onde estava e o que pensava enquanto o lia e o mesmo ocorre com quase todos os outros. Sei lá por quê, minha vida tem largos períodos sem fotos e minha memória associa-se sempre aos livros. Não sei se esta é uma sensação comum às pessoas que leem permanentemente. Não sei mesmo. Aliás, antes do dia de hoje nem sabia que uma biblioteca não se recomeçava…

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Todos os fogos o fogo, de Julio Cortázar

Querida filha.

Quando li a relação de livros que vocês leem no primeiro ano do ensino médio me surpreendi com a qualidade da lista: O Continente, Édipo Rei, Lisístrata, Hamlet, A Morte de Ivan Ilitch, Um Jogador, A Metamorfose, O Estrangeiro, Levantem bem alto a cumeeira, carpinteiros, enfim, um show de bola que me deixa até satisfeito de pagar a fortuna que pagamos todos os meses. Menos mal. Mas, o que me assustou mesmo foi a presença de Todos os Fogos o Fogo. Entendi melhor quando soube que era um dos livros para leitura em aula. O outro é o maravilhoso Nove Histórias.

É que… sabe? É um livro que requer vivência para ser entendido. Não é difícil, mas quem de vocês descobriria, por exemplo, que o narrador asmático de Reunião é Ernesto Che Guevara? Sim, aquele homem bonito cujo pôster está no quarto do teu irmão.

Todos os fogos o fogo não parece um livro de contos destes que o escritor junta e o editor publica, parece mais uma antologia de contos perfeitos. Vale a pena ler, viu?

O livro abre com o esplêndido A autoestrada do sul. Trata-se da narrativa sobre um engarrafamento numa rodovia que vai dar em Paris. Sim, é semelhante ao retornos da praia que NÃO costumamos fazer por sermos mais sensatos que a maioria. Sim, todos os carros parados. Mas tu sabes, Bárbara, que os gregos inventaram uma coisa genial chamada “hipérbole” que é a intensificação de um fato até o inconcebível. É um tipo de superexagero até que o fato torne-se uma caricatura e passe a significar outra coisa. Bom, Bárbara, os caras passam um ano inteiro engarrafados na estrada. Paradinhos. É genial. Criam outras relações, outro comércio, outra vida, outras disputas, outras lutas, outra forma de sobrevivência. Quando os carros andam, a gente chega a ficar um pouco triste. É genial, já disse. É uma idéia simples que o autor leva ao paroxismo.

Bárbara, o japa Inagaki mata a pau em sua análise de A autoestrada do sul. Clica aqui. E em linguagem clara e lúcida.

Depois vem A saúde dos doentes. É outra farsa. Uma família quer evitar transmitir más notícias a uma mãe enferma que parece estar com vontade de sobreviver a todos. Não é nada grandioso, mas é muito interessante.

Reunião comemora os primeiros dias da guerrilha cubana. É arrepiante, só que é preciso ter algum conhecimento da história de Cuba e de Che para descobrir a que se refere. Sabes que eu tenho a mania de escrever nos livros. Antes de Reunião escrevi: Bárbara, provavelmente o conto a seguir seja incompreensível para ti. Peça para que eu te conte sobre a Revolução Cubana, seus tiros, serras e charutos. Ah, o narrador — médico e asmático — é Che Guevara. Recomendo também o filme “Diários de Motocicleta” e talvez o “Che” com o Benício del Toro que logo vai passar nos cinemas.

A homenagem que Cortázar faz à Cuba revolucionária, neste livro de 1966, é belíssima.

Em Senhorita Cora a coisa complica. É uma história delicada e sensível sobre um jovem doente, sua mãe e uma enfermeira um pouco mais madura e muito atraente. Cortázar trabalha com vários personagens narradores, às vezes dentro de um mesmo parágrafo. É necessária toda a atenção. Quando a gente pensa que um está contando, é outro. Nunca esqueça que o cara gosta de jogos e está se divertindo ao não dar caminhos óbvios para a compreensão de quem é quem. Mas, com algum esforço, entende-se tudo e, puxa, como vale a pena!

A ilha ao meio-dia começa a flertar com os contos finais do livro ao contar a história de uma obsessão meio boba que acaba em drama. É o primeiro conto onde a paixão tomará conta do personagem.

Instruções a John Howell. Mais um jogo, este bem misterioso e que ocorre durante uma peça de teatro. Uma tentativa de deixar Howell mais ou menos como a tua avó…, ou seja, Howell deverá demonstrar características de duas ou mais personalidades, cada uma com sua maneira de ver as coisas e interagir com as pessoas. Sim, complicado.

Façamos um negrito em Todos os fogos o fogo, pois trata-se de outra obra-prima. A expressão significaria algo como “todas as paixões acabam em destruição e morte”. Duas histórias de final trágico são contadas paralelamente. A princípio tudo é meio louco e uma não tem relação com a outra – até porque a primeira se passa no Império Romano e outra na Paris do século XX – mas as paixões descritas tem o mesmo final. O efeito causado pelo conto é inesquecível. Tu vais gostar desse, tenho certeza.

O outro céu é, em minha opinião, o melhor conto do livro. O personagem principal tem uma vida entediante, mas dissocia-se a cada momento em outro, que vive em misteriosas galerias entre prostitutas – é apaixonado por uma delas –, cafetões, assassinos e revoluções. A forma como Cortázar muda de um mundo para outro é sempre de arrebatador virtuosismo. (Pobre Irma que nunca saberá dos céus de gesso sob os quais vive Josiane…). Todas as experiências com duas vozes realizadas durante o livro tem neste conto melhores resultados ainda.

Bom, evitei contar DEMAIS as histórias para não estragar o livro, que é MUITO BOM. Agora, vai ler, vai!

Beijo do pai.

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El archivo de Roberto Bolaño contiene dos novelas inéditas

Además contiene un puzle de narraciones, diarios y poemas / Cinco años después de la muerte de Bolaño, comienza el inventario de su legado / “Estoy seguro de que moriré inédito”, anotó en su diario a los 44 años, desesperanzado.

Por Josep Massot, de Barcelona. Retirado daqui.

La primera vez que Roberto Bolaño escribió el nombre de Benno von Archimboldi fue en 1988, en Blanes, donde vivía como escritor inédito, a la edad de 35 años. Es el inicio de la trama de la novela 2666, publicada tras su muerte, pero el escritor chileno tenía en la cabeza un universo narrativo en el que más que de títulos individuales puede hablarse de una obra total. Una obra que ahora se recibe con entusiasmo febril en EE. UU., Gran Bretaña, Francia, Alemania o Italia, y que le ha convertido en nueva referencia internacional de las letras hispanas.

Bolaño falleció el 14 de julio del 2003. Cinco años después, el enorme puzle que constituye su archivo empieza a revelar sus tesoros. Su legado es el espejo de quien siempre escribía varias historias a la vez y desplegaba y replegaba sus relatos como cajas chinas, estructuras en vórtice, relatos yuxtapuestos. Hay notas manuscritas con los personajes que quince años más tarde emergerían en 2666.Y poemas que coinciden con sus narraciones, como El Gusano de Llamadas telefónicas. También hay diarios – de México, de Barcelona-,en cuyas hojas casi siempre aparecen operaciones aritméticas, quizás su contabilidad del número de líneas escritas o por escribir, y junto a anotaciones y reflexiones, la anotación de su menú del día.

Además de El Tercer Reich,la novela inédita anunciada por el agente Andrew Wylie, hay otras dos novelas, Diorama y Los sinsabores del verdadero policía o Asesinos de Sonora. El estudio del archivo Bolaño se realiza a efecto de catalogación e inventario y el único texto sobre el que existe por ahora la decisión de publicación es El Tercer Reich,inspirado en uno de esos wargames por los que Bolaño tenía – según confesión propia-una inexplicada debilidad. El escritor solía escribir primero a mano y después pasaba el texto a máquina. En 1995 se compró su primer ordenador y antes de morir llegó a tiempo de transcribir en formato digital unas 60 páginas de las 350 mecanoscritas, lo que indica su voluntad de dar por concluida la novela.

Sucede en la Costa Brava, donde Udo Berger, campeón de juegos de rol alemán, tras cruzarse con personajes siniestros, libra una partida a muerte con el enigmático y desfigurado Quemado.

El futuro del archivo, un mar de libretas y cuadernos de todos los tamaños, una vez inventariado, será seguramente una universidad. Adentrarse en sus páginas requiere la paciencia del paleólogo o del domador de pulgas. El estudioso recogerá algunas perlas. Por ejemplo, Bolaño fue vigilante del camping Estrella de Mar y soñaba (Diorama)la historia del vigilante nocturno de una sala de cine frecuentada por un público de tercera edad y cuyo propietario sentía el aliento de la mafia tras de él. El autor, que no empezó a publicar hasta los 44 años, escribía, desesperanzado: “Estoy seguro de que moriré inédito”.

Borges decía que el escritor que no publica está condenado a reescribir siempre el mismo libro y Bolaño acumulaba material narrativo, con tramas que se van metamorfoseando continuamente. De uno de los legajos con una ingente cantidad de folios (Los sinsabores…)salieron ni más ni menos que Estrella distante,Los detectives salvajes y las cinco novelas de 2666. Entre el laberinto de borradores, hay una versión más reducida de Los detectives salvajes y un bloque homogéneo, que podría considerarse la sexta novela de 2666.El escritor dejó en una nebulosa por qué Amalfitano, el especialista en la obra de Benno von Archimboldi, abandonó Barcelona para ir a dar clases al fin del mundo, a Santa Teresa (trasunto de Ciudad Juárez), “un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento”. En el mecanoscrito hallado ahora se desvela el misterio de su fuga, un motivo sorprendente que explica muchos cabos sueltos del personaje, y que adquiere, así, a la luz de este texto, nueva dimensión.

Entre los papeles, destacan por su abundancia los poemas inéditos dejados por el escritor. Bolaño fundó en México, entre 1975 y 1976, antes de trasladarse a Barcelona, el movimiento infrarrealista. El texto de presentación del grupo, Déjenlo todo, nuevamente. Primer Manifiesto del Movimiento Infrarrealista,fue obra del escritor chileno, con tono de posvanguardia y anunciando ya su realismo visceral: “Cortinas de agua, cemento o lata, separan una maquinaria cultural, a la que lo mismo da servir de conciencia o culo de la clase dominante”, y donde el poeta es “héroe develador de héroes, como el árbol rojo caído que anuncia el principio del bosque”, pues “soñamos con utopía y nos despertamos gritando”.

Otra parte del archivo la forman los diarios. Los más importantes son los que abarcan hasta 1980, momento en que Bolaño se traslada de Barcelona a Girona y después a Blanes.

La caja que contenía los manuscritos antiguos quedó olvidada y sólo ha sido abierta ahora para el inventario. Muestran que la capacidad creativa de Bolaño era pasmosa: escribió desde textos sobre una virgen ninfómana de Barcelona hasta una sátira desternillante con el torero Fran Rivera como personaje.

El escritor tenía un inmenso orgullo literario – no confundir con vanidad-,una férrea confianza en sí mismo, asombrosamente llevada al límite en condiciones adversas. Fue un chileno de pelo greñoso que vendía bisutería para turistas en Blanes y que, aún sin obra publicada, tenía la osadía de despreciar no sólo a los literatos establecidos en su oficio como en una carrera burocrática o como competidores para encaramarse a las listas de más vendidos, sino que marcaba distancias con los grandes de la generación anterior. Siempre respetó a Cortázar, Borges y Bioy, y aun reconociendo, como lector, la grandeza del García Márquez de El coronel no tiene quien le escribaode la catedral literaria de Vargas Llosa, su necesidad de encontrar la audacia y la inventiva para distanciarse de los escritores del boom le hacía decir, como boutade,frases de este tenor: “García Márquez a mí cada día me resulta más semejante a Santos Chocano o en el mejor de los casos a Lugones”.

En busca de su madre fue Bolaño a Barcelona en 1977, después de descartar Suecia. Quería salir de México para huir de un mal de amores – una de sus constantes-y despedirse del continente. Había nacido en Santiago de Chile en 1953 y su familia le llevó en 1968 a México. Cuando triunfó la revolución de Allende recorrió América, por tierra, desde México a Santiago, para llegar en la víspera del golpe de Estado de Pinochet. Le detuvieron al distinguir la policía su cartuchera, pero se salvó gracias a que en comisaría se encontró a dos condiscípulos de Cauquenes. Regresó a México, donde fundó el grupo infrarrealista. Y sufrió el desengaño amoroso que le llevó a España.

En Barcelona vivió un tiempo en la entonces llamada avenida José Antonio, antes de mudarse a un cuchitril sin ducha cerca de la calle Tallers y del bar Céntrico, donde colaboraba con Antoni G. Porta en La Cloaca.En 1981 conoció en Girona a la que sería su mujer, Carolina. Sin más referencias uno del otro que comentarios de amigos comunes, la paró en la calle y, sin más, la invitó a cenar aquella misma noche, sirviéndose de esa seducción de romanticismo apasionado mezclado con un humor disparatado que caracterizaba a Bolaño. Al cabo de unos meses, ya salían juntos. En 1983, la madre de Bolaño, Victoria Ávalos,montó en Blanes una tienda de bisutería para turistas y Carolina obtuvo un puesto en los servicios sociales del Ayuntamiento. El escritor pudo dejar sus múltiples empleos para escribir. Lo hacía a diario con suma dificultad, de noche, durmiendo de día. Dejaba, ya al alba, una nota con alguna frase y su cosecha nocturna, unas desalentadoras escasas líneas. Todo cambió cuando envió el manuscrito La literatura nazi en América a varias editoriales de Barcelona. Ya la había aceptado Seix-Barral, cuando llegó una nota de Jorge Herralde interesándose por publicar la novela en Anagrama. Bolaño se sacó de la manga otro texto, escrito en tres semanas, extraído del último capítulo de La literatura nazi…,que tituló Estrella distante. A partir de entonces, las notas que Bolaño iba dejando cuando se retiraba a dormir fueron creciendo: en lugar de unas pocas líneas, varias páginas, 6, 9, 13, por noche.

Así fue como Bolaño fue forjando su literatura, una forma de narrar en la que se funden alta y baja cultura, la ficción con la realidad, y el amor, el humor, la muerte, la esperanza, el absurdo, la lucha humana por vivir, el compromiso o la pervivencia de un secreto. Todo eso se entremezcla con estructuras narrativas y puntos de vista yuxtapuestos, en los que, si hay una intransigencia, es con quienes traicionan la literatura, artistas mediocres que se venden al peor diablo sin luchar por la validez de un acto creativo.

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As Confissões de Lúcio, de Fernando Monteiro

Minha amizade com Fernando Monteiro começou quando citei, há três anos e aqui neste blog, seu livro Aspades, ETs, etc. como uma obra-prima ignorada pelo grande público. Ele me escreveu uma mensagem de agradecimento e, desde então, começamos farta troca de e-mails, CDs, livros, jornais, revistas, recortes e sei lá mais o quê, comprovando mais uma vez a capacidade da rede em criar e manter grandes amizades de eleição. Paralelamente aos intensivos e cada vez mais bem humorados contatos por e-mail, eu acompanhava seu trabalho na Rascunho – onde ele atualmente publica um romance em capítulos -, na Bravo e na pernambucana Continente.

Anos depois, Fernando Monteiro convidou-me para escrever a “orelha” de seu último livro. Foi uma surpresa e uma honra para mim. Em vez de convidar um figurão como das outras vezes, Fernando apareceria em versão despojada e me daria, em sua 15ª obra, a oportunidade de colocar algumas palavras em seu livro. Ele supôs que eu fosse um leitor capaz de apreender o que há de sério, de mordaz e de cômico em As Confissões de Lúcio. Após a leitura, eu apenas podia garantir que era o melhor de seus livros, um notável romance, como já o foram O Grau Graumann e o Aspades. É uma coisa que me persegue – as pessoas sempre acham que sou um leitor atento e sagaz, enquanto eu respondo “pff”, pois só eu sei o quanto divago.

Os romances de Fernando são desafiadores, sutis e surpreendentes, são biscoitos finos a serem saboreados em nossa rota de fuga do óbvio e do fácil. Mas não vejo melhor forma de apresentar As Confissões de Lúcio a meus 7 leitores do que transcrevendo a versão original da “orelha” enviada à editora. Digo “versão original” porque o primeiro parágrafo sofreu alguns cortes por razões de espaço. Alguns cortes? Não, muitos cortes! Não sei porque não me pediram para reduzir um pouco o texto.

São esperadas duas coisas de quem é convidado a escrever a orelha de um livro: um agradecimento pessoal ao autor pela honra concedida e a imediata produção de um cerrado discurso laudatório. Não creio que vá decepcioná-lo, caro leitor, que tem As Confissões de Lúcio em suas mãos, mas permita-me antes dar-lhe uma noção da obra. O livro tem início com uma notícia que certamente o deixará orgulhoso e um tanto escandalizado por seu desconhecimento sobre um fato fundamental para a cultura nacional: em 2001, o obscuro e difícil escritor gaúcho Lúcio Graumann recebeu o Prêmio Nobel de Literatura – o primeiro Nobel brasileiro! -, porém, tal qual aquele presidente, não pôde tomar posse da cobiçada láurea, tendo falecido onze dias antes da cerimônia. Narrado principalmente pelo jornalista e escritor Mauro Portela, grande amigo de Graumann, o livro poderia tornar-se uma comédia simplória sobre um país culpado e ignorante, sem conhecer ou saber o que fazer com seu recém-ilustre morto; contudo, As Confissões de Lúcio está longe, bem longe disso. Fernando Monteiro, valendo-se de um delicioso e ousado humor mozartiano que perpassa toda a obra, transita sua narrativa pelas risíveis reações oficiais da Academia Brasileira de Letras ao novo e autêntico imortal (ainda que morto), pelo trabalho de Mauro Portela como revisor do espólio literário de Graumann e pela vida pessoal e intelectual de ambos. Apesar de todos os segmentos que compõem o romance fotografarem microscopicamente cada detalhe, a vida cultural brasileira não é posta à margem e podemos ver Graumann – este escritor para escritores – e sua obra interagindo com personagens reais de nossa literatura, os quais são citados, sem maiores pudores, por seus nomes. A incompreensão e o desconcerto da intelectualidade brasileira poderiam ser resumidos por esta observação retirada quase ipsis litteris do romance: “Nossa cultura no vácuo compreende a outra, mas não se compreende. E Lúcio é o emblema de um pequeno mistério reluzente como um espelho em que qualquer um pode enxergar o que quer na superfície polida”.

Mauro começa a cuidar da memória de seu amigo fazendo publicar, na Folha de São Paulo, uma entrevista apócrifa… Depois, a namorada de Lúcio – pessoa desinteressada em assuntos tais como literatura e arte – envia-lhe uma caixa de papelão com anotações e fragmentos da produção graumanniana a fim de serem analisados. O espólio do escritor é estudado por um alguém deprimido e ressentido, pois Mauro, além de protagonizar complicada vida pessoal, julga-se plagiado em uma das principais obras do grande escritor… “Uma história é de quem melhor a conta?”.

Tais argumentos servem de arcabouço para As Confissões de Lúcio – a semelhança do título para com o do pequeno livro de Sá-Carneiro não é casual -, um fascinante mosaico que satisfaz plenamente as condições dos teoremas propostos nas obras de Graumann e que acrescenta a elas sinceridade e exposição raramente encontráveis.

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Duas Vezes Junho, de Martín Kohan

Como primeira observação, declaro o mais fundamental, ou seja, minha impressão ao fechar o livro: é excelente e muito bem traduzido – aleluia! – por Marcelo Barbão. (Eu ia comprar o livro em espanhol, mas recuei após saber do preço. Não me arrependi de ler a versão em português, da Amauta Editorial, com a bela e estimulante capa acima.)

Gostaria de delimitar algumas coisas relativas ao livro. Seu título refere-se a dois junhos de Copa do Mundo, o de 1978 (dias 10, 11 e 12 de junho) e o de 1982 (dia 29 de junho, penso eu). São dias – e isto não é casual – de derrotas do futebol argentino, porém, isto apenas serve para reforçar uma metáfora, pois Duas Vezes Junho fala é da Grande Derrota Moral da Argentina daquele período. E não, não é um livro apenas para futebolistas, é um livro que usa o futebol na sua mais gloriosa função periférica, a de servir como representação de nossas vidas. O futebol fica sempre no fundo do cenário, como a lembrar que, ali ou na vida, as coisas podem não sair confome o previsto.

Martín Kohan começa o livro com uma curiosa indagação presente numa espécie de diário de bordo de uma das prisões argentinas: A partir de que idade se pode começar a torturar uma criança? Esta pergunta, de um absurdo quase cômico para quem está fora do contexto, vai tomando proporções e significados diferentes à medida em que o relato avança. E o relato avança em dezenas de pequenos capítulos contrapontísticos, onde várias vozes vão contando e completando seus temas para estabelecer o todo. Raramente uma destas vozes exalta-se ou é confrontada; cada uma delas tem sua lógica, sua razão e a função de formar o mosaico de Kohan. O resultado deste mosaico é estarrecedor e a inconclusão do momento dramático mais importante do livro – a cena entre o soldado e a mulher torturada na prisão, ocorrida no mesmo momento em que os “médicos” discordam e que é o único capítulo em que o contraditório comparece plenamente – nos dá a medida de uma história que repetiu-se tantas vezes a ponto de tornar-se pedra de um outro mosaico ainda maior, o da verdadeira tragédia que representaram os governos militares daquele país.

Ao ler o som dessas vozes, algumas contando fatos que ficam inacabados, ao ler a forma como Kohan finaliza as duas seções de sua novela, ao perceber que não há excessos em Duas Vezes Junho não consigo deixar de pensar no Tchekhov dramaturgo. Isto é um dos maiores elogios que este modesto escriba pode fazer a alguém.

Todos nós sabemos que a posição do Brasil em relação à literatura argentina é o inverso de sua posição futebolística… Acho lamentável que o Brasil, que também sofreu uma ditadura duríssima – casualmente com um de seus piores períodos ocorrendo durante a Copa de 70 -, tenha tão poucos romances dedicados ao assunto. Os que li são da época dos “Romances de Resistência dos Anos 70”. Há bons romances – Quarup, Incidente em Antares, Bar Don Juan, a obra-prima esquecida Quatro-Olhos, de Renato Pompeu, e outros -, mas os poucos que atualmente dedicam-se àquele periodo preferem utilizar um tom emocionado muito próximo da indignação e do discurso político. A opção de Kohan por uma narrativa fria, distanciada e paradoxalmente nostálgica, causa um impacto muito maior. Vejam bem, escrevi distanciada, não escrevi cínica. Não se precisa descrever as entranhas e cada atitude de um monstro para sentir-se quão terrível ele é. Se espreitarmos algumas atitudes dele, nossa imaginação faz o resto de modo muito mais eficaz.

Final futebolístico: o que não assustava muito era aquela seleção argentina de 78, cujos zagueiros centrais eram dois pigmeus – Galván e Passarella – e cujo inexistente ponta-esquerda – Ortiz – fora dispensado do Grêmio por deficiência técnica. Lembro de Grenais em que Ortiz era vaiado pelos próprios torcedores bananas. Como os argentinos venceram aquela Copa? Ah, não sei; havia o Peru, havia Videla, havia a hinchada argentina e havia Claudio Coutinho preferindo Chicão a Falcão. É melhor nem pensar a respeito.

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